“Miss Moto Maroc” – El primer motoclub femenino del mundo árabe y de África , por Antonio Molina

25/11/2013 | Bitácora africana

Introducción

Hace pocas semanas hablábamos de la Liga femenina de fútbol de Argelia, en otras ocasiones hemos comentado la lucha de las mujeres saudíes para conseguir conducir sus coches sin la presencia de “ángeles de la guarda”. Hoy he hecho un descubrimiento que os quiero comunicar: Las mujeres marroquíes aficionadas a la moto han fundado un club para vivir su pasión por los motores y los grandes espacios.

¿De quién surgió la idea?

La señora Dalila Mosbad, casada y con varios hijos, fue empleada de la compañía aérea “Royal Air Maroc”, a los 50 años dejó ese trabajo. Al salir del ruido de los motores de los aviones se conformó con el runruneo de las motos de gran cilindrada. Ella misma nos cuenta cómo nació ese amor de club. “Cuando, hace un par de años, lancé la idea de crear un club de mujeres moteras, la idea fue acogida con escepticismo. Comenzamos un grupo de 15 y ahora formamos una larga caravana rosa, que se alarga cada día más.” Dalila es la líder de un movimiento compuesto por mujeres de todas las edades, que montan motos de grandes cilindradas y de diferentes marcas: Honda, Kawasaki, Yamaha, Harley-Davidson, etc…

Una líder muy activa

Dalila toca la bocina para formar el gran cortejo motero. Dos miembros del club abren paso y advierten si la carretera es suficiente ancha para ir en doble fila. Nos sigue contando: “Cuando atravesamos las ciudades, los hombres al borde de las carreteras nos miran con los ojos perplejos y la boca abierta…Pensando: Pero ¿a dónde vamos a parar? En nuestro país abundan los machos retrógrados, que querrían que las mujeres se quedasen en casa para la cocina y la cama. Nosotras reivindicamos nuestra libertad, yo ando luchando por ella desde joven.”

Con su entusiasmo habitual nos sigue contando su aventura: “A los 16 años, convencí a mis padres para que me compraran mi primera moto, una ‘SOLEX magnífica. Desde aquel momento comencé a correr por las pistas arenosas del Sur miles de kilómetros, otras veces subía y bajaba los tortuosos caminos del Atlas, igual que las playas de nuestras costas. Luego comencé a animar y a enseñar a algunas amigas íntimas, que tenían las mismas ganas de libertad. Me casé con un hombre que también amaba la moto y a medida que los niños crecieron los llevábamos con nosotros. Ahora ya son grandes y están infestados por el mismo virus de las motos. Sin embargo, los viajes más importantes prefiero hacerlos sola.”

Su vuelta por los Estados Unidos

Para realizar su sueño, mucho le sirvió ser empleada de una compañía aérea. Eso le facilitó el transporte de la moto. Una vez allí se preparó para recorrer la famosa ‘Route 66’ que una la costa del Atlántico con la del Pacífico, de Nueva York a Los Ángeles. En 12 días se recorrió más de 6 mil kilómetros. Con el corazón latiendo al ritmo del motor.

Regresando a Marruecos, se anima a publicar el anuncio de la fundación del club motero femenino. Su sorpresa fue enorme al descubrir tantas mujeres, que compartían su pasión por las motos.
Actividades del motoclub

Organizan viajes con estancias en ciudades turísticas, realizan encuentros formativos sobre la seguridad en la carretera, cursos de conducción y participan en fiestas y concentraciones moteras.

A cada salida se forma un cortejo espectacular. Todas lucen en sus cascos el logo del club: Un yelmo con dos alas rosas, chalecos y pantalones de cuero o “jeans”, guantes de verano y nada de tatuajes.

“Algunas, más tradicionalistas, montan en moto con el pañuelo islámico. Otras tienen su estilo propio, porque se puede ser femenina y elegante, aún montando un bólido que hace temblar la carretera,” nos cuenta Amal Bennis, de 44 años, madre de dos hijos, dentista de profesión.

Hace pocos meses esta señora juntó los ahorros de su vida para pagarse el capricho de comprarse su primera moto. Y reconoce que “es la mejor inversión de su vida.” Al montar en moto explica que ha hecho un gesto hacia ella misma.”Porque mirándolo bien, al agarrar el manillar de la moto he tomado las riendas de mi vida.”

Proporción de permisos de conducir motos

En Marruecos, los carnets de conducir motos se distribuyen así: 60% hombres y 18% mujeres. El resto lo componen las licencias de las Fuerzas de Seguridad y el Ejército, que no entran en la estadística civil.
A pasar del renovado código de la familia y los esfuerzos que hace Mohamed VI para modernizar el reino alauí, el peso de la tradición y de los partidos salafistas es aún muy grande. Hacen falta muchas Dalilas, Leilas, Myriam, Fátimas y sus compañeras, para que las reivindicaciones de sus derechos suban del asfalto a las alfombras de palacio. Tiene que continuar esta lucha, “porque la sociedad marroquí es aún demasiado machista”, declaran las activistas de ‘La Primavera de la Dignidad’, una coalición de 22 organizaciones femeninas, que luchan por la igualdad de derechos y trato

Zhor Rachiq, fundadora de ‘Mujeres en acción,’ afirma: “Las mujeres estamos en la primera línea en la familia, en el sector económico, en la enseñanza y en la sanidad. En todos los campos hemos dado pruebas de nuestra competencia y capacidad para el desarrollo de nuestro país.” Y concluye: “Sin embargo en la politíca no estamos suficientemente representadas y en la vida de cada día no estamos suficientemente protegidas. Esto se verifica con las estadísticas oficiales en la mano, que contabilizan 6 millones de mujeres que sufren violencias, la mitad en el seno de sus familias, en una población total de 32 millones.”

El gobierno debería endurecer las penas contra los abusos sexuales, las burlas y desprecios en los ambientes de trabajo y hasta en las calles.”

Lucha larga, a pesar de haber tantos marroquíes, que han vivido en Europa, en países donde sus mujeres e hijas aprendieron a gustar de la libertad de las mujeres europeas.

La lucha continúa… pues, según su era, están en el ¡1433! Yo me pregunto ¿cómo estábamos los europeos en el siglo XV?

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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