La educación es el arma más poderosa con la que puedes cambiar el mundo

11/12/2013 | Opinión

En África podemos encontrar miles y miles de establecimientos escolares, desde Universidades prestigiosas hasta humildes escuelitas de poblados perdidos, que llevan el nombre de Nelson Mandela.

Instituciones educativas que recuerdan la importancia que la educación tenía para él. Mandela considera la educación como la más poderosa de las armas para cambiar el mundo y como motor del desarrollo personal que permite a “la hija de un campesino convertirse en médico, al hijo de un minero convertirse en el jefe de la mina, o el hijo de trabajadores agrícolas llegar a ser presidente de una gran nación”.

En el año 2002 Nelson Mandela y Graça Machel, ex ministra de Educación de Mozambique, con la que se había casado en 1998, escribieron un texto para sumarse a la Campaña Global por la Educación, lanzada por millones de padres, maestros y niños de todo el planeta para pedir a los Gobiernos una enseñanza básica gratuita y de buena calidad para todos los niños del mundo. En él nos explican, a partir de la experiencia personal de ambos, la importancia de la educación para construir la persona humana y cambiar el mundo. Reproducimos en gran parte ese texto, que nos muestra la importancia que Mandela dio a la educación. Un texto que diez años más tarde conserva su actualidad a pesar de los progresos en “Educación para todos” de estos últimos años. Según la UNESCO, todavía, en África subsahariana, habría alrededor de 29 millones de niños en edad de cursar estudios primarios que no asisten a la escuela, de los que 54 % son niñas y unos diez millones de niños abandonarían la escuela cada año.

El hombre que supo conciliar memoria y reconciliación, nos dejó reflexiones de gran sabiduría sobre problemas políticos y sociales, que pueden inspirar a hombres y mujeres de todo el planeta. El siguiente texto sobre la educación, forma parte del legado que nos dejó ese gigante en humanidad, que fue Mandela, padre de la Nación arco iris. El hombre que lucho por la libertad, la igualdad y la justicia.

Texto de adhesión a la Campaña Global por la Educación

“…Millones de padres, maestros y niños de todo el globo instaron a los Gobiernos a proporcionar una enseñanza básica gratuita y de buena calidad para todos los niños del mundo. Ellos participan en la Campaña Global por la Educación; nosotros sumamos nuestra voz a su llamamiento.

Sabemos por experiencia propia lo que la educación puede significar para un niño: en nuestra vida hemos visto cómo una generación de niños provista de formación construía una nación. Y nuestra educación fue la base que nos permitió tomar parte en los acontecimientos históricos de nuestros respectivos países: la liberación de nuestros pueblos del colonialismo y el apartheid.

La educación puede marcar la diferencia entre una vida de pobreza opresiva y la posibilidad de una vida plena y segura: entre niños que mueren a causa de una enfermedad evitable y familias que se crían en un entorno saludable; entre huérfanos que crecen en el aislamiento, y comunidades que tienen los medios para protegerlos; entre países destrozados por la pobreza y los conflictos, y el acceso a un desarrollo seguro y sostenible.

La enseñanza es uno de los instrumentos más eficaces que tenemos para promover la prevención del sida y poner fin a la propagación de la pandemia.

En tiempos de paz, la enseñanza puede proveer a los niños de medios para protegerse; en tiempos de guerra, puede literalmente salvarles la vida. Pero hoy en día el mundo atraviesa una crisis de la educación. Ciento veinte millones de niños -dos terceras partes de ellos niñas- no tienen acceso a la enseñanza básica. Uno de cada cinco niños no verá nunca el interior de un aula. Al consentirlo, estamos impidiendo a estos niños participar significativamente en la sociedad; estamos permitiendo que aumenten las diferencias entre los países desarrollados y los subdesarrollados, y perpetuando los ciclos de pobreza y desigualdad.

En muchos países en desarrollo, el precio de la escolaridad es la barrera que impide llevar a los niños al colegio. Incluso en países en los que la enseñanza primaria se supone que es gratuita, el coste de los libros y uniformes significa que muchas familias pobres sencillamente no pueden permitirse el dar a sus hijos una educación. En Zambia, enviar a una criatura a la escuela primaria puede costarle a una familia una quinta parte de su renta; no es de extrañar que más de medio millón de niños de este país no vayan al colegio.

Los Gobiernos tienen que hacer mucho más para que todos los niños puedan acceder a la escolarización En nuestro continente, África, los presupuestos nacionales a menudo no dan prioridad a las necesidades básicas de los más pequeños: acceso a la enseñanza, atención sanitaria y agua potable…

Vivimos en una economía global de más de 30 billones de dólares; tenemos los recursos. El año pasado, el mundo gastó casi el doble en defensa que en educación (en algunas regiones hasta cuatro veces más). Se calcula que cada mes se desembolsan 1.000 millones de dólares sólo para las acciones militares en Afganistán. Para alcanzar los objetivos globales del acceso universal a la enseñanza, hay que invertir al menos 5.000 millones de dólares al año. Si nos tomamos en serio la lucha contra la ignorancia, la enfermedad, la pobreza -y la construcción de un mundo apropiado para nuestros hijos- tenemos que ser tan diligentes a la hora de encontrar medios para financiar la educación, la atención sanitaria y el bienestar social de nuestros niños, como lo somos a la hora de encontrar medios para defender nuestras naciones en otros sentidos.

Hace muchos años, los países industrializados acordaron dedicar un 0,7% de la renta nacional a la Ayuda Oficial al Desarrollo, pero sólo Holanda, Noruega, Suecia y Dinamarca han cumplido firmemente esa promesa…

Si no alcanzamos los objetivos para la enseñanza universal, no sólo no cumplimos nuestros compromisos como gobiernos, comunidades y ciudadanos, sino que también fallamos a nuestros niños. Todos ellos tienen derecho a aprender…”

Nelson Mandela y Graca Machel (Abril 2002)

Francisca Reche

Autor

  • Nació en Chirivel (Almería). Estudió Magisterio en Almería, Licenciaturas de Pedagogía y de Filosofía, en la Complutense de Madrid.

    Llegó por primera vez a Africa en 1958 (a Argelia): después estuvo en Ruanda, Guinea Ecuatorial y desde el 1975 en Burkina Faso.

    En África trabajó como profesora en el Instituto Catequético Lumen Vitae de Butare, Profesora de enseñanza secundaria de español y filosofía; Universidad Popular (filosofia). También ha colaborado con Asociaciones de mujeres y con niños de la calle en Burkina Faso.

    Está en España desde 2004, actualmente, en Logroño. Colabora con la revista de los misioneros de África "Africana", Los Comités de Solidaridad con África Negra y con Rioja Acoge.

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