Una mirada psicológica sobre la tensión político-militar en Mozambique

9/06/2014 | Opinión

Al final, ¿a quién pertenece este lindo Mozambique? ¿Al pueblo, como el primer Presidente de Mozambique independiente Samora Moisés Machel decía? ¿a un grupo de individuos que se hacen pasar por representantes del pueblo? Supongamos que el poder está mismo con el pueblo, ¿será que su voz se hace respectar? ¿Se quiere transformar este lindo país en un holocausto judío, donde los derechos humanos fueron destruidos? ¿Se quiere vivir como en la guerra de los 16 años, en la cual millares de niños, adolecentes, jóvenes, adultos y mayores se dejaron de beneficiar de los fértiles suelos y de los 1000 años que Dios les había prometido en la tierra? ¿Se quiere destruir todas las infraestructuras construidas con sacrificios y con recursos a préstamo y que hasta hoy día no fueron pagadas en su totalidad? ¿Estamos en un país democrático con libertad de expresión, derecho a la protección o derecho a la vida? ¿Será que ya se pensó que tipo de personalidad los niños pueden desarrollar después de una educación en un ambiente hostil o de guerra? ¿Se está respetando la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada el 10 de Diciembre de 1948 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU)?

¡Esas inquietudes son de todos los Mozambiqueños y necesitan de respuesta! Pero, acuérdense que según Estanqueiro (1992), independientemente de nuestras diferencias: hábitos, costumbres, valores, creencias, grupos étnicos, estatuto socioeconómico, estilo de vida, estilo de aprendizaje, color de piel, somos todos iguales en dignidad. Es decir, aunque somos diferentes, nos debemos respeto unos a los otros y hay necesitad de desarrollar una actitud empática que nos ayudará a entender la base de la emoción de nuestra pareja, compañero, amigo, hermano, padre, profesor, tío, abuelo, primo y mismo de nuestro enemigo.

Así, partiendo de las posibles respuestas que pueden surgir de las preguntas anteriormente citadas, se puede afirmar que el país está cabeza abajo y patas arriba, pues las discrepancias de los superiores jerárquicos causan a millares de familias una situación de dolor inolvidable e irreparable. Lloran lágrimas de sangre debido a la crucifixión de sus parientes queridos, como si fueran ganado en un matadero, también debido a la pérdida de sus pertenencias y sobre todo de la vida que nunca les traerán de vuelta. Es que millares de niños fueron puestos en una situación de vida o muerte y algunos masacrados como pasó en el holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Para recordar esta triste historia, se podría citar a Cury (2002:98-99), para que nos cuente lo que paso, de hecho, con esos niños judíos.

En la Segunda Guerra Mundial muchos judíos fueron enviados a los campos de concentración: un depósito humano peor que una porqueriza. Ellos lloraban fuerte pero nadie los escuchaba. Sentían dolores, pero nadie los aliviaba. Pasaban frio, pero nadie los calentaba. Gemían de hambre, pero nadie los saciaba. ¿Será que al menos a los jóvenes y niños judíos los trataron bien? ¡No! No podían andar en las calles, comprar, tener amigos, tener cariño de sus padres e ir a la escuela. ¡Lo perdieron todo! Al final, más de un millón de niños y adolescentes judíos murieron.

En resumen esta historia retrata una situación en que los derechos humanos fueron destruidos. ¡Qué triste situación! ¿No será esta la misma situación que están pasando los niños mozambiqueños? Sus hogares son invadidos con tiroteos como si estuviesen ahuyentando pajaritos o monos en un terreno de cultivo. Esos tiroteos les crean situaciones de pánico y trauma irreparable. Los niños son obligados a dormir en sabanas, florestas y faunas con animales salvajes, desestabilizando sus emociones y poniendo en peligro sus vidas. Imagínese el desespero en que vive cada una de esas pequeñas y bellas personas. El sol nace, el brillo se abre y su memoria intenta rescatar su identidad, pero es difícil debido a los obstáculos que bloquean su memoria y la profundidad de su alma. Sabiendo que el país depende de los niños ¿qué se puede espera de unos niños educados en ambientes impropios, en ambientes de guerra?

Según Freud, Padre del Psicoanálisis, todos los aspectos vividos en la infancia y la adolescencia determinan la personalidad del individuo. Es decir que, si un niño vive o es educado en un ambiente hostil, de guerra, agresivo, de terror, o vive situaciones creadoras de pánico y trauma, él se puede volver en un adulto belicista, creador de pánico y provocador de situaciones traumatizantes para los otros, porque para él esas actitudes son normales y humanas. Imaginemos uno de esos niños desempeñando el cargo, por ejemplo, de Jefe de Estado de nuestro país, nuestra vida será una guerra eterna. ¿Es esto lo que queremos? ¿Los hombres guerrilleros que formamos serán capaces de cambiar y salvar el mundo de las diversas patologías? Reflexionemos en esa cuestión! Estanqueiro (1992) nos alerta que los niños aprenden por observación e imitación. Ellos observan modelos como sus padres, tíos, profesores, personas admiradas, figuras públicas, representantes del pueblo y del país, hasta situaciones que se viven en su país y subsecuentemente las practican.

Por lo tanto, toca a los modelos anteriormente citados cambiar de actitud y crear un ambiente favorable para el desarrollo de la personalidad de los pequeños e inocentes seres: «los niños». Es necesario tener en cuenta, que nadie aprende a amar si no es amado, nadie se abre si no es aceptado y nadie entiende la cuestión de la paz si no fue educado en un ambiente de paz. Así, mañana tendremos mendigos, niños de la calle, belicistas y olvidaremos que fuimos sus promotores. Según Cury (2002: 103) los derechos humanos no pueden estar solo en la ley, deben de estar marcados en el alma y esculpidos en el corazón.

El Acuerdo General de Paz fue establecido en Roma, Italia, en 1992, de manera que todos pudiésemos estar fuera de las amenazas que aalcanzan el territorio de nuestro corazón. Pero, todavía se escuchan tiroteos que nos recuerdan los dolores escondidos en nuestras almas hace 22 años. Nos recuerda la triste historia de nuestras madres que lloraban con las bolsas de arroz y sal recorriendo largas distancias sin descansar.

Sin embargo, ¿cuál sería la posible solución? En la resolución de conflictos hay tres estrategias que pueden ser tomadas en cuenta: el dialogo, el ataque y la fuga, (Estanqueiro, 1992). Aún el mismo autor alega que por lo que respecta a la comunicación interpersonal, el ataque es una estrategia peligrosa, porque revela falta de respeto por los otros y deseo de dominio sobre ellos. El dialogo autentico da buenos frutos. Promueve la confianza mutua; origina entendimientos; humaniza las divergencias; permite acuerdos. Pero éste surge como la estrategia ideal para resolver conflictos y acercar las personas. Muchos conflictos entre personas, grupos o naciones, fueron evitados o resueltos por la apuesta en el dialogo. En situaciones críticas, se justifica la presencia de un mediador (persona competente e imparcial) que facilite la comunicación, destacando los puntos comunes y ventajas del entendimiento. Sin embargo, no todo es negociable, pero es mejor un acuerdo frágil, una solución de compromiso, donde hay entendimiento de ambas partes, que aprisionar el territorio de la emoción de los niños y de la sociedad en general.

No vamos a vivir el presente sin prosperar en el futuro. Así, merece la pena mirar a los niños como flores que nunca marchitan, decía «Machel», es de ellos de quien el país depende. Acúrdense que el único sitio donde el individuo no debe sentirse aprisionado es dentro de su alma o de su corazón. Así que Reflexionemos!

Custódio Sumbane (Licenciando en Psicología Educacional)

Jornal Noticias (Mozambique)

[Traducción, Graça Barradas]

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