Tras el Norte: la ecuación del poder en Bamako

15/03/2013 | Opinión

Tras la liberación de las regiones del Norte, se plantea el problema de la estabilización de las instituciones y la organización de las elecciones. Sin embargo, Dioncounda Traoré, Presidente de la República en funciones, ¿tiene las manos libres para dirigir el proceso?¿Por qué el presidente Traoré tiene dificultad para asumirse y asumir la plenitud del poder conforme a los deseos expresados en ese sentido tanto en el interior del país como en el exterior?¿Quién ostenta realmente el poder en Bamako? Tantas son las preguntas que actualmente se hace la opinión pública, tras la euforia de las operaciones militares en el norte.

La opinión es unánime para reconocer un hecho: lo más difícil ya no se halla en el norte, sino en Bamako. La estabilización y el fortalecimiento de las instituciones y la organización de las elecciones (presidenciales y legislativas) son los dos retos que superar para una salida definitiva de la crisis. Sin embargo, en Bamako hay numerosos obstáculos interpuestos aquí y allí con el único propósito de poner trabas al proceso en curso. Y ciertas “fuerzas ocultas” no están dispuestas a soltar presa fácilmente. Esas fuerzas se han apoderado del timón del Estado desde marzo de 2012. Una eventual salida de la crisis es sinónima de pérdida del poder para estos amos del lugar, así como para los distintos clanes implantados en Bamako desde el comienzo de la crisis.

Efectivamente, en unos diez meses en Bamako han crecido como setas castillos y chalés mientras que el país está hundido en un pozo sin fondo. ¿Se harán cargo el procurador de la República y el despacho del interventor general de abrir una investigación sobre ciertos acontecimientos recientes en Bamako? No es evidente. Y a pesar de cómo evoluciona últimamente la seguridad pública en el norte del país, persiste la confusión en Bamako donde el contexto político y de seguridad pública está lejos de aclararse. En este contexto, ¿qué puede hacer Dioncounda? No mucho. Debido a dos razones de peso.

En primer lugar, su naturaleza lo pone en evidencia en estos tiempos de crisis. Dioncounda nunca ha sido un hombre de tomar decisiones, sino un hombre de compromisos. Se añade el hecho de que el Presidente de la República nunca ha tenido campo libre, ni la plenitud del poder, a pesar de la implicación de la CEDEAO y de la comunidad internacional a la vista de un regreso a la vida constitucional en Bamako. Efectivamente, mientras en el interior los golpistas tras su “retirada” han querido colocar una Primer Ministro con “plenos poderes” que, de hecho, era su hombre, Dioncounda Traoré se hallaba ahí para embellecer el decorado. Y allí se mantuvo gracias sobre todo a las presiones del exterior. Sin embargo, el poder estaba más bien en otra parte. No en manos del presidente de la transición. La prueba: en los tres sucesivos gobiernos de la transición, incluido el actual, Dioncounda Traoré no ha nombrado ningún ministro (excepto en Asuntos Exteriores) en las provincias clave, que dependen de la soberanía del Presidente de la República. Se trata de los ministerios de Defensa, de Interior, de Asuntos Exteriores y de Economía. Pero ya desde el primer gobierno surgido del golpe de Estado, todas estas provincias fueron ocupadas por hombres surgidos de la Junta o cercanos a la comuna de Kati [15 kilómetros al noreste de Bamako]. Al hilo de la crisis y de la evolución de la situación, la ex junta ha seguido reforzando su dominio sobre otros ministerios, sobre todo los que están a cargo de fomento y transporte, y la administración territorial.

Hoy, son en total una docena de ministerios los controlados por los militares y sus aliados. Se les añaden departamentos ministeriales que han sido encomendados a partidos políticos y otras asociaciones pro-golpistas. El conjunto de estos departamentos escapa al control del presidente de la República.

Idéntica constatación para la administración. Tras el golpe de Estado, hubo una verdadera competición para ocupar los puestos más jugosos. Esos puestos son el objeto de la codicia de los que piensan que ha llegado la hora de repartirse el pastel. El caso más flagrante llega desde el ministerio de fomento. Este departamento fue uno de los faros del antiguo régimen. Estaba encargado de la ejecución de varios proyectos en el marco del Programa de Desarrollo Económico y Social (PDES) del presidente Amadou Toumani Touré. Por lo tanto, había que arramblar con esta “vaca lechera”. Este ministerio fue encomendado de una forma totalmente natural a un coronel, cercano al capitán golpista.

Así como con los ministerios, se corrió un tupido velo sobre ciertos servicios relacionados, considerados jugosos, véase suculentos.

Pero no son únicamente los ministerios y otros servicios estratégicos del Estado los que actualmente se escapan del control del presidente Dioncounda. También y sobre todo está toda la cadena de mando del ejército y de los servicios de seguridad. A este nivel, el dominio de los ex golpistas sobre el aparato de seguridad del país no ofrece ninguna duda. De tal forma que Dioncounda pasa por ser un presidente con las manos completamente… vacías.

La liberación de las regiones del norte y la organización de las elecciones: esas son las dos principales misiones asignadas a las autoridades de la transición. Y la comunidad internacional se ha movilizado en torno a Malí para ayudarlo a salir de la grave crisis política y de seguridad pública consecuente al golpe de Estado de marzo de 2012.

La reconquista de las regiones del norte ha llegado como un milagro, tras el ataque de Konna el 10 de enero pasado. Desde entonces todo ha ido muy rápido gracias al compromiso del François Hollande.

Hoy, quizás aún no sea el final de la guerra de liberación, pero mucho ha sido hecho en esa dirección. Sobre el terreno, las fuerzas francesas y las de los países africanos agrupados en el seno de la MISMA y el ejército maliense, siguen acosando a los grupos terroristas. Estos se han atrincherado en las grutas de las regiones de Gao y Kidal. Donde se han refugiado en el seno de las poblaciones. “Muchos terroristas siguen todavía escondidos en esas localidades. A menudo, el hambre les empuja a salir de sus escondites. Entonces, los detenemos…” nos cuenta un oficial del ejército maliense, presente en Gao.

Ejército-Servicio de seguridad: la hora de las aclaraciones

Todos los observadores son unánimes: para que Dioncounda Traoré puede ejercer con plenitud el poder y consagrarse a las tareas importantes de la transición, necesita, entre otras cosas, el control de la cadena de mando del ejército y de los servicios de seguridad. Ahora bien, este no es el caso. Es por lo que ciertos malienses, de los cuales algunos altos cargos, han confiado en que los socios de Malí, entre ellos Francia y la CEDEAO, entablados en la liberación de las regiones del norte, pudiesen igualmente ayudar al saneamiento de la situación política y de seguridad pública en el sur, precisamente en Bamako.

A este respecto, un líder político nos confiesa: “Sin la implicación del exterior no nos podríamos poner de acuerdo en nada. Se van a dar cuenta de ello en los próximos días. La intervención francesa ha asustado tanto incluso aquí en Bamako, que algunos casi han llegado a abandonar el país. Ahora tienen la seguridad de que nada les puede pasar. Ahora bien, han secuestrado las instituciones y el país. Muy poquitos serán los que tengan el valor de decirlo públicamente, pero la mayoría de la clase política maliense hubiese querido que los franceses se hubiesen comprometido a sanear Bamako, tal como lo están haciendo en el norte con los terroristas”. Sólo que parece que los franceses no quieren de ningún modo mezclarse en los asuntos políticos de Bamako. Desearían limitar su intervención al norte. A estas alturas, el contrato está ampliamente cumplido.

Ahora bien, en lo que a la situación política en Bamako se refiere, subsisten muchas zonas de penumbra. Y es que las instituciones de la República siguen bajo el yugo de los militares, algunos de los cuales parecen hostiles a cualquier “mando” civil. Sin embargo, es imperativo que el presidente Dioncounda, en su calidad de jefe supremo de los ejércitos, se asuma como tal. A falta de ello, son otros los que siguen ejerciendo el poder en Bamako. Y ciertos acontecimientos recientes han dado la prueba de que el capitán golpista y sus adeptos siguen rondando en torno al poder en Bamako. Entonces, ¿qué crédito otorgar al discurso (¡Oh, cuan patético!) de este hombre, en el momento de su entronización a la presidencia del comité denominado de las reformas del ejército?

Asimismo, Malí, antes del comienzo del proceso político que abocará en la organización de las elecciones generales, debe proceder a aclaraciones en muchos dominios, incluido en el seno del ejército y de las fuerzas de seguridad. Va en ello la estabilidad de las futuras instituciones de la República.

C.H. Sylla

Fuente: “L´Aube”, 21 de febrero de 2013.

Tomado de Malijet.

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

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