La participación de los ejércitos africanos en los actos del 14 de julio: ¿reconocimiento o muestra de una nueva colonización?

1/08/2013 | Bitácora africana

Le Pays (Burkina Faso), lunes, 15 de julio de 2013.

Los actos del 14 de julio en París han dado que hablar en África de ciertas sospechas de neocolonización del continente. Efectivamente, efectivos de los ejércitos africanos marcaron el paso ayer junto a los miembros de las tropas francesas, en el desfile de los Campos Elíseos. Catorce han sido este año, las naciones que, incluida Francia, han participado en el acto: 13 naciones africanas y 50 soldados africanos de la ONU con base en Mali. Además del presidente de este último país, Dioncounda Traoré, sentado junto a François Hollande, asistieron al acto 13 ministros africanos de Defensa. ¿Es esto la muestra de una nueva colonización?

Es cierto que, desde la llegada al Elíseo de François Hollande, no todo ha sido de color de rosa, pero hay que reconocer que el presidente francés se ha esforzado en distanciarse de lo que quedaba o de lo que queda todavía de esa asimilación de las antiguas colonias africanas a territorio francés que se conoce como Françafrique. Por ejemplo, Hollande no movilizó a efectivos franceses para salvar al presidente golpista Bozizé cuando este ostentaba el poder en la República Centroafricana, ni tampoco ha mostrado interés por el oro y los diamantes de la zona, a diferencia de algunos de los que le precedieron en el cargo. Sin embargo, Africa no debe bajar la guardia.
Los africanos deben estar atentos y ser siempre críticos, sobre todo porque Francia no se parece en nada a ninguna de nuestras repúblicas bananeras. En Francia, el poder no es vitalicio, la alternancia es una realidad y se pueden producir cambios en la jefatura del Estado que hagan renacer a esa hidra de mil cabezas que fue siempre la Françafrique, en cuyo caso habrá que luchar con más intensidad aún.

Los africanos tienen que empezar a liberarse de sus complejos.
Bien es verdad que, afortunadamente, en Francia, el jefe del Estado no puede hacer lo que quiera. La ciudadanía, que es madura, castiga en las urnas la falta de consideración, las deficiencias y los excesos. La Justicia respeta la tradición, pero defiende los logros conseguidos y se niega a ceder al poder, al contrario de lo que ocurre con esos que, en África, han optado por ponerse a las órdenes de los gobernantes, pisoteando su propia deontología y traicionando los grandes principios de la justicia y la causa del pueblo, de ese pueblo que sin embargo tanto ha contribuido con sus sacrificios a su formación y a sus éxitos.
Los africanos tienen que empezar a liberarse de sus complejos, pero no de cualquier manera. No debemos obsesionarnos con la nueva colonización y la Françafrique y sí analizar nuestros propios errores y deficiencias. ¡No debemos encerrarnos en planteamientos que nos hagan retroceder al pasado! La invitación del presidente Hollande se puede interpretar de otra manera. Sin llegar a pecar de ingenuos, deberíamos entender el gesto de François Hollande como una muestra de cortesía hacia nuestras fuerzas armadas y no como la invitación a formar parte de un desfile de excombatientes y soldados de las antiguas colonias al servicio de Francia.

El contingente de Chad, presente en el desfile, es uno de los más valorados del continente.
El desfile de ayer fue, desde todos los puntos de vista, un acto de reconocimiento que Francia ofició por las recientes operaciones de liberación del norte de Mali. Como es bien sabido, las tropas francesas tuvieron que iniciar la intervención en la zona, pero, sin ayuda, difícilmente la habrían concluido. El terreno era complicado y los yihaddistas se desplazaban con la misma rapidez con que se confundían con la población. Entre las tropas invitadas al desfile, se encontraba el contingente de Chad, que es uno de los más valorados del continente. Su rápida y eficiente intervención al lado de las fuerzas armadas francesas fue decisiva para provocar la huida de los grupúsculos terroristas del norte de Mali y, en modo alguno, se puede interpretar como una consolidación de la impunidad en Chad. Los soldados chadianos protagonizaron una auténtica proeza por la que deben ser recordados, sobre todo si se tiene en cuenta que lograron acabar con Abu Zeid, uno de los principales jefes de los grupos terroristas. Si Francia no apoyó en su momento a N’djamena para que se pusiera al mando de los efectivos de Naciones Unidas que debían desplegarse en Mali, eso puso de relieve cierta distancia entre París e Idriss Déby y, al final, en lugar del militar chadiano, se nombró a un general ruandés secundado por un oficial nigeriano de alta graduación.

África tiene que ser coherente.
En cualquier caso, hay que interpretar el gesto del presidente Hollande como la prueba de una preocupación por vincular a los africanos con la celebración de la victoria frente al invasor islamista. Francia, como país libre que es, no podía aparentar que desconocía los efectos que habría tenido una invasión llevada a cabo con éxito por los terroristas. África tiene que ser coherente. No se puede estar dispuesto en todo momento a pedir ayuda a Francia y al mismo tiempo a desentenderse cuando convenga, enarbolando la bandera de la soberanía, sin atisbo alguno de mala conciencia. No hay que sentirse acomplejados: el apoyo que Francia brinda a nuestras fuerzas armadas viene de muy lejos y, en los escenarios de conflicto, supone un refuerzo de nuestras capacidades tanto en el campo de los efectivos humanos como en el de los materiales o las estrategias de intervención. La historia ha hecho posible que, a través de la lengua y de los intercambios culturales, Francia ocupe hoy un lugar de excepción en lo que se refiere a la cooperación militar con los Estados francófonos africanos, por lo que tenemos que superar algunos complejos. ¿Deberíamos romper sin dudarlo nuestros acuerdos de colaboración si los que ya existen nos plantearan problemas de conciencia y atentaran contra nuestra soberanía?
En todo caso, lo que sí es cierto es que, al desfilar juntos el 14 de julio de 2013, los soldados franceses y africanos han engrandecido la solidaridad y la fraternidad de la vida militar. En cierto sentido, quizá haya sido también ese el efecto buscado por el jefe del Estado francés. Y, por otra parte, en virtud del principio de reciprocidad, tal vez habría que plantearse invitar al ejército francés a participar en la celebración de las respectivas fiestas nacionales africanas, en las que normalmente tiene lugar un gran desfile de militares y de población civil.

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