Nuevo Gobierno en Senegal

18/09/2013 | Crónicas y reportajes

¿Tendrá más éxito Aminata Touré?

En una suerte de primavera de las disoluciones gubernamentales en África, después del sursudanés Salva Kiir, el beninés Boni Yavi y el nigerino Mahamadou Issoufou, ahora también el presidente senegalés Macky Sall ha hecho lo propio con su equipo de gobierno. Oficialmente, los resultados poco satisfactorios del primer Ejecutivo son la razón alegada. Y es verdad. Desde el punto de vista de una población descontenta, las reformas anunciadas no se han llevado a cabo con suficiente premura. El Gobierno saliente no encontró el remedio milagroso para que los productos de primera necesidad fueran asequibles al bolsillo de sus habitantes. Tampoco consiguió disminuir sustancialmente la curva del paro juvenil.

Dada la situación, tenía sentido para el presidente Sall, quien había prometido tomar nota de sus desafíos y afinar un poco el tiro. Esta disolución de un equipo de gobierno cuyos resultados no están a altura de las expectativas populares, junto con la reducción del número de miembros de nuevo ejecutivo para ahorrar, es la señal de que el Presidente está atento y al servicio de su pueblo. En otros lugares, pese a todo, se habría mantenido intacto este Gobierno improductivo.

El pasado del anterior jefe de gobierno senegalés incomodaba cada vez más a Macky Sall.

Sin embargo, es probable que existan otros motivos no confesados que hayan llevado a Sall a disolver su equipo de gobierno. Para empezar, podemos pensar que el pasado del anterior Primer Ministro se estaba convirtiendo en una molestia para él. De hecho, el entonces primer ministro de Macky Sall, Abdoul Mbaye, fue antiguo banquero del dictador chadiano Hissène Habré, hoy bajo persecución judicial en Senegal. En verdad, el historial del anterior Jefe de Gobierno senegalés incomodaba cada vez más a Macky Sall.

A esto hay que añadir, sin duda, el descontento en el seno de la Alianza por la República (APR), el partido del Jefe de Estado. De hecho, hacía cierto tiempo que se alzaban voces dentro del partido gobernante para protestar porque se les escapaban numerosos puestos. El mandatario no podía continuar haciendo caso omiso a esas quejas que comprometían su propio futuro político. La consciencia de este factor ha motivado su decisión de entregar las riendas del gobierno a las manos a una militante del partido.

Efectivamente, la nueva Jefa de Gobierno, Aminata Touré, es miembro de la cúpula directiva de la APR, pero más allá de su pertenencia a esta organización en el poder, ella habría hecho méritos en el Gobierno saliente en su puesto de titular de Justicia. Se lució especialmente en la gestión del caso Hissène Habré y en la persecución de bienes mal adquiridos. El caso Habré, que vegetó un poco bajo el régimen de Wade, experimentó progresos considerables bajo su dirección. En lo referente a las investigaciones sobre el enriquecimiento ilícito, éstas permitieron al Estado senegalés recuperar – a día de hoy- cerca de 30 millones de Francos CFA (cerca de 45.000 €). Es una muestra del respeto que esta dama inspira por sus acciones contra la corrupción y a favor de la transparencia. Estos resultados no son, pues, ajenos a su promoción.

En todo caso, ahora tiene el deber de empuñar el timón con fuerza y dirigir el barco de Senegal más lejos, por el camino de la esperanza y del desarrollo.

Siendo la segunda mujer que accede a este puesto en Senegal, después de Mame Madior Boye de 2001 a 2002, Aminata Touré necesita tener éxito. En un continente donde rara vez se encuentra a la mujer en primera línea política, tendrá que trabajar para hacer valer su autoridad sobre su nuevo equipo y responder a las expectativas sociales con más éxito que sus predecesores en el puesto.

En teoría cumple el perfil necesario: titulada en gestión y economía internacional, ya hizo gala de sus habilidades en el Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUAP), de la que fue directora del Departamento de derechos humanos. Su paso convincente a la cabeza de del Ministerio de Justicia confirma, si acaso fuera necesario, su capacidad de trabajo.

¿Hará un mejor trabajo que su predecesor? Habrá que esperar. De todas maneras, ahora tiene el deber de dirigir el timón y llevar el barco nacional más allá, en el sendero de la esperanza y del desarrollo. De ella depende estar a la altura de sus objetivos y demostrar así que el presidente Sall no se ha equivocado al confiarle esta pesada y noble responsabilidad.

Publicado el 3 de septiembre de 2013 por Le Pays, Burkina Faso.

Traducido para Fundación Sur por Simon Pierre Talula.

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