Desde la austeridad de su celda el trino de un ruiseñor de El Cabo le regalaba cada amanecer. Universo interior en aquellas cuatro paredes blancas de Robben Island. Desde la sencillez de un alma generosa y noble para aceptar que detrás de su carcelero sólo se escondía el miedo del afrikáner. Frescas, suaves y verdes colinas xhosa donde su espíritu ya descansa. Desde la dignidad como discurso frente a la tiranía de la piel. Mi corazón de traidor en palabras de un Malan. Desde la más caballerosa de las resistencias. Aprender afrikaans como respuesta a tantos y complicados porqués.
“Estoy seguro de que si voy al cielo me dirán: ‘¿Quién eres tú?’. Yo diré: ‘Bueno, soy Madiba’. ‘¿De Qunu?’. Yo diré: ‘Sí’. Entonces ellos me dirán: ‘¿Cómo pretendes entrar aquí con todos tus pecados?’. Me dirán: ‘Márchate, por favor, llama a las puertas del infierno. Puede que allí te acepten’”.
Desde el calabozo 46664 al Union Building de Pretoria. No es país para revanchas por colores. Desde la corte de Rivonia al apretón de manos con Françoise Pienaar. Un hombre un voto. Desde el dolor de Sharpeville a la reunión con De Klerk. El más justificado de los Premios Nobel de la Paz. Desde el pijama de presidiario al polo verde y oro de los Springboks. Vellocino afrikáner vestido por un negro. Desde la comprensión. Entiende a tu enemigo y este dejará de serlo.
“La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
Desde la húmeda y rojiza tierra africana que bajo los pies descalzos late. Robada. Desde el crepúsculo de su vida. Atardeceres con ese Tchaikovski con el que tanto le gustaba difuminar las puestas. Desde el Die Stem van Suid-Afrika al Nkosi Sikelel´ iAfrika. Dos décadas sin Apartheid. Desde el respeto por sí mismo al hacerse cada día su cama. Veintisiete años sin libertad y no hubo lugar alguno para el rencor. Desde el amo de mi destino. Porque yo soy el capitán de mi alma. Desde la tierra al cielo. Porque hoy todos estamos un poco huérfanos. Nelson Mandela, hasta siempre Madiba.