25/01/2013
LE MONDE
Benjamin Barthe
La galaxia de los Hermanos musulmanes dividida sobre la operación francesa en Mali
Si Egipto es crítica, Túnez dice comprender la decisión de París
Principal fuerza política del nuevo mundo árabe, este mundo que ha sido remodelado por las revoluciones del año 2011, el Movimiento de los Hermanos musulmanes ha reaccionado en orden relativamente disperso a la operación francesa en Mali. Si la casa-madre de la hermandad, fundada en Egipto a finales de los años 1920, ha criticado esta intervención militar, las diferentes ramas de esta organización transnacional, no han reaccionado siempre al unísono.
Más allá del reflejo de sospecha hacia lo que ellos interpretan como una nueva intrusión occidental en tierras musulmanas –actitud facilitada por el hecho que la situación en el Norte de Mali es mal conocida –los nuevos poderes deben componer con su opinión pública y sus intereses geopolíticos, a veces divergentes.
El jueves 17 de enero, en un comunicado de la Unión internacional de los ulemas, su presidente el jeque Yusef El Qaradawi, considerado como el guía espiritual de hecho de la hermandad, había juzgado la entrada en acción de los soldados franceses como “precipitada”. Célebre en todo el mundo musulmán por la emisión “La sharia y la vida”, sobre la cadena qatarí de El Yazira, este predicador se emocionó por “las consecuencias peligrosas” de la operación, antes de exhortan las diferentes partes a salir de la crisis por la vía del diálogo.
Cuatro días más tarde, el presidente egipcio, Mohammed Morsi, alto dirigente de la Hermandad afirmó ser hostil al despliegue de las fuerzas francesas. “Esto va a envenenar el conflicto en esta región, había declarado. La intervención debe ser pacífica y (…) fondos deben ser invertidos en el desrrollo”.
M. Morsi se ha unido a las opiniones de los tele-coranistas del Yazira tanto o más que sus rivales salafistas que tratan de movilizar la calle contra la operación “Serval”. El 18 de enero, varias decenas de radicales musulmanes habían protestado delante de la embajada de Francia en el Cairo, estigmatizando lo que ellos consideran como una intrusión “colonial”. A algunos meses de elecciones legislativas y cuando el ejercicio del poder está arañando el aura de su partido, el presidente Morsi estaba obligado de ocupar la calle, incluso si la cuestión maliense sea muy secundaria en las preocupaciones de los Egipcios.
Qatar, que acoge al jeque El Qaradawi y cuyas afinidades con los Hermanos musulmanes son suficientemente conocidas, también él se ha disociado de de la intervención tricolor. “No pienso que la fuerza solucionará el problema”, había declarado el primer ministro de este opulento emirato, el jeque Hamad Ben Yessem Al-Thani, que había ofrecido contribuir a una misión de mediación.
Este posicionamiento en ruptura con París, con el que Doha mantiene sin embargo relaciones muy estrechas, tanto diplomáticas como económicas, ha vuelto inmediatamente a relanzar las especulaciones sobre una financiación de los islamistas del Norte de Mali por Qatar. Son alegaciones formuladas por el periódico satírico Le Canard enchaîné, que en un artículo del mes de junio 2012 citaba una fuente que provenía de los servicios de información militares.
Criticando el ataque francés, ¿Qatar traicionaría sus preferencias? Esta tésis no convence al especialista Nabil Ennasri, buen conocedor de la gaso-monarquía. Además del hecho que las relaciones entre Doha y los insurgentes del Norte de Mali nunca han sido establecidasy que Francia ha rechazado siempre estas imputaciones, estima que Qatar no tiene mucho interés en poner en causa su relación con París por “una cuestión periférica”. “La preocupación de Doha, es la de no aparecer como un supletivo de una operación tachada de colonial, dice. Los dirigentes qatarís se mojaron mucho en el asunto libio y sirio. Juzgan más prudente volver a su postura de origen como mediadora”.
En Túnez, dirigida por el movimiento En Nahda, un epígono del Movimiento de los Hermanos musulmanes, el cálculo es diferente. Incluso si la población, sobre todo en los medios salafistas, ve con mal ojo el desembarco de las tropas francesas, el poder, después de un tiempo de dudas, ha dicho “comprender” la decisión de París. El miedo al contagio islamista y la preocupación de no querer envenenar la relación con París ciertamente han pesado mucho.
Libia, donde los Hermanos musulmanes constituyen la segunda fuerza política, también ha aportado su apoyo a la operación “Serval”. Según una fuente militar francesa, fuerzas de seguridad libias habrían incluso detenido elementos islamistas, que se encaminaban hacia el Mali. Una actitud motivada por la hostilidad común entre Bamako y Trípoli hacia las reivindicaciones de los tuaregs y por la preocupación de tomar en mano la seguridad, después del ataque yihadista contra el consulado americano en Benghazi.
Según el intelectual Jean-Pierre Filiu, estas reacciones divergentes confirman la “nacionalización de lo político en el período post-revolucionario. Ahora, la opinión pública pesa”.
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