Destruir los estereotipos africanos

27/02/2014 | Opinión

¿Qué hace a un africano ser «auténtico? ¿Quién es un africano auténtico? Muchas veces me paso horas preguntándome: ¿Seré yo un africano «auténtico» si dejo de lado mi individualismo biológico y me refiero a mí mismo como uno? ¿Seré yo un africano «auténtico» cuando esté más familiarizada con todos los países de África? Hablo Hausa (la lengua mayoritaria del norte de Nigeria), llevo pantalones de Senegal, zapatillas de Marruecos y como el conocido plato sudafricano pap. Aun así, no me muero de hambre. No he sido testigo del genocidio. Nunca he sufrido por las sequías. No cocino con leña y no vivo en una cabaña. He tenido la malaria más de tres veces y todavía sigo vivita y coleando. ¿Es que no soy una africana «auténtica»?.

A mi llegada a la African Leadership Academy, entre sentimientos de emoción y expectativas, llevaba todas mis historias individuales metidas en un saco, encerradas, aunque intentando salir. En este saco ficticio, una sudafricana había pedido una prueba de VIH para certificar que no estaba contagiada y un nigeriano juraba ante la tumba de su hermana que nunca había traficado con drogas. En mi saco, también encontrábamos a un keniata que se pasaba la vida entera intentando obtener una medalla de larga distancia porque, supuestamente, los keniatas llevan la velocidad en su ADN. También, encontrábamos a la típica víctima de las familias: una mujer musulmana que tiene que decidir entre cubrirse, tal y como lo dice el Corán, o llevar menos ropa para no ser considerada una terrorista.

La autora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie dice: «Para crear una única historia, se muestra a la gente desde una sola perspectiva, una y otra vez, y al final eso es en lo que se convierten». Claramente, no podemos decir que estos estereotipos tan generalizados sean completamente ficticios, pero tan solo son pigmentos de la verdad. A lo largo del primer curso, fui abriendo mi saco y conocí a keniatas que son orgullosos Masáis y que hablan suahili perfectamente, pero que nunca han intentado correr. Conocí a muchos sudafricanos que eran VIH negativo, pero que tenían en mente que los nigerianos éramos todos unos drogadictos. Yo soy una nigeriano musulmana , por lo que represento las percepciones tanto de los nigerianos como de los musulmanes. No obstante, no soy ni drogadicta ni terrorista.

La gente de mi generación está renunciando a su identidad simplemente para sentirse aceptada por la sociedad. En Nigeria, es muy normal pensar que los nobles vienen de la tribu hausa, mientras que aquellos que parecen estar solo detrás del dinero vienen de la tribu Igbo. Los estereotipos y las generalizaciones se crean en relación con un determinado grupo debido a la clase, raza, género, país, religión, imagen y otras características a las que no se suele aludir abiertamente. Este comportamiento está asociado a la idea de que cuando algo no nos parece «normal», se debe reconocer y, si es posible, se debe cambiar. Lo que hace es resaltar las diferencias que hay entre nosotros en vez de las similitudes. Los estereotipos nos pueden crear o destruir, pero no debemos dejar que nos definan como país, raza, género o clase.

Durante mi clase de estudios africanos, tuvimos que hacer una investigación sobre algún país africano del que no hubiéramos oído hablar y observar la imagen y la información que se le da a la gente que nunca ha estado allí. La imagen predominante era la de indígenas, desnudos en la mayor parte de los casos o casi desnudos; mujeres vestidas de negro con pechos caídos que vivían en cabañas; nativos que sufrían de hambre y de otras muchas enfermedades fácilmente reconocibles, como la desnutrición, la malaria, el Sida y el VIH. Se veían imágenes de madres con lágrimas que tenían que decidir a qué hijo alimentar y a cuál dejar morir. Los niños soldados, el genocidio y los barrios pobres son la definición más «precisa» de todo lo que es nuestro querido continente africano. Por supuesto, también se veían animales salvajes, ya que muchos en Occidente creen que es lo único atractivo de África.

No vi la imagen de Wole Soyinka, el primer hombre negro en ganar el Premio Nobel de Literatura en 1986, ni tampoco vi a Nelson Mandela, quien estuvo encerrado 27 años en la cárcel por defender la libertad de su país. Busqué a Haile Selassie, quien resistió durante la invasión italiana a Abisinia (la actual Etiopía) en 1930 y salvó a un país de la colonización, pero tampoco lo encontré. ¿Qué pasa con el médico Christiaan Barnard, el sudafricano que llevó a cabo el primer trasplante de corazón en 1967? Tampoco se mencionaba a Nollywood, la industria cinematográfica nigeriana que produce más películas al año que Hollywood y que busca promover la cultura africana.

En una ocasión, Mandela dijo: «Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, y el amor llega al corazón humano de manera más natural que su que su contrario». Es muy fácil juzgar constantemente a una persona por los estereotipos que conocemos, pero debemos entender que esa persona solo puede actuar dentro de esas historias individuales a las que está expuesta. ¿Qué ocurriría si hubiera otra versión? ¿Qué pasaría si enseñamos la verdad y no solo pigmentos de ella? ¿Por qué no mostramos la antiguas civilizaciones africanas antes de que llegaran los británicos? Como sociedad, debemos intentar cambiar los estereotipos a través de la educación y de la acción social. Podemos tratar de ofrecer al mundo las historias completas sobre África, como por ejemplo cuantos niños van al colegio y se presentan a los exámenes SAT o a los exámenes internacionales de Cambridge.

Otro novelista nigeriano, Chinua Achebe, dijo: «Si no te gusta la historia de otro, escribe la tuya propia». Voy a escribir mis propias historias porque no me conformo con la imagen simplificada de África. Los estereotipos nos dividen como país, continente, cultura, nación y, lo más importante, como individuos.

Khadija Sanusi

Khadija Sanusi es estudiante de primer curso de la African Leadership Academy

Voices of Africa

[Traducción, Mercedes Negueruela]

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