Islam, piratería y caudillaje, por Rafael Muñoz Abad – Centro de Estudios Africanos de la ULL

10/05/2013 | Bitácora africana

Seguir la actualidad africana y profundizar en sus muchas esferas hace que el africanista deba mostrarse flexible, pues se enfrenta a un mundo difuso donde lo definible es una rara excepción. La desintegración del regimen somalí en los años noventa y la posterior deriva institucional ante la ausencia de ley, las hambrunas y el surgimiento de los señores de la guerra, significarían el aislamiento del país respecto a la comunidad internacional. La diáspora somalí y la auto escisión de Puntlandia como un pseudoestado gobernado por caudillos, sustentados en el complejo entramado social del sistema de clanes somalíes, y apuntalado por fuerzas mercenarias de raíz occidental con oficinas en Dubái o Jo´burg, personifica, como gracias a la herencia de la escuadra y el cartabón colonial, y de la mano de los vacios legales, los imberbes estados africanos pueden mutar hacia un confuso modelo nacional.

No son pocas las voces que señalan a Al-Shabab como la franquicia de Al Qaeda en el Cuerno de Africa, y las supuestas relaciones del integrismo islámico con el auge del pillaje marítimo en el Golfo de Adén. Teoría que sin ser descartable, presenta aún muchas dudas. La hipótesis más aceptada es que la piratería somalí procede de aquellos pescadores artesanales que indefensos ante la pesca industrial e ilícita que arrasó sus caladeros, empezaron por apresar pesqueros y acabaron secuestrando buques mercantes. Un lucrativo negocio que hizo florecer localidades costeras brindando servicios relacionados con la rapacería marítima. Una versión africana de la Isla de la Tortuga o la República de los Pordioseros. Feudos viables gracias al caos institucional; al encumbramiento social que aclama a los piratas como héroes y protectores de la soberanía; a las inciertas relaciones con el terrorismo internacional; al tráfico de drogas y personas; y a una discreta conexión con algunos despachos londinenses. Un escenario [kafkiano] que derivado de la destrucción de un poder central, podría estar cocinándose en otros lugares como el Delta del Níger; donde los actores son comunes: Islam, debilidad estatal y petróleo.

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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