¿Ha sido la ofensiva contra Boko Haram en Nigeria un fracaso?

5/12/2013 | Crónicas y reportajes

Cuando Nigeria anunció por primera vez los planes para una «gran ofensiva» contra Boko Haram a comienzos de año, no esperaba que fuera a durar tanto tiempo. Los oficiales hablaron en términos de semanas, unos cuantos meses como mucho; y pareció seguro que una arrolladora exhibición de fuerza intimidaría al grupo militante islamista y lo sometería.

El asesor presidencial, Doyin Okupe, comentó, justo una semana después de la operación que fue lanzada en mayo, que “El progreso es bastante alentador y creemos que si las cosas van así, deberíamos cantar un breve aleluya”.

Y el progreso ha sido enfatizado por consistentes informes de victorias militares: 50 miembros de Boko Haram abatidos en un ataque en septiembre; 150 en un incidente separado en el mismo mes; 75 en un ataque; 20 en una emboscada en noviembre; estos son algunos ejemplos entre muchos. Y los muertos han sido acompañados por una continua cascada de arrestos y detenciones de presuntos miembros de Boko Haram.

Por ahora todo bien, al menos por lo que se refiere a la élite político-militar de Nigeria.

Pero, mientras, Boko Haram podía estar derrotada, ciertamente no lo están, y esta semana han ofrecido un sangriento recordatorio de que mantienen una potente fuerza de combate. El lunes en la norteña ciudad de Maiduguri, un bastión importante para el grupo, y también uno de los objetivos principales de represión de la Fuerza de Acción Conjunta (JTF, por sus siglas en inglés), cientos de militantes de Boko Haram se abalanzaron sobre una base de las fuerza aéreas y un cuartel militar en una coordinado ataque sorpresa antes del amanecer. Oficialmente, 24 militantes murieron y dos soldados resultaron heridos, pero la cifra real de muertos es posible que sea mucho mayor.

El reportero de la BBC, Will Ross, destacó desde Lagos que “Una vez más hay una sorprendente discrepancia entre la versión oficial y los recuentos realizados por los testigos presenciales del ataque antes del alba en Maiduguri… El hecho que las redes de telefonía móvil hayan sido desconectadas desde hace meses tampoco ayuda a aportar claridad. Dijimos que solo dos militares resultaron heridos -una declaración en extremo sorprendente dado que esos ataques coordinados sobre la base aérea de la ciudad y el cuartel militar se prolongaron durante horas y dejaron destruidos varios edificios así como un avión… En los meses recientes la mayor parte de la violencia ha tenido lugar en las áreas rurales y Maiduguri había parecido mucho más segura de lo que solía ser. Pero este ataque directo al corazón de los militares es un duro revés y debe llevar a cuestionarse los fallos de seguridad”.

El ataque también levanta preguntas sobre la reacción de los nigerianos y si una gran ofensiva militar es realmente la vía más efectiva para hacer frente a Boko Haram.

Ciertamente, no hay soluciones fáciles al problema de Boko Haram, y el gobierno debe hacer algo. El grupo militante permanece como una de las organizaciones más sanguinarias de África, responsable de la muerte de más de 1.600 civiles en los últimos cuatro años. Más recientemente se ha pensado que son los responsables de la indecente matanza de 115 personas entre finales de octubre y comienzos de noviembre; una serie de asesinatos que Amnistía Internacional dijo pueden constituir un crimen contra la humanidad. Aunque la JTF ha estado implicada en similares crímenes inquietantes.

El investigador para Human Rights Watch en Nigeria, Mausi Segun, declaró al Daily Maverick desde Abuja que “Human Rights Watch ha documentado alegaciones de violaciones contra las fuerzas de seguridad nigerianas, incluyendo: arrestos indiscriminados y arbitrarios; detención sin pruebas; tortura y maltrato de detenidos; desaparición forzada de decenas de sospechosos y ejecuciones extrajudiciales… Nuestra investigación muestra que estos abusos alcanzaron su punto máximo en las semanas siguientes a la imposición del estado de emergencia de mayo hasta finales de junio.

Cientos de jóvenes detenidos durante las redadas y los ejercicios militares de rastreos ni han sido vistos por los familiares o abogados ni han sido acusados de ningún delito ante los tribunales. El Hospital de Especialidades del Estado de Borno y los registros de la morgue desde mediados de mayo hasta principios de julio muestran un marcado incremento en el número de cadáveres depositados en la morgue por soldados desde centro de detención militar (barracones Giwa) en Maiduguri».

Nigeria, en otras palabras, está luchando contra el fuego con fuego – y si el ataque a Maiduguri es algo por lo que dejarse guiar, no parece estar disminuyendo la amenaza de Boko Haram, solo forzando al grupo a cambiar de táctica.

Como explica Segun: «Si bien hasta el [lunes], los ataques de Boko Haram en las principales metrópolis como Maiduguri se habían reducido desde aproximadamente principios de julio, el grupo, más o menos al mismo tiempo, se responsabilizó de los ataques en pueblos y aldeas rurales particularmente en los estados de Borno y Yobe. Desde la supervisión de los registros de los medios de comunicación, se puede estimar que más de 700 personas han muerto en más de 40 ataques desde mayo de 2013. Boko Haram también está secuestrando mujeres jóvenes y el usando chicos como combatientes y espías».

Sin embargo, el investigador senior David Zounmenou, de Instituto de Estudios de Seguridad, sostiene que la ofensiva militar no debe darse por perdida. Según comentó al Daily Maverick «Es difícil decir si se trata de un éxito o un fracaso… Una cosa que está clara es que muestra la determinación del gobierno para acelerar el juego y capturar a Boko Haram militarmente. Esto cambia los parámetros del conflicto… Muchos insurgentes han sido encontrados, muchos detenidos, pero están tratando con una amenaza que es muy difusa, que no tiene una gran estructura de liderazgo o viste uniforme”.

Una vez dicho esto, Zounmenou hace hincapié en que la estrategia militar sólo puede funcionar si es parte de una triple estrategia que se dirija hacia las raíces de los problemas: además de los soldados, el estado nigeriano debe responder a las condiciones socio-económicas que produce un entorno en el que la ideología extremista puede florecer, y hacer frente a la corrupción y falta de transparencia dentro de la élite política que se ha producido una generación que se sienten privada de sus derechos, especialmente en el norte.

Mausi Según, de Human Rights Watch, está de acuerdo: » Human Rights Watch ha pedido insistentemente al gobierno de Nigeria que tomar medidas para hacer frente a los factores que dan lugar al incremento de la militancia no sólo en el noreste , sino en todo el país. Estos incluyen la falta de igualdad de acceso a la educación, la salud y otros servicios sociales, la corrupción endémica del gobierno, y la falta de investigación y procesamiento de los responsables de la violencia y las matanzas religiosas, étnicas e intercomunales».

Es una larga, difícil lista de problemas – ninguno de los cuales se puede resolver sólo por las armas y los soldados, no importa cuan grande sea la ofensiva.

Simon Allison

Daily Maverick (Sudáfrica)

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