Mali : una intervención sin duda necesaria, pero no necesariamente justa
24/01/2013 LE MONDE Por Jean-Jacques Roche*
Esperar de la clase política francesa que abra el debate sobre la oportunidad de la intervención en Malies ilusorio. A pesar de algunas escaramuzas políticas, el reflejo en semejantes circunstancias es la sagrada unión, como testimoniaron los 523 diputados de los 566 que aprobaron, el 16 de enero de 1991,la utilización de la fuerza para la liberación de Kowait .
A pesar de la reforma de la Constitución del 23 de julio 2008, instiutyendo el proceso de información y de control del Parlamento sobre las operaciones exteriores (OPEX), no ha cambiado nada en la práctica ya que en el 12 de julio 2011 porque solo11 diputados sobre 509 votantes se opusieron a la operación Harmatan en Libia.
Bien fundado recurso a la fuerza
Como la gran mayoría de los políticos – cuando están en el poder –se creen realistas – que era el primer punto de vista teórico cuando se creó la disciplina de las relaciones internacionales. Veamos ahora los elementos de reflexión que nos trae esta doctrina para alimentar el debate sobre el bien fundado recurso a la fuerza.
El realismo ha evolucionado desde los trabajos fundadores de los padres de la disciplina, cuando Raymond Aron criticaba la guerra de Argelia (véase su obra La tragedia argelina publicada en 1957 que fue censurada) y Hans Morgenthau (1909-1980) se oponía a la guerra del Vietnam.
La definición estrecha del interés nacional que explicaba las tomas de decisión ha vuel to a ser reconsiderada por el neorrealismo de Kenneth Waltz, padre de esta corriente de finales de los años 1970 que remplazó la fuerza por la seguridad como finalidad de la acción internacional.
Los realistas contemporáneos considerarán así que la intervención del ejército francés en Mali es ciertamente necesaria, pero que no por eso es necesariamente justa.
Una « hipocresía organizada »
Una intervención necesaria, porque el interés nacional está en juego. Este interés no es percibido solamente en su acepción material (oro, almas, territorios) e inmaterial (valores, principios, ideas).
Según el teórico Stephen Krasner, que volvió a evaluar el argumento de estado-centrismo realista abordando la soberanía como una “hipocresía organizada”, la intervención está justificada igualmente para defender unas estructuras internacionales amenazadas, porque es de interés de los Estados dominante el de preservar un orden internacional que les sea favorable.
En su versión llamada « cooperativa », el realismo contemporáneo va todavía más lejos, con autores tales como Joseph Grieco y Charles Glazer, para uienes la seguridad es un bien común, lo cual implica que se refuerza su propia seguridad socorriendo a un aliado en peligro.
La posible creación de un “Sahelistán” que amenazaría laestabilidad de la región y los intereses franceses, la responsabilidades que le incumben a Francia hacia sus excolonias, el estatuto reivindicado de potencia que supone a la vez una voluntad y unas capacidades de proyección de fuerzas justifican por lo tanto, en una perspectiva realista, la actual intervención francesa.
Esta guerra necesaria no es por eso una guerra justa. Es incluso la trampa que convendría evitar cuando un moralismo ambiente impone avanzar escondido detrás de la promoción de los derechos humanos y de la democracia.
Para un realista, la noción de una guerra justa es una inepcia. Carl Schmitt, una de las principales referencias filosóficas del realismo, pudo así escribir que, es cuando “el enemigo fuera reconocido justus hostis y fuera distinguido del rebelde, del criminal y del pirata, (… que) que la guerra perdería su carácter penal y sus tendencias punitivas en la medida en que la discriminación entre paridos justos e injustos cesara”.
Esta nueva guerra no tiene nada de “justa”, a menos que consideremos que existiera un neoconservadurismo de izquierda empeñados en una cruzada contra “los autores de los horrores actuales”, lo cual el discurso de Dakar de François Hollande del 12 de octubre 2012 podría ciertamente hacer pensar.
La moral no tiene su lugar en la justificación de un recurso a la fuerza
Siguiendo a Tito Livio y Maquiavelo, la única razón que podría justificar el recurso al argumento de la justicia es que esta guerra es necesaria para los que han puesto en marcha – “precisamente es justa la guerra para aquellos para quienes es necesaria”.
Esta guerra por lo tanto no es justa porque Francia combatiría un enemigo de la civilización; es solamente necesaria para defender los intereses franceses.
Para un realista, la moral no tiene su lugar en la justificación de un recurso a la fuerza. Esta lucidez es menos cínica que el recurso mentiroso a los grandes principios humanitarios.
En fin, para convencerse que esta guerra no puede ser considerada como una guerra justa, que guarde en la memoria el aviso de Tocqueville, ministro efémero de asuntos exteriores de la IIª República, que hacía la costatación en sus Recuerdos que “las democracias a penas resuelven los problemas de fuera sino es por razones de dentro”.
Si verdaderamente es realista, el huésped del Elíseo no debe esconderse que el uniforme marcial que acaba de ponerse le permite muy oportunamente hacer callar las críticas sobre su irresolución habitual. Lo cual tendrá su impacto si, por casualidad, las consideraciones exteriores debieran sobreponerse a los determinantes internos.
*Profesor de relationes internacionales, Panthéon-Assas-Paris-II
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