¡El Protocolo de Brazzaville cumple 25 años!

28/02/2014 | Crónicas y reportajes

El 13 de diciembre de 1988 fue decisivo en la Historia del África austral. Fue el día, en que, efectivamente, los representantes angoleños, cubanos y sudafricanos suscribieron de un plumazo los acuerdos de paz negociados minuciosamente en Brazzaville, bajo la égida del presidente congoleño, Denis Sassou-Nguesso.

Casi todos los protagonistas de esta aventura diplomática se reunieron el 11 de febrero de 2014 en la capital de la República del Congo para evocar este momento decisivo de nuestra Historia y extraer lecciones de futuro, en presencia de varios jefes de Estado y de tres premios Nobel de la Paz.

El encuentro que conmemora el aniversario de la firma del Protocolo de Brazzaville, inicialmente, estaba previsto que se celebrara el 13 de diciembre de 2013, justo al cumplirse 25 años de su firma, pero finalmente, la celebración del mismo quedó aplazada para el 11 de febrero de 2014, fecha que coincide con el vigesimocuarto aniversario de la salida de prisión de Nelson Mandela.

Fue extraordinaria reunión, de todo punto, y a la vez muy original, intelectualmente estimulante y muy espectacular, al congregar en torno a la figura del mandatario de la República del Congo, a los actuales presidentes de varios países africanos, entre los que se encontraban Jacob Zuma de Sudáfrica y Faure Gnassingbé de Togo, a varios de los antiguos jefes de Estado de entonces, como el senegalés Abdoulaye Wade, y además, a tres premios Nobel de la Paz, tales como Mohamed El Baradei, director general emérito de la OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica), Muhammad Yunus, desarrollador del concepto de los microcréditos y fundador del Banco Grameen (1) , Martti Ahtisaari, ex presidente de Finlandia, y a los que habría que añadir, la presencia de Mary Robinson, antigua presidenta de la República de Irlanda y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos de 1997 a 2002.

Las lecciones de la Historia.

Son dos los momentos a destacar en este excepcional encuentro, dado el carácter eminente y la altura de miras de las personalidades concurrentes al mismo. En primer lugar, el momento del recuerdo y de la conmemoración de las negociaciones y de la firma del Protocolo de Brazzaville.

Allí se encontraban todos reunidos, no sólo los destacados participantes e influyentes diplomáticos de los diferentes países concernidos, sino también sus actores en la sombra, como el caso de Michel Ledeen, antiguo consultor del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Michel Roussin, a la sazón director de gabinete de Jacques Chirac, entonces primer ministro francés o Jean-Christophe Mitterrand, consejero especial para Asuntos africanos del presidente de Francia, François Mitterrand, etc.

Un auténtico “complot para la paz”.

Y sobre todo, hay que destacar la presencia del hombre de negocios y “conspirador de la paz”, Jean-Yves Ollivier, que se implicó personalmente en la búsqueda de una solución negociada a los últimos conflictos, heredados directamente de la guerra fría, tales como la guerra civil angoleña, la ocupación de Namibia y evidentemente la situación intolerable que constituía el régimen segregacionista del apartheid en Sudáfrica. Él es el principal héroe de la película “Complot para la Paz” de Carlos Agullo, producida por Mandy Jacobson, financiada por la Paramount en Sudáfrica, y proyectada, en particular, en los cines de Sudáfrica, Francia, Portugal y España.

En juego, el fin del apartheid.

Lo que estaba en juego en esta insólita negociación estaba claro: el establecimiento de la paz en Angola, por medio de la retirada de los soldados sudafricanos y cubanos, que se encontraban en su territorio apoyando a los protagonistas de una guerra civil sin piedad. Los acuerdos de Brazzaville abrieron la vía a la independencia de Namibia, que dejaría de estar ocupada por las tropas de Sudáfrica.

La pacificación general del sudoeste africano posibilitó tanto, el fin del régimen del apartheid y la celebración de las primeras elecciones en una nueva y pacificada Sudáfrica, la nación del arco iris, como, la liberación del ínclito Nelson Mandela, cuya magnífica personalidad, generosidad y amplitud de miras, permitiría dejar atrás décadas de segregación racial institucionalizada.

Diez días después de la firma del Protocolo de Brazzaville, se firmó el Acuerdo de Nueva York, bendecido por los Estados Unidos y la ONU, tras lo que se puso en marcha rápidamente, el proceso de pacificación.

En Brazzaville, estaban presentes, no sólo los nietos de Nelson Mandela para mostrar su reconocimiento a todos los protagonistas de este momento histórico crucial y llevar el testimonio de su abuela Winnie Mandela, sino también, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, cuyo discurso fue dirigido, en particular a Denis Sassou-Nguesso, bajo cuyos auspicios, se pudo llevar a cabo esta histórica negociación.

La sabiduría de los premios Nobel

Después de la emoción, la reflexión: el segundo momento significativo de este aniversario reunía a varios premios Nobel de la Paz, a Jean-Yves Le Drian, actual ministro de Defensa francés y a otros antiguos presidentes y grandes diplomáticos, con el objeto de arrojar luz sobre las condiciones en las que la paz puede hoy perdurar en África.

De la calidad de las intervenciones, se podrán extraer numerosas lecciones, en particular las que atañen a la dimensión social y económica de los conflictos actuales y a la necesidad de gestionar mejor la distribución de la riqueza en un mundo interconectado.

La conmemoración de los acuerdos arroja una certeza: La humanidad puede salir del atolladero de la guerra y construir la paz, gracias al compromiso de hombres y mujeres ejemplares que se consagran a defender causas justas, a veces, a riesgo de su vida.

El presidente congoleño Sassou-Nguesso, citando a Henry Montherlant en la clausura de esta gloriosa jornada, apuntaba, hasta qué punto la paz es estimada en el corazón de todos aquellos que quieren engrandecer los valores de la vida.

Olivier Zegna-Rata.

Afrik. com

(1) Se trata de un banco social fundado por Yunus en Bangladesh, que se encarga de financiar iniciativas empresariales en varios sectores, como el textil o el energético, a través de la concesión microcréditos, en el entorno específico de la aldea. El término “grameen” quiere decir “propio de la aldea” en lengua bengalí.

Traducción y nota de Antonio Vázquez

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