Los aliados de Paul Kagame en la Casa Blanca y en las Naciones Unidas

4/09/2013 | Crónicas y reportajes

Para su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, Barack Obama ha designado a Susan Rice como presidenta del Consejo de Seguridad Nacional y a Samantha Power como embajadora de EE.UU. en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ambas personalidades desempeñan un papel importante en la toma de decisiones en materia de política exterior de EE.UU. Sin embargo, tanto Susan como Samantha son las aliadas del hombre fuerte de Ruanda, Paul Kagame, desde el genocidio de Ruanda de 1994. Ahora entendemos que a las autoridades estadounidenses y a la comunidad internacional les resulte complicado señalar precisamente a Paul Kagame como el causante de los problemas de la región de los Grandes Lagos.

De la gestión de la política exterior de EE.UU. se encarga el Secretario de Estado, bajo la dirección del Presidente. Según Justin Vaisse, que ha analizado la política exterior del Presidente estadounidense durante su primer mandato, Barack Obama es la única persona que falta por tomar la última decisión. Dentro de este sistema de toma de decisiones, el consejero de seguridad nacional ocupa una posición de gran importancia.

Tiene tres funciones ante el presidente. En primer lugar, coordina el Consejo de Seguridad Nacional (el cónclave de los principales responsables de la política exterior estadounidense) y garantiza la ejecución de las decisiones por parte de todos los ministerios. Además, es el consejero personal del presidente y no vela más que por su interés político (y no por el del Departamento de Estado o del Pentágono). Finalmente, en términos más generales, define y dirige la política exterior del presidente, y la defiende personalmente ante la opinión pública.

SUSAN EN LA CASA BLANCA, POWER EN EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU

El nombramiento del Presidente Obama de Susan Rice como presidenta del Consejo de Seguridad Nacional y de Samantha Power como embajadores de EE.UU. en las Naciones Unidas siembra el pánico en determinados entornos de observadores de la política estadounidense en la región de los Grandes Lagos. Según estos observadores, estas dos personalidades son protectoras del gobierno de Kigali, que siembra malestar y caos en la región.

A pesar de los informes de los expertos de las Naciones Unidas sobre los saqueos y el genocidio, la comunidad internacional nunca ha condenado el régimen de Kigali. Basta con indicar que EE.UU. impuso su veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para impedir la publicación de estos informes. En aquel momento, Rice era embajadora.

Lo grave es que, a pesar del informe de las Naciones Unidas que la condenaba, Ruanda (o más bien el régimen de Kigali) fue nombrado miembro permanente del Consejo de Seguridad durante dos años. Además, sin ningún tipo de vergüenza, se hizo creer a la opinión internacional que fueron los Estados africanos quienes designaron a Ruanda para el Consejo de Seguridad. Conociendo la naturaleza de los Estados africanos, se han visto influidos por EE.UU. y Gran Bretaña y el resto no ha hecho más que inclinarse.

Al cambiar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., Susan Rice ha puesto a Ruanda a salvo de las sanciones internacionales. No es complicado entender el motivo: a pesar de las pruebas de las violaciones de mujeres congoleñas y de los saqueos, los políticos occidentales no acusan al régimen de Kigali.

Tras haber quedado relegadas a un segundo plano durante el primer mandato de Barack Obama, Susan y Samantha regresan a la primera línea de la política exterior estadounidense. Se las consideraba como halcones liberales partidarios de las intervenciones humanitarias y no tenían control sobre la política de Obama.

Ambas conocían al presidente Paul Kagame. Rice había trabajado en la dirección de las organizaciones internacionales para el mantenimiento de la paz a cargo del Consejo de Seguridad Nacional, puesto que ocupaba en el momento en el que se produjo el genocidio de Ruanda. Viajó a Ruanda tras la masacre para ser testigo del genocidio causado por la irresponsabilidad de su superior, Bill Clinton. Prometió hacer todo que estuviera en su mano para evitar que un drama similar pudiera volver a producirse en el futuro. Por este motivo, sigue vinculada a la causa ruandesa.

En cuanto a Samantha Power, la nueva embajadora estadounidense en las Naciones Unidas, es una antigua consejera de Seguridad Nacional cercana al presidente Obama. Ha recibido el premio Pulitzer por un libro sobre los horrores del genocidio ruandés.

Power había dejado de lado su carrera universitaria para asesorar a Obama durante la campaña presidencial y convertirle a la «responsabilidad de proteger», un concepto de nueva aparición según el cual la comunidad internacional tiene la responsabilidad de intervenir para evitar masacres en masa, destaca David E. Sanger. Es una de las autoras más importantes que escriben sobre el problema del genocidio y se encuentra en primera línea de los esfuerzos de paz, señala Jason Zengerie, del New York Magazine.

Sin embargo, con Samantha en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Susan en el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., Paul Kagame puede despreocuparse y confiar en el apoyo de sus dos mentoras. La pregunta que queda por responder es si el presidente Obama, administrador de la política exterior, dejará a estas dos mujeres de hierro llevarle hacia una política exterior que amenace con colocarle en el lado equivocado de la historia.

LA RDC YA NO ES UN PAÍS ESTRATÉGICO

Tras haber desempeñado el papel de protector contra el comunismo en África Central, la RDC ya no tiene utilidad para los estrategas estadounidenses. Durante el gobierno de Clinton, este papel se le confió a Ruanda y a Uganda, quienes fueron la policía del África de los Grandes Lagos en la lucha contra el terrorismo internacional. Kigali y Kampala ofrecieron sus servicios al enviar sus soldados a las zonas de conflicto en vez de los soldados estadounidenses. Podemos encontrar militares ruandeses y ugandeses en Sudán, Darfur, Somalia, etc. Parece que las cosas cambiarán con el gobierno de Obama. Su paso por Tanzania no es una casualidad. Según los observadores, Estados Unidos ha pasado de tener al Zaire como aliado (durante la Guerra Fría) a tener a Ruanda y a Uganda como aliadas en la lucha contra el terrorismo. Parece que Tanzania desempeña actualmente el papel de nuevo aliado de EE.UU. en los Grandes Lagos.

FREDDY MULUMBA KABUAYI

(Le Potentiel Online, RDC, 30/07/2013)

Traducción de Inés Baños.

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