Elise Kidane tiene razón al afirmar que “las mujeres africanas ostentan un triste record mundial por ser líderes en estadísticas negativas”. Y nadie puede negar que, cuando se habla de ellas, se las presenta ante todo como pobres y analfabetas, sometidas a costumbres ancestrales que las esclavizan y marginan y como víctimas de abusos. Esas estadísticas y esos relatos no dejan de dar una visión parcial y contribuyen a crear estereotipos que falsean la realidad. Ignoran, olvidan o silencian la otra cara de la medalla: cómo reaccionan las mujeres ante esas situaciones y los logros que van consiguiendo.
Algunas mujeres han sido galardonadas por su coraje. Ellas dan visibilidad a millones de mujeres anónimas que también lo merecen. Lejos de los estereotipos, podemos encontrar en África mujeres que tuvieron la suerte de ir a la escuela, alcanzaron altos títulos académicos, ocupan cargos importantes. Entre las que no tuvieron esa suerte, encontramos, ciertamente mujeres analfabetas, pero que poseen esa sabiduría que no se aprende en los libros. Unas y otras, codo a codo, de un modo o de otro están contribuyendo a grandes cambios sociales, por su empeño en preservar la vida, asegurar el bienestar de su familia y su comunidad, por su generosidad en la entrega a los demás, por su lucha por la justicia, por su fuerza para ponerse de pie después de haber sufrido violencias extremas. (1)
Hoy hablaremos de algunas africanas que han sido galardonadas con un premio internacional otorgado a “mujeres valiente” o madres coraje. El premio “Women of Courage Awards” fue creado en 2007, por Condoleezza Rice, la secretaria de Estado norteamericano. Está abierto a mujeres de todo el mundo. Con él se reconoce, el liderazgo, el valor, la creatividad, la voluntad de entrega hacia los demás y el compromiso en la promoción de los derechos de la mujer. Desde su creación varias mujeres africanas de perfiles muy distintos han sido galardonadas con él, como podemos ver en los ejemplos seleccionados que nos llegan de Níger, Camerún, RDC y Burundi.
Hadijatou Mani, esclava de Níger fue galardonada en 2008 con este premio por su valor para enfrentarse al poder del Estado, Su historia ha sido contada en varias ocasiones, es sobrecogedora y sorprendente por las circunstancias socioculturales en las que se da. Vale la pena recordarla. A los 12 años Mani había sido comprada por el precio de una cabra por Naroua, un terrateniente local, que había cumplido los 60, que ya tenía las cuatro mujeres legales que le permitía la ley islámica. Las esclavas estaban destinadas a los trabajos domésticos y agrícolas más duros. Para Hadijatou empezó una vida de malos tratos y agresiones sexuales de la que intentó escapar en varias ocasiones, hasta que ayudada por Timidria, una ONG local que luchaba contra la esclavitud, consiguió que su marido la liberara, aunque exigía conservarla como quinta esposa. Ella se negó. Los tribunales le dieron la razón y pudo casarse, amparándose en la tradición que considera a las esclavas casadas de hecho con el amo, después de liberadas. Naroua la denunció por bigamia y ganó el caso. Hadijatou y su marido fueron encarcelados y tuvieron que pagar una multa. Después de salir de la cárcel. Mani decidió llegar hasta el final: denuncia al Estado por no haberla protegido contra la esclavitud que estaba prohibida por la constitución y también a su antiguo amo y reclama la custodia de sus dos hijos. Su caso fue visto por diferentes tribunales con sentencias contradictorias, según se apoyaran en la constitución o la tradición. Por fin, en 2008, el tribunal de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS), falló en su favor y obligó al gobierno de Níger a pagarle una indemnización.
Henriette Ekwè, fue premiada 2011 por su compromiso en la promoción de la democracia, la transparencia y los derechos humanos en Camerún.
Esta periodista tiene en su haber más de treinta años de lucha por la democracia y los derechos humanos. Durante sus años de estudiante en Francia, allá por los años 70, militó en la Federación de estudiantes de África negra. Más tarde, en Gran Bretaña, donde trabajó unos años como profesora, entró en contacto con los responsables de la ANC (Congreso Nacional Africano) en Inglaterra y colaboró en el periódico de la ANC, Voces de Mujer.
En 1983, Ekwé volvió a Camerún atraída, como muchos cuadros cameruneses, por el discurso moderno y las promesas de cambio del nuevo presidente, Paul Biya. Pero éste no tardó en instalarse un sistema clánico que restringe las libertades públicas. Los que en Camerún militaban por la democracia, como lo hace Henriette Ekwè, conocieron la cárcel y la tortura. A pesar de eso la periodista no abandona. Clandestinamente y con un nombre codificado continuó en la lucha para conseguir el multipartidismo que no llegaría hasta 1990. Con él no se terminan las protestas ciudadanas en las que ella participa. Las denuncias de Henriette contra la corrupción muy extendida en Camerún, le valdrán procesos y multas. También denuncia las irregularidades y disfunciones que no tardaron en producirse en la antena camerunesa de la ONG Transparencia internacional, que había creado con otros militantes. Por eso terminaría abandonando la organización.
Jeannette Bosingizi, fue premiada en el año 2012 por su trabajo en favor de la protección de la naturaleza. Había nacido en el pueblo de Nyangezi en la provincia del Kivu Sur pero trabajó en varias regiones de la RDC. Su trabajo siempre estuvo marcado por dos preocupaciones: los niños abandonados y la protección de la naturaleza, porque, como ella dice. “es la única herencia común a todos los pueblos que tenemos que preservar”. Viendo la insalubridad de las calles de Kinshasa, inundada de sacos de plástico, y conociendo el daño que los plásticos abandonados causan en el medio ambiente, organizó una campaña de reciclaje, primero en esta ciudad, más tarde en Boma en la provincia del Bajo Congo. Un trabajo nada fácil en el contexto sociopolítico y financiero de la RDC, pero que ella considera importante para la protección de la naturaleza, retrasar el cambio climático y educar a los ciudadanos. En la entrega del premio Jeannette Bosingisi, animó a las mujeres a comprometerse a conservar sano el medio ambiente para las generaciones futuras y luchar así contra el cambio climático
Christine Ntahe periodista jubilada recibió el premio en 2013. Se ha distinguido por su ayuda desde hace más de treinta años a los niños más desfavorecidos. A pesar de su edad, se la puede ver cada día por las calles, encontrando a grupos de niños que escarban en los basureros buscando comida. Por la mañana ayuda a escolares de Usumbura, Burundi, a pasar la peligrosa carretera de Ngagara. La llaman «Mamá Domingo» porque ese día, acoge a treinta niños para compartir la comida con ellos en su casa. Los fines de semana, ella asegura benévolamente una emisión en la radio para niños.
Estos premios dan visibilidad a muchas madres coraje, mujeres sencillas que pueden ser analfabetas, como lo es Hadijatou Mani pero que tienen una gran sabiduría. Mujeres intelectuales que tuvieron la suerte de ir a la escuela. Todas ellas están animadas por la misma fuerza: saberse guardianas de la vida, y del mismo deseo de justicia y liberación para ellas y sus comunidades, que las empuja.
Fuentes: Varios artículos y noticias de prensa digital.
(1) En la bitácora de Fundación Sur, desde hace varios años van apareciendo ejemplos concretos de mujeres, de países y medios sociales distintos, que dan visibilidad a tantas y tantas mujeres valientes como hay en África.