Ya les dije que de la aventura francesa en Mali nos van a contar muy poquito. Me dice [tomando un café] un tal Bertrand, de la inteligencia, que de esto algo sabe:
– lo último que Francia desea […] es la mediatización de una intervención militar que ya estaba más que decidida. Sí quieres, la podemos llamar la cruzada por el uranio, que vale más que un Jerusalén –
La Task Force gala es una unidad de intervención rápida y docta en los teatros africanos que desde 1960 y de manera regular, viene protagonizando el papel de gendarme en sus excolonias. Bien como parte de una estrategia presencial para salvaguardar sus fuertes intereses económicos, o como respaldo a los regímenes títeres de la célebre françafique. Dos por uno. Teoría esta que ha ido mutando hacia lo que se denomina petroestados. Centroáfrica, Chad y Níger, son piezas de gran valor para las corporaciones mineras. Las petroleras francesas y norteamericanas, temerosas de que la permeabilidad fronteriza facilite la propagación del virus islamista hacia el este de Mali, son las que realmente van a financiar este despliegue neocolonial.
Los oleoductos de Agadem y Doba, que deben dar salida al crudo del Sahel, atraviesan Chad y Níger hacia los puertos del Golfo de Guinea; pero el uranio es la clave. El 75% de la electricidad que Francia produce proviene de sus más de cincuenta plantas nucleares. Y gran parte del combustible que las nutre procede de las minas que Areva gestiona en Níger [9% de las reservas mundiales]. Canteras, que de inmediato han sido aseguradas por las fuerzas especiales francesas. Si Afganistán, más allá de ser la metástasis del yihadismo, es y fue el [eterno] nudo gordiano del Asia central de cara a los hipotéticos oleoductos que debían dar una salida natural y segura al crudo de las ex republicas soviéticas, evitando así Irán, hacia el mar; Níger lo es para Africa. El reciente despliegue de unidades drones de vigilancia aérea en Níger, más allá de ser una experiencia para valorar los pros y contras frente a los costosos, en términos monetarios pero también mediáticos despliegues militares convencionales, ya llevados a cabo en Afganistán o Irak, hibridizados en Libia, ni sopesados en Siria, y ejecutados en Mali por la “simpleza” de la operación y bajo el maquillaje de la habitual intermediación francesa en sus “posesiones” africanas, viene a dejar meridianamente clara [el despliegue de drones] la importancia que los EEUU, de la mano de Francia, le dan al corredor del Sahel de cara a que se convierta en un paramo descontrolado que ponga en jaque muchas variables.
Continúa Bertrand…
– el ejercito de Mali es una panda de amiguetes en chanclas que pasará a cuchillo a los integristas y los franceses miraran para otro lado; esta guerra, la pagan la Total e incluso la Exxon; allí se juegan sus inversiones; esa es la verdadera diplomacia en Africa; esa, y la que los ex agentes de la inteligencia francesa contratados como consejeros en seguridad personal, llevan décadas procurando al servicio de los dictadores o pseudo presidentes africanos –
Después nos venderán el habitual producto mediático: la pacificación del norte de Mali; algarabías populares que flanquean carreteras polvorientas, agradeciendo a los franceses la liberación; la portada de Le Monde, con un legionario cachondo con una careta de calavera; la expulsión y el peligro [real] que representa el islamismo y, con objeto de recuperar la histórica plaza y patrimonio de la humanidad, el cerco de Tombuctú.