Chupópteros de todo el mundo… ¡uníos!, por Alberto Eisman

15/01/2013 | Bitácora africana

La pasada semana, los parlamentarios kenianos aprobaron dos proposiciones de ley que les asegura una paga extra al término de legislatura de 88.500 Euros por cabeza, aparte de otras prebendas tales como pasaportes diplomáticos, coches, chóferes, un guardaespaldas de por vida y – agárrense – un funeral de estado. Por si no lo saben, los parlamentarios de Kenia se cuentan entre los mejor pagados del mundo (ganan 9.000 € limpios cuando el salario medio en Kenia es 106 €), y esto en el mismo país donde hay actualmente 20 millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza y donde, como preámbulo a la campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo Marzo, más de un centenar de personas han perdido la vida en enfrentamientos interétnicos (posiblemente provocados y/o consentidos por políticos locales)… pues sí, mientras los kenianos se matan a machetazo limpio, los padres (y madres) de la patria mostraban su enérgica repulsa y su sentimiento patriótico otorgándose un escandaloso paquete de beneficios. Ahora sólo queda esperar que el presidente tenga un poco de decencia y ejerza el veto a esta medida (ya lo hizo una vez con una ley parecida después de airadas protestas durante el 2012).

En Uganda, aparte de que aquí nadie sabe lo que las altas esferas del gobierno están cociendo en el muy lucrativo sector petrolífero, acaba de estallar dos nuevos escándalos o (que se añaden a una ya inmensa y vergonzosa lista) que implica esta vez al Ministerio de Servicios Públicos (pago irregular de pensiones “fantasmas” por un valor de 48 millones de Euros) y a la Oficina del Primer Ministro (desaparición de fondos, muchos ellos procedentes de la cooperación internacional, por valor de 14 millones de Euros). El presidente Museveni ha repetido ya hasta la saciedad que no habrá tolerancia alguna con prácticas corruptas, pero en el circo del gobierno y el partido gubernamental (NRM) ya no hay espacio para tanto enano que le está creciendo. Son tantos los “aliados”, amigos y parientes del presidente que se han visto envueltos en escándalos obviamente todavía sin aclarar que resulta cuando menos irrisorio amenazar con un látigo purificador cuando es por su mismo gobierno y su mismo partido por donde tendría que empezar. Pocas cabezas quedarían en su sitio si las de los culpables comenzaran a rodar.

Viendo cosas así, me llevan los demonios porque veo a la gente completamente impotente ante la prepotencia de los poderosos y la eterna impunidad en la que viven. Miro a mi alrededor en África y veo corrupción, miro a mi país y – ¡leche! – tampoco es que estemos para tirar cohetes: la dinastía Pujol, Durán Lleida, los EREs de Andalucía, el Gürtel… estamos como para presentarnos internacionalmente como el paradigma de la rectitud. De verdad que no hay pan para tanto chorizo. Qué actuales me suenan las palabras de mi añorado Carlos Cano cuando en los lejanos años 70 cantaba en su “Murga de los Currelantes” aquello de:

Maroto, siembra la tierra que no es un coto,
Falote, que ya está bien de chupar del bote
Ramón, hay que acabar con tanto bribón…

Y así nos va… la copla ha envejecido pero la realidad sigue estando ahí, corregida y aumentada, el trinque que no para (y en España, si no me equivoco, el nivel de corrupción es ahora mucho más masivo y sofisticado que en los años 70). Al final, no me sorprende que figuras como Paul Kagame en Ruanda, a pesar del historial siniestro que sin duda tiene, por lo menos haya tenido el mérito de controlar la corrupción dentro del país. En Ruanda te meten en la cárcel simplemente por firmar un cheque sin fondos. Aquí esto pasa cada semana y nadie pone el grito en el cielo ni mucho menos tiene consecuencias legales… En Ruanda han conseguido ese tipo de rectitud moral institucional a base de mano dura, de un control férreo de la población por parte de las instituciones de seguridad del estado y pagando el precio de una falta de libertad política que, por ejemplo, mantiene a una de las líderes opositoras en prisión sin cargos claros contra ella.

Pero claro, ahí surge naturalmente la pregunta de si para luchar efectivamente contra la corrupción entonces lo que hay que hacer es reducir libertades y aumentar la represión y el control de la población. Una buena pregunta para la que yo todavía no tengo respuesta.

Lo que es impepinable es que el mamoneo – espontáneo o institucional – no conoce partidos, ni etnias, ni nacionalidades y menos aún familias ideológicas… impregna a derechas e izquierdas, blancos y negros, conservadores y progresistas, está en todas las latitudes y, mira por dónde, está especialmente presente en la clase política que es quien, teniendo las herramientas legales para erradicarlo, obviamente no lo quiere o no lo puede hacer. No va a hacer uno el primo cerrando el grifo que alimenta tu cuenta corriente. Se podría hacer aquí una adaptación de aquella lapidaria frase proveniente de esa entrañable e inextinguible lumbrera intelectual y moral de la piel de toro que es Belén Esteban: “yo, por mi sobrecito… ¡¡MA-TO!!” Más claro, el agua.

Original en : En Clave de África

Autor

  • Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

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