El mito del Dios Fela, invocado en Londres, por Wiriko

6/06/2013 | Bitácora africana

Artículo escrito por Estrella Sendra: Licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad de Sevilla, máster en Critical Media and Cultural Studies en el SOAS de Londres y especialista en cine y culturas africanas. Actualmente es profesora de Media Studies en la University Foundation Programme (David Game college) y directora de Marketing para el Norte de África, América Central y del Sur. Su ópera prima es Témoignages de l’Autre côté, un documental sobre la inmigración senegalesa en España.

Agotado. Centenares de personas dan la vuelta a 229, en la calle Great Portland, junto al Regents park de la capital británica, corazón de una de las grandes diásporas africanas y nigerianas. Los que esperan fuera, minutos antes de un concierto que rendiría tributo al gran Fela Anikulapo-Kuti, quieren intentar saborear lo que Nigeria vivió en los 70, cuando Fela y su banda Afrika 70 se convirtieron en el icono cultural y social de toda África negra. Los que están dentro quieren invocar el espíritu de Fela. Algunos compartieron escena con él durante muchos años, como el legendario batería Ginger Baker, de Cream y Blind Faith, dos bandas de blues-rock con Eric Clapton, otro de los grandes protagonistas de la escena musical mundial; Tony Allen, batería de Fela durante Afrika 70 y Egypt 80, crucial en la creación del Afro-beat; y el carismático Dele Sosimi, director musical de la banda de Fela, Egypt 80, teclista, ahora con la banda Afrobeat Orchestra, que inicia la noche. Otros, jóvenes influidos por Fela. Keziah Jones, compositor y guitarrista, con una performance vocal impecable; el joven rapero Black Twang, y más joven aún, Afrikan Boy; Breis, quien participó en el festival de cine London Film Africa en la experiencia piloto de Veejaying, poniéndole voz en directo a tres películas; TY, KOF; la vocalista y bajista Shingai Shoniwa, de la banda de indie Noisettes, originariamente de Zimbabwe y con una belleza “muy Fela”, que rápidamente avanzó intentando, con poco éxito, pasar desapercibida entre la cola que pronto se uniría a su voz pro-Fela; y Terri Walker, que vive en Londres desde sus 17 años, de padres jamaicanos, más asociada al R&B y al soul, otra de las principales voces protagonistas, quien tuvo el honor de protagonizar uno de los clásicos más esperados de la noche.

Juntos celebran la reedición de la antología del Fela, The Best Of The Black President 2, un músico que produjo más de 50 álbumes, de la discográfica Knitting Factory Records en asociación con AGMP, una de las promotoras líderes de eventos musicales en Londres. El público, si bien no suman las 10.000 personas que solían asistir a las actuaciones de Afrika 70, durante los años de mayor éxito del cantante, en la década de los 70, sí reproducen a pequeña escala, 700 personas, el espíritu de la diversidad de públicos atraídos por la música de Fela, desde otros músicos y amantes de la música a radicales, activistas, estudiantes y demás personas, tanto nigerianas, como de la diáspora africana, como jóvenes británicos y de otras nacionalidades, a sus pasos por Londres.

Por fin. Dentro. La sala destaca por su ambientazo, en el que se establece un diálogo continuo entre los propios artistas, y entre los artistas con su público, al estilo Fela. Con la libertad de que los músicos puedan bajar del escenario a bailar con el público de las primeras filas, y volver tan tranquilamente. Es éste el caso del artista TY, tras interpretar uno de los temas más populares de Fela, “Zombie”.
Cartel del evento.

Fela se convirtió en uno de los puntos de referencia en la lucha por introducir la ideología la retórica y los símbolos del poder negro afro-americano no sólo entre las juventudes nigerianas, sino en toda la cultura popular del África occidental. Su música, el afro-beat, atravesaría toda frontera, hasta convertirse en el icono, en el “presidente negro”. El afro-beat era una fusión de muchos aspectos. Por un lado, de la música tradicional con el jazz, el funk y el highlife. Por otro lado, significaba también un momento de diversión, pero también de protesta simbólica contra los residuos de la estructura colonial, responsable de tantas injusticias sociales no sólo en Nigeria, sino en todo el continente africano. Sus palabras revolucionaron toda la comunidad negra africana. Su música, si es que ésta puede separarse de sus palabras, revolucionó y continúa revolucionando la escena musical mundial. La orquesta afro-beat de Dele Sosimi, gran protagonista de la noche, demuestra de manera impecable este legado.

El nombre Fela significa “aquel que emana grandeza”. Y era esto precisamente lo que Fela buscaba en la vida. Pero grandeza según Fela no era algo individual. El insistía en la necesidad de tener una gran nación como requisito para poder ser grande, de ahí su continua llamada al panafricanismo. Según cuenta su padre a Carlos Moore, en Fela: this bitch of a life, un libro publicado en 1982, fruto de un seguimiento al admirado icono desde 1974, ya desde pequeño, por el tipo de preguntas que éste hacía, sabían que iba a ser un niño “problemático”. De hecho, lo llevaron a consultar el oráculo Ifá, el orisha más universal de los Yorubas, la etnia de Fela, quien les confirmaría lo que ya sus padres intuían.

Fela no solo se daría cuenta desde muy pronto de la opresión que los oyinbo (blancos, en Yoruba) habían ejercido y seguían ejerciendo en su país, sino que dedicaría toda su vida a luchar contra esa opresión, ese abuso de poder. De ahí el número de títulos – “Why Black Men Dey Suffer”, “Shuffering and Shmiling”, “Colonial Mentality”, etc. – que atacarían este régimen y legado colonial, que no había sino mantenido el aparato político y administrativo, establecido por los colonizadores británicos. Como diría el profesor Ramón Reig, de la Universidad de Sevilla, se dio una maniobra “lampedusiana”, en la que se cambia todo para que todo siga igual. Así, cuando en 1960, Nigeria se declaró por fin Estado independiente, coincidiendo con el año de independencia de muchos países africanos, el control ejercido por los colonos pasó a las manos de determinadas élites étnicas nativas de Nigeria. Las consecuencias de esta maniobra verían la luz a mediados de los setenta. A pesar de que Nigeria proclamaba estar a la cabeza del liderazgo militar, económico, político y cultural de la África negra, gracias a su enorme industria petrolera, que por entonces experimentaba un boom, el país vivió también un caos civil, instado por la inadecuada infraestructura civil.

Fue este el ambiente que se palpó en el FESTAC, el segundo Festival mundial de las artes y culturas africanas, en 1975, coincidiendo con el año de congestión del sistema portuario nigeriano. Si bien el boom petrolero había sido clave en la selección del país como segunda casa del festival, tras la primera edición en Senegal en 1966, Nigeria sufría unas circunstancias sociales que Fela se negaría silenciar. Según cuenta en Fela: this bitch of a life, el FESTAC no era más que una pantomima para llenar los bolsillos de los militares y de los políticos inútiles, por lo que él se dedicaría a hacer su “contra-FESTAC”. Durante el mes del festival, que había atraído académicos y artistas de 55 países africanos y de la diáspora africana, África Shrine, al mando de Fela, atraería todos esos públicos, para contarles lo que realmente estaba sucediendo en Nigeria, ya que, según él, la mayoría de los habitantes del Lagos, ciudad donde se celebraba el FESTAC, se sentían excluidos de su propio festival, que no hacía más que acentuar los estereotipos negativos africanos, a base de una primitivización de sus culturas. Aunque el gobierno intentara boicotearle, dada la crítica tan audaz que Fela hizo públicamente sobre el hecho de que el festival estuviera organizado por el régimen militar, las actuaciones de Fela durante ese mes atrajeron nombres como Stevie Wonder, entre otros.

“El rey del Afro-beat”, “el Presidente Negro”.

El trabajo de Fela, si bien de una unicidad indudable, debe entender dentro de la larga tradición de músicos de África occidental, quienes hacía canto a la alabanza, crítica social y al mismo tiempo, se convertía en historiadores orales. Fela insistía en que no le gustaban las etiquetas: “No me gusta que la gente me ponga nombre, como ‘radical’, ‘agitador’, ‘hooligan’, o cualquier otra mierda. Mi nombre es Fela Anikulapo-Kuti. Presidente negro o Sacerdote Jefe de Shrine, si quiere. ¡Pero nada más, se lo ruego!”, recogía Carlos Moore en su libro Fela: this bitch of a life, publicado en 1982, tras haber seguido muy de cerca al admirado icono desde 1974. Sin embargo, Fela no sólo se ha ganado el título de “Presidente Negro”, como gustaba, sino que ha sido referido como “el rey del Afro-beat”, en reconocimiento de su gran talento musical, y como “dios”. Un dios al que se ha invocado desde su propia música en este tributo celebrado en Londres. “Queremos que el espíritu de Fela baje”, decía la introducción del concierto.

intro del concierto Saluting the Black President: Fela from esendra on Vimeo.

Esta invocación espiritual estuvo presente durante todo el concierto. “¡Queremos saludar a nuestro amigo y Dios Fela Kuti”, repetía Dele Sosimi tras una hora de concierto. Fela llegó a convertirse en una de las figuras más respetadas de Nigeria en los años 70. Su influencia perdura hasta hoy, y se perpetua a través del afro-beat. Pero se dio en el concierto un tipo de invocación especialmente curiosa, con la estética que emanan las “queens” que formaban parte del propio Fela. La vocalista de las Noisettes, la hermosa Shingai Shoniwa, entra en escena cual sirena dorada. A Breis no le convence el asombro silencioso del público y le provoca, preguntándole si quieren fiesta o no. Shingai Shoniwa sigue erguida y dorada en el centro de la escena. Breis, a su lado, pregunta al público “¿es esta una señorita o no?”. Sin perder el ritmo ni la dramatización de la performance, improvisa un rap a base de distintos registros de la palabra “lady”, a los que la musa Shingai responde corporalmente, con movimientos tan limpios como elegantes, reproduciendo la fuerza de la belleza de las mujeres que rodeaban al dios Fela. Reproduciendo también el mito del Dios Fela. El presidente negro era también conocido por su discurso abierto sobre el sexo. Fela tenía 15 esposas (Remi, Naa Lamiley, Aduni, Kevwe, Funmilayo, Alake, Adejonwo, Najite, Adeola, Kikelomo, Ihase, Omowunmi, Omolara, Fehintola y Sewaa), que según él la prensa sensacionalista siempre frivolizaba por el tabú que había sobre el sexo. El culto que Fela le rendía se manifestaba no sólo a través s de sus letras, como en “Na Poi”, otro de los títulos estrella de la noche, sino también a través del cuerpo femenino en escena, que solía dedicar grandes momentos de solos de las bailarinas de Afrika 70, tales como Aduni Idowu, Funmilayo Onilere, Omolara Shosanya, altamente erotizados. De repente, ese solo erotizado de Shingai Shioniwa se convierte en una suave transición al tema “Lady”, de Fela, gracias a esa invocación provocada por Shingai Shoniwa, una especia de figura mitológica, heroína del Dios Fela, que amaba a sus mujeres en cada una de sus múltiples bellezas por la perfección de cada una de ellas en el desempeño de sus tareas. Tal vez, de hecho, se le pueda criticar a este concierto la escasez de Queens, quizás por falta de espacio en escena, pues sólo hubo dos coristas femeninas, a veces acompañadas por los saxos y el trombón de la Afrobeat Orchestra, indispensables sin embargo para dar la réplica y que la música continúe.

Esta estructura dialógica, en el que existe siempre una voz que da lugar a una respuesta por parte del coro, vuelve a repetirse con la pareja de jóvenes artistas Terri Walker y KOF. Dele se coloca en el teclado, como en los orígenes de los tiempos de Fela –pues los tiempos de Fela, tal como este evento mostró, continúan hoy-. Los saxofones nos anuncian que ha llegado el gran clásico “Water no enemy”, en el que el rey del afro-beat usa el agua como metáfora del propio fluir de la sociedad, resaltando las interacciones armoniosas, con el que necesitaba también fluir el gobierno, para que los resultados no fueran, como hasta ahora, desastrosos. Y cual corriente agitada por el movimiento de la naturaleza, se ve irrumpida por esta pareja. La voz de Terri muestra la influencia de la cultura teatral Yoruba, clave para entender el lenguaje musical de Fela, satírico y burlesco. Terri no se limita a cantar “sus partes”. Sus movimientos faciales no pierden la expresividad mientras que KOF da la réplica, y sólo gracias a ese diálogo, la música sigue viva. Continúa. Tal vez por eso, otro de los “motes” que tampoco disgustaban al Presidente Negro era el de el campeón de las gentes, pues sin el público, la música de Fela sería impensable.

El poder de convocatoria de Fela cierra el concierto, con la multitud de artistas participantes, reunidos en el saludo, que permite ahora ver de cerca al gran batería Tony Allen, y a Ginger Baker, al que se le había escuchado haciendo un solo reverenciado por Dele Sosimi. El público no quiere abandonar este “juego espiritual de underground”, tal como Fela lo llamaba, en su álbum The underground spiritual game. Los artistas regalan una última canción, pero el público, casi cuatro horas de concierto quiere más. Fela lo predijo, en “Afa Ojo”, “cuando mi alma se desprenda de su carcasa de piel y huesos y haya adoptado la forma de un espíritu; y cuando, a las pocas horas mi cuerpo haya sido devorado por los gusanos, sólo entonces seré libre por fin. Ahora soy un espíritu… La verdadera vida. Aquella que nunca perece ni se desintegra”.

Referencias

Veal, M. E. (2000). Fela: The Life and Times of an African Icon. Philadelphia: Temple University Press.

Moore, C. (1982). Fela, Fela: this bitch of a life. London: Allison & busby.

Olaniyan, T. (2004). Arrest the Music! Fela and his Rebel Art and Politics. Bloomington and Indianapolis: Indiana University Press.

Schoonmaker, T. (Ed.). (2003). From West Africa to West Broadway. New York: Palgrave MacMillan.

Original en: Wiriko

Autor

  • “Wiriko” es una palabra perteneciente a la familia de las lenguas bantúes cuyo significado hace referencia a la idea de estar despierto. En este sentido, pretendemos despertar conciencias y romper con los tópicos y estereotipos que envuelven al continente africano en lo que a manifestaciones sociales y culturales se refiere. Wiriko está en pie y con los ojos bien abiertos, atentos a todo lo que acontece en torno a las sociedades africanas contemporáneas. Muchas veces, bebiendo e inspirándonos de los frutos del pasado, y otras, escuchando los ecos en la diáspora, pero siempre, volviendo la mirada a nuestros pies, enraizados en esta tierra que tanto tiene que decir y enseñar. www.wiriko.org

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