Pagar por tener trabajo en Kivu del Sur

13/01/2014 | Crónicas y reportajes

Pagar a su futuro jefe para que le contraten, empeñar una parte de su salario para mantener el trabajo: estas prácticas se han vuelto muy corrientes en Kivu del Sur y por extensión en el resto de la RD del Congo, pero por miedo a perder el empleo, son muy raros los casos en que alguien habla de ello. Un joven graduado de Uvira, en paro desde hace más de un año, prometía el pasado Noviembre por teléfono “Jefe, si me ofreces este trabajo, mis dos primeros salarios los destinaré a compensarte por ello, de inmediato”. Además, ya envió numerosas tarjetas telefónicas a aquél eventual empleador con el que tuvo varias citas.

En la actualidad, los que buscan un empleo se comprometen a hacer tal ofrecimiento sin tener la garantía de obtener a cambio un puesto de trabajo. Una práctica que ha ido adquiriendo importancia en los últimos tiempos y que a la patronal le parece “normal”. Así, un antiguo director provincial de un servicio público fue obligado a enviar dinero y otros regalos en especie a sus superiores. Hasta su director general en Kinshasa, la capital, manifestaba con amargura “Yo hacía lo mismo incluso con algunos miembros de sus familias con el único propósito de ganarme su favor. A cambio, conservaba mi puesto”. “Desgraciadamente”, añadía, “unos meses después de haber dejado de hacerlo perdí mi empleo.

Así, a día de hoy, le dan trabajo no al más competente sino, a menudo, al mejor postor. La corrupción gangrena sectores tan diversos como la administración pública, las empresas y numerosas ONGs. Para los titulados arrojados a la arena del mercado de trabajo, la contratación representa, cada vez más, la posibilidad de disponer de recursos al efecto.

Silencio sobre estas prácticas.

Dar dinero al jefe o una parte del sueldo tiende a convertirse también en un hábito para mantener el puesto de trabajo, sobre todo si el salario aumenta. Biringanine Chance hizo de todo para que su superior le volviera a incluir en la lista de nuevos operarios de una compañía cervecera de Kivu del Sur. Chance reconoce “No soporto el sistema de rotación de obreros que planifica la compañía” (consistente en la permuta de unos jornaleros por otros tras un mes de trabajo, N del A.). “Por eso prefiero utilizar los pocos medios de que dispongo para formar parte del programa de rotación”. “Hoy, hago todo, lo mejor que puedo para proteger mi trabajo”, puesto que, explica Andy Kibasomba, hoy vigilante en Bukavu, “el día que perdí mi primer empleo de inspector de Hacienda, me tomó por sorpresa y me afectó anímicamente”.

Sin embargo, la Constitución de la RDC dispone que el trabajo es un derecho y un deber sagrados para cada congoleño. Según el artículo 36 “El Estado garantiza el derecho al trabajo, la protección contra el desempleo y una remuneración equitativa (…). Nadie puede ser discriminado en su trabajo en razón de su origen, sexo, ideología o de sus condiciones socioeconómicas”. A pesar de esto, son pocos quienes se atreven a hablar acerca de tales prácticas de corrupción. Esencialmente, sólo aquéllos que han perdido el curro, y no antes de quedarse sin él. Según fuentes cercanas al inspector de trabajo de Uvira, los trabajadores fomentan estas prácticas al guardar silencio. Afortunadamente, algunos empleadores no se dejan corromper, como confirma Martine Mulumederhwa, coordinadora de una organización de la sociedad civil: “Los hay que hacen su trabajo sin complacencias, con dignidad y nobleza, anteponiendo el mérito y la capacidad a la práctica del soborno”.

Fidèle Mutchungu.

Syfia Grands Lacs

(Traducción, Antonio Vázquez)

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