Despliegue de tropas francesas en Mali mientras el país cae en el caos

14/01/2013 | Crónicas y reportajes

El día 10 de enero de 2013, un autobús público gestionado por la compañía de transportes Sonef, llegó a las afueras de Konna, una pequeña ciudad 700 kilómetros al norte de Bamako, la capital de Malí.

Era día de mercado en Konna, y los soldados que estaban en el puesto de control de carretera entre Konna y Gao hicieron señas al autobús para que pasase el control. En el siguiente puesto de control, a la entrada de la ciudad, los soldados subieron al autobús para una comprobación rutinaria, entonces los pasajeros les abatieron a tiros. Rebeldes islamistas fuertemente armados salieron en tromba del autobús, destruyendo el puesto de control mientras más combatientes llegaron en un convoy de jeeps y furgonetas pickups, y se repartieron por toda la ciudad.

El ejército de Malí se replegó a su base, a una hora en coche, en Sevare, según un soldado maliense que presenció el ataque. El coronel Diarran Kone, portavoz del ejército maliense, confirmó que los atacantes llegaron en un autobús público, pero se negó a dar más detalles.

Pronto, Konna cayó en manos de los rebeldes, como Tombuctú, Gao y Kidal, ciudades todas en el norte de Malí, una vasta extensión de desierto que supone cerca de dos tercios del país, y es del tamaño de Francia y España juntas. La zona ahora está controlada por autodenominados islamistas, que se han hecho famosos a nivel internacional por haber establecido tribunales ad hoc, y administrar severos castigos como lapidación de supuestos adúlteros y la amputación de miembros de supuestos ladrones.

Camino al Sevare, el día 10 por la noche, este corresponsal vio helicópteros de combate que se desplazaban rápidamente hacia el norte. Por teléfono, los residentes de Sevare dicen que habían visto en su aeropuerto soldados, helicópteros y aviones de carga franceses. Las autoridades de Malí, declararon Sevare lugar restringido para los periodistas; este corresponsal fue rechazado en el puesto de control de Sevare en dos ocasiones distintas.

El día 11 por la mañana, el ministro Francés de Exteriores, Laurent Fabius dijo que Francia acudiría en ayuda de su ex colonia, mientras helicópteros y aviones de combate atacaban Konna. Los rebeldes abatieron un helicóptero francés, matando al piloto antes de desaparecer en el vasto desierto del norte. Las autoridades malienses todavía no han confirmado el número de rebeldes, civiles o soldados muertos en la violencia del 10 y el 11 de enero. “Hemos retomado el control de Konna y estamos inspeccionando en busca de minas”, declaró el coronel Kone por teléfono.

El presidente maliense Dioncounda Traoré ha pedido ayuda a la comunidad internacional y ha impuesto el estado de emergencia en todo el país. “En nombre de Francia he respondido a la solicitud”, dijo el presidente François Hollande, el día 11 de enero, “esta operación durará tanto como sea necesario”. Para cuando el asunto salió en la prensa, cientos de soldados franceses habían llegado a Bamako para proteger los intereses e inversiones francesas en la capital.

La Comunidad Económica de Estados del África Occidental, ECOWAS, un bloque regional de 15 países miembros, ha autorizado el despliegue inmediato de tropas en Malí, pero no está claro cuántos soldados estarán disponibles a corto plazo.

La batalla de Konna ofrece una visión del conflicto multidimensional que amenaza con consumir Malí, una nación de unos 14 millones y medio de habitantes, que lucha por contener las aspiraciones divergentes de sus grupos étnicos del norte y del sur, desde su independencia, en 1960.

La raza es un asunto controvertido y emotivo por todo el Sahel, la pradera semi-árida que se extiende desde Senegal hasta Sudán. Numerosos grupos étnicos perciben sus identidades de la intersección entre la profesión, por ejemplo pastores nómadas o agricultores sedentarios, y la raza, como los Tuareg de piel clara y los árabes y los africanos negros.

El historiador Mahmood Mamdani, en su ibra “Salvadores y supervivientes: Darfur, política y la guerra contra el terror”, argumenta que la diferencia racial comenzó como una construcción colonial, popularizada por los administradores coloniales y los historiadores, que postularon la idea de colonos negros-originarios y colonos árabes que usurparon el poder por todo el norte de África.

Pero en “Una historia de raza en el África occidental musulmana”, el historiador Bruce S. Hall argumenta lo contrario: en Malí, las diferencias raciales entre los tuareg nómadas y los africanos negros sedentarios son anteriores al colonialismo y dieron forma a la eventual conquista francesa. Históricamente, los dos grupos se han enfrentado por el acceso a la tierra, el agua y los pastos en el desierto. Las relaciones se complicaron más con la práctica tuareg de esclavizar a grupos étnicos específicos conocidos como los bella, a los que los tuareg llamaban “negros”.

Con la independencia, varios prominentes líderes tuareg defendieron una tierra tuareg que abarca el norte de Malí, y partes de los actuales países de Argelia, Níger y Mauritania. “Hermano mío, somos como el pueblo palestino al que se le impuso la dominación de los judíos”, escribió Muhammed Ali Ag Attaher, líder tuareg, en una carta al presidente francés Charles de Gaulle, “Nunca aceptaremos la dominación que se nos ha impuesto. Los nómadas que hacen como que aceptan esto, son cobardes hipócritas”.

Mientras tanto los políticos negros como Modibo Keita, el primer presidente de Malí, dejaron claro que el Malí independiente no cedería sus territorios del norte.

Modibo Keita ganó y su gobierno acabó con el poder de las élites de los tuareg. En 1962-64 y en 1990, estallaron turbulentas rebeliones, todas ellas aplastadas brutalmente por el ejército de Malí.

En los años intermedios, una sequía sufrida en todo el Sahel devastó a las poblaciones tuareg, forzando a miles de ellos a migrar a países vecinos como Libia, donde el coronel Muammar Gadafi los incorporó a su ejército. Con la caída del coronel Gadafi, en 2011, una facción de tuareg fuertemente armados, organizados bajo el nombre de Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad, MNLA, volvieron a librar una guerra de liberación.

Dejado al margen

El MNLA fue posteriormente dejado al margen por los grupos de traficantes de droga, auto-identificados como islamistas, autodenominados Movimiento para la Unidad y la Yihad, MUJAO; Ansar Dine; y Al Qaeda en el Magreb Islámico, AQMI. Estos grupos han expandido la rebelión más allá de los tuareg, incorporando a varios grupos étnicos como los bella y los songhai, (que históricamente se han opuesto a los tuareg) a un ataque multiétnico sobre Bamako.

Mientras tanto, el sur de Malí vivió su propia dosis de tormenta política: cuatro años después de la represión de los tuareg, Modibo Keita fue expulsado por Moussa Traore, un teniente del ejército, que gobernó el país durante los siguientes 23 años. Fue derrocado por un contra golpe, en 1991, durante la segunda revuelta tuareg. Alpha Oumar Konaré, un político de carrera, ganó dos mandatos consecutivos como presidente entre 1992 y 2002. Fue reemplazado por Amadou Toumani Toure, un general retirado que lideró el contra golpe de 1992 contra Traoré.

Las dos transiciones pacíficas de poder en 1992 y 2002 dieron lugar a que los medios internacionales describieran Malí como un “baluarte de la democracia” pero las auditorías internas desvelaban varias discrepancias. “7 millones de una población total de 14.5 millones están en las listas de votantes”, dijo un diplomático implicado en la reforma electoral. La edad media de los ciudadanos es de tan solo 16.5 años, y 8.25 millones de malienses tienen menos de 18 años, según el censo de 2010, sugiriendo que al menos había un millón de votos fraudulentos.

El señor Traoré estuvo en el cargo dos mandatos y tenía previsto salir del gobierno en verano de 2012, cuando una renovada rebelión tuareg precipitó otro golpe de estado, esta vez liderado por Amadou Sanogo, un capitán del ejército de Malí.

Ejército débil

El miedo constante y real a un golpe militar, dicen los partidos de la oposición, dirige la política en Malí, particularmente la del señor Traoré, para debilitar el ejército creando una elaborada y corrupta red de clientelismo de generales y empresarios. “El ejército de Malí fue destruido por los poderes y robaron las elecciones cada vez que las hubo”, dice Oumar Mariko, secretario general de Solidaridad Africana para la Democracia y la Independencia, SADI, un partido de la oposición de izquierdas, añadiendo que “desde 1992 no ha habido unas elecciones claras en Malí”.

El señor Mariko dice que él apoyó el golpe militar de 2012 porque el líder de dicho golpe, el capitán Sanogo “representaba a la facción del proletariado del ejército”, que había sido explotado por los generales; los detractores del señor Mariko creen que se alió con el capitán Sanogo para buscar un camino más rápido al poder.

Desde entonces, un gobierno de transición, instalado a instancia de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, ECOWAS, y la Unión Africana, ha hundido el país en un caos político y militar con mandos civiles y militares encadenados. “Nadie sabe quién está al control en Mali, ¿los políticos o el ejército? ¿Quién, en el ejército? ¿Sanogo o los generales?”, dice un periodista maliense que prefiere permanecer en el anonimato.

El ejército ha sido reducido en unos 5.000 hombres con mala formación, según fuentes diplomáticas europeas, y carece de los equipos y formación básicos para combatir a los rebeldes, curtidos en la batalla. Un pequeño video ha circulado recientemente por internet, en el que se muestra un ejercicio de formación en el que los hombres del ejército apuntan con rifles a un objetivo imaginario y verbalmente imitan el sonido de armas de fuego, para simular el campo de batalla.

La caída de Konna sugiere eso, en todo caso, la situación es en realidad peor de lo que se imagina. “No había tuareg en el autobús [que llevó al ataque], eran todos malienses negros”, dice un soldado que presenció el ataque, sugiriendo que los islamistas han reclutado una fuerza de combate multiétnica.

Un refugiado songhai de Gao confirmó que los islamistas habían reunido un apoyo importante entre la población local, y habló de un persistente resentimiento contra los tuareg. “Primero llegaron los tuareg y golpearon a la gente”, dijo, añadiendo, “los islamistas salvaron a la población en el norte. Lucharon contra los tuareg, así es como obtuvieron la confianza de la población. Después de aquello hicieron cosas terribles”.

Al dejar al margen al MNLA, el refugiado dijo, los islamistas ganaron una atracción importante, especialmente entre los songhai y los bella, que creían que el acuerdo de paz firmado entre los tuareg y el gobierno de Malí en 1995, daba poderes desproporcionados a los tuareg, “El gobierno de Malí les dio todo a los tuareg. Algunos de ellos no saben escribir, no saben leer, pero obtienen un buen puesto en el gobierno o el ejército”, explicó.

Más conflicto

Mientras que los soldados franceses e internacionales intentan recapturar los territorios bajo el control de los rebeldes, grupos de defensa de los derechos humanos como Human Right Watch, temen que grupos étnicos que alimentan agravios del pasado puedan ajustar cuentas infligiendo castigos colectivos a inocentes y sembrar las semillas de más conflictos.

Recientemente, los medios internacionales han escrito informes principalmente elogiando a las milicias informales llamadas los Ganda Izo, (Hijos del Sol), entrenadas por el ejército de Malí para combatir a los rebeldes. Los Ganda Izo son una reencarnación del Movimiento Patriótico Ganda Koy (Señores de la tierra)- milicias songhai responsables de la limpieza étnica de tuareg en el norte en la década de los años 90.

“Conciudadanos del norte, barramos a todos los nómadas de nuestros pueblos y ciudades, incluso de nuestra tierra estéril. Pueblo negro sedentario… tomemos las armas para la gran batalla que nos aguarda”, exhortaba un panfleto de los Ganda Koy de ese periodo, “mañana los nómadas se instalarán ahí como dominadores… ¿por qué hay puestos en el ejército para los nómadas? ¿Por qué hay escaños en el parlamento para los bandidos rebeldes armados? Deberíamos crear inseguridad para los nómadas, como ellos han creado para las poblaciones sedentarias”.

El día 11 por la tarde, mientras el ejército de Malí reafirmó su control sobre Konna, un grupo de soldados atacó la oficina de Sonef, la compañía de transportes de Bamako. “El ejército nos dijo que los rebeldes habían usado un autobús de Sonef para entrar en Konna”, dijo un transeúnte. Por la noche, los rumores afirmaban que Sonef era propiedad de una adinerada familia tuareg. Los rumores eran falsos, los propietarios de la compañía son malienses árabes, pero no importó. Un nuevo rumor sugería que la familia árabe tenía relación desde hace mucho tiempo con los islamistas.

Aman Sethi

(The Hindu, 14-01-13)

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