El reverso africano (II): Recolonizar las imágenes desde el Sur, por Wiriko

2/10/2013 | Bitácora africana

Publicado por Sebastián Ruiz

Continuamos con la serie que empezamos hace una semana sobre conflictos en el continente llevados a la gran pantalla, pero hoy toca mirar al Sur. Algunos de los trabajos cinematográficos africanos en esta línea procuran, precisamente, otorgar una respuesta prolongada que reaccione ante los colosales obstáculos interpuestos por la historia dominante escrita desde una parte del mundo –léase guiones–. Y son cada vez más los foros en el que la mirada made in África, la de los directores que pelean por sacar adelante sus producciones alternando la alquimia con la burocracia de las subvenciones, acerca a un primer plano el séptimo arte africano. No obstante, no dejan de ser fundamentalmente arenas especializadas como la del Festival de Cine Africano de Córdoba, que el próximo 11 de octubre y hasta el 19 cumplirá su décima edición, y cuya repercusión, en el mejor de los casos, se limitará a un breve espacio en los medios de comunicación nacionales e internacionales.

Franz Fanon reconocía la importancia crucial para los pueblos subordinados de afirmar sus tradiciones culturales y recuperar sus historias reprimidas. De aquí que el papel de las cinematografías en África sea crucial para desnudar la historia y reescribirla con voz propia, desde otra óptica, con otras lenguas y como herramienta contestataria a la cultura empaquetada desde las industrias del pensamiento dominante.

A pesar de ser el cine más joven de todo el mundo (a penas 50 años) mantuvo una coherencia narrativa determinante en los años posteriores a las independencias en el continente. Así lo manifestaron Yemane Demissie en Tumult (1996) al reflejar las luchas en Etiopía contra Haile Selassie; o Raoul Peck al filmar Lumumba (2000) y Jon Akomfrah al retratar la vida del también carismático líder Nkrumah en Testa­ment (1988). En los últimos tiempos varias obras han retratado los conflictos armados durante las décadas de los 90 y 2000 en el continente como Zulu Love Letter (2004), de Ramadan Suleman, que retrata la realidad sobre el apartheid; Sometimes in April (2005), de Raoul Peck, sobre el genocidio de Ruanda, una visión completamente diferente a la obra mencionada de Hotel Ruanda; o Ezra (2007), de Newton Aduaka, una obra que se adentra en los comités de reconciliación de los niños soldado en Sierra Leo­na y que ganaría en 2007 el Caballo de Oro en el Festival Panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú (FESPACO).

En la búsqueda de nuevos espacios para el diálogo sobre conflictos, invasiones e intervenciones en África serían también interesantes títulos como los siguientes: Des fusils por Banta (1971) sobre la guerrilla en Guinea Bissau y Sambizanga (1972) sobre la libe­ración de Angola, ambas de la directora Sarah Maldoror; Struggle for a free Zimba­bwe, (1972) de Kwate Nee-Owoo; Sarrounia (1986), de Med Hondo, que narra la historia de la reina y jefa mi­litar de las Aznas de Níger en su lucha frente a la penetración francesa; Mortu nega (1988), de Flora Gomes, que muestra un retrato nostálgico de los combatientes en la independencia de Guinea Bissau; o Adwa: an african victory (1999), de Haile Gerima, sobre la victoria etíope frente a los italianos en 1896.

El secuestro ahogado de las imágenes y la negación irracional de su propia historia a la que el continente ha estado sometido a lo largo de varios siglos ha motivado que los conflictos armados que tienen lugar en él tiendan a reducirse con visiones estereotipadas sin cabida al análisis y la contextualización. Las grandes producciones de cine occidentales –aquellas realizadas bajo un decorado africano– continúan acomodadas en guiones dramáticos en el que el papel de los africanos se reduce a un segundo plano y en el que la rentabilidad es la prioridad. Se sigue obviando, por lo tanto, que las guerras africanas contemporáneas deben enmarcarse en una red de actores con intereses determinados en la lógica del conflicto; por lo que la necesidad de observarlos desde la gran pantalla africana pasa por el visionado y la escucha activa de las voces procedentes del propio continente. Premisas como éstas pueden contribuir a una aproximación más acertada de la siempre coral, heterogénea y dinámica realidad subsahariana.

Original en : Wiriko

Autores

  • Co-fundador de Wiriko. Doctor en comunicación en África al sur del Sahara (US), Máster en Culturas y Desarrollo en África (URV), Máster en Relaciones Internacionales (UCM) y Licenciado en Periodismo (US). Es Profesor universitario de Relaciones Internacionales, periodismo internacional y cines africanos. Ha realizado documentales en España, Cuba, Senegal, Kenia, Sudán del Sur, Mozambique o RDC. Responsable del área de Formación y de Comunicación y coordinador de la sección de Cine y Audiovisuales del Magacín. Contacto: sebas@wiriko.org sebaprensa@gmail.com.

  • “Wiriko” es una palabra perteneciente a la familia de las lenguas bantúes cuyo significado hace referencia a la idea de estar despierto. En este sentido, pretendemos despertar conciencias y romper con los tópicos y estereotipos que envuelven al continente africano en lo que a manifestaciones sociales y culturales se refiere. Wiriko está en pie y con los ojos bien abiertos, atentos a todo lo que acontece en torno a las sociedades africanas contemporáneas. Muchas veces, bebiendo e inspirándonos de los frutos del pasado, y otras, escuchando los ecos en la diáspora, pero siempre, volviendo la mirada a nuestros pies, enraizados en esta tierra que tanto tiene que decir y enseñar. www.wiriko.org

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