La realidad de la clase media en Kenia

9/01/2014 | Opinión

Podrá sonar a tópico que el 50 aniversario de la independencia de Kenia supone una oportunidad para reflexionar de forma sincera y hacer balance del pasado. No obstante, para una nación con grandes esperanzas puestas en un crecimiento rápido, sería imperdonable que en la segunda mitad del siglo la vida se basara en interpretaciones erróneas o en la falta de comprensión de nuestra realidad económica.

No creo que todos los keniatas coincidan en cuáles deberían ser las prioridades políticas y sociales de la nación, pero sí que existe prácticamente consenso en cuanto a que todos los keniatas merecen grandes mejoras de vida. He aquí la principal cuestión sobre la que deberían estar de acuerdo todos los keniatas: la mayoría de la población aún vive en condiciones básicas de privación y pobreza.

Tal descubrimiento nos lleva a la pregunta de si en Kenia existe una clase media.

Si partimos de la premisa de que los keniatas coinciden en que la prosperidad común es uno de sus objetivos como nación, es imprescindible comprender qué entienden por prosperidad los hogares en Kenia. Los datos existentes no concuerdan con la afirmación de que en Kenia existe una clase media amplia y creciente. Puede que Kenia siga un curso económico respetable, pero el número de hogares con ingresos medios no está aumentando. El concepto de clase media se basa en los ingresos derivados de actividades empresariales o de competencias transferibles de trabajo. La tasa de desempleo no sustenta la afirmación de que la clase media está creciendo.

Los datos de la oficina nacional de estadística de Kenia (KNBS, por sus siglas en inglés) muestran que en el año 2011 había 2,1 millones de empleados asalariados en Kenia. Si lo comparamos con el total de población activa, unos 17 millones, se observa que el empleo remunerado, la principal fuente de ingresos de la mayoría de las clases medias en el mundo, es muy escaso. Estos números refutan las tajantes afirmaciones de que el país cuenta con una gran clase media, ya que, en Kenia, el empleo remunerado no parece ser la norma sino la excepción. No es probable que el resto de la población activa lleve a cabo empresas personales que resulten en salarios propios de la clase media. Otro asunto de igual importancia relativo a la cuestión del crecimiento de la clase media es que el índice de crecimiento de los asalariados en Kenia ascendió a menos del 5% anual entre los años 2005 y 2011, así que, mientras que el índice de crecimiento económico es intermedio, la clase media no se está expandiendo.

El concepto de clase media hace hincapié en una serie de hogares prósperos y activos, con una productividad alta e ingresos regulares. Muchos de los informes que estiman el tamaño de la clase media en Kenia se basan en el gasto diario, un enfoque sensato, ya que el gasto resulta de los ingresos. Según los datos de la oficina nacional de estadística de Kenia, el nivel de ingresos en el país supone otro desafío para la cuestión que se trata. En 2011, el 50% de los asalariados en Kenia, de acuerdo con ese informe, ganaron más de 15.000 chelines keniatas al mes, mientras que solo un 23% del total del grupo recibió mensualmente un salario superior a los 50.000 chelines. Los salarios de este grupo superan la media nacional, pero son una minoría. Por lo tanto, la idea de que en Kenia existe una clase media sólida y creciente solo es cierta si el umbral para entrar en el grupo de clase media se fija en niveles de ingresos muy bajos.

Otro aspecto que choca con la existencia de una clase media creciente está relacionado con los datos sobre productividad en Kenia. A pesar de experimentar un crecimiento decente durante los últimos cinco años, es preocupante que las cifras de productividad hayan disminuido. Esto conlleva que, aunque en términos generales el Producto Interior Bruto (PIB) crece, la calidad de la mano de obra está empeorando. Esta situación parece un rompecabezas, ya que la esencia del incremento de los salarios y de la clase media es que el valor del trabajo se está incrementando y por lo tanto se crean nuevos productos y servicios para generar ingresos. Una productividad estancada o en declive contradice claramente la posibilidad de que exista una clase media creciente o estable.

Dentro de la política económica, tiene sentido querer que se fomente la creación de una clase media, pero no sirve de nada creer que existe cuando la evidencia muestra lo contrario. De hecho, el mito de la existencia de una clase media en desarrollo solo protege a los responsables políticos de no responder ante su incapacidad de crear una prosperidad mayor.

Kwame Owino

Daily Nation (Kenia)

(Traducción, Ana María Peña)

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster