Denis Mukwege en RFI: «Hay que garantizar la seguridad de toda la población congoleña»

5/11/2012 | Crónicas y reportajes

Denis Mukwege, ginecólogo del hospital de Panzi, cerca de Bukavu, en el este de la RD Congo, premiado por su acción a favor de las mujeres violadas, se ha visto obligado, como consecuencia de un intento de asesinato, a refugiarse en el extranjero. Habla sobre las circunstancias del atentado sufrido y reclama la necesidad de ayudar a la población, que es la primera víctima de las masacres.

¿Cómo se encuentra, doctor Mukwege?

Me encuentro bien. Ha sido muy duro, pero estoy con mi esposa y mis hijos y me voy recuperando progresivamente.

¿Qué recuerdo tiene de este intento de asesinato que ha sufrido en Bukavu?

Han sido momentos muy difíciles. Todo sucedió muy rápidamente, en tres fases. Primero, los agresores se ocuparon de los que estaban en el exterior de mi casa. Así pues, entraron en ella y inmovilizaron a mis hijos. Me esperaban a la entrada y cuando yo toqué el claxon fueron ellos los que abrieron la puerta y me cogieron rápidamente. Estaba en segundo lugar el problema de poder salir. Los agresores se hicieron con las llaves de contacto de mi coche y en ese momento cometieron lo irreparable. Me apuntaron y cuando mi guardián gritó se giraron hacia él y dispararon a quemarropa. Yo me tiré al suelo y ellos pudieron escapar con mi coche.

¿Recuerda si los agresores estaban uniformados?

Estaban vestidos de civil, pero pienso su operación la realizaron profesionalmente y con rapidez; eran matones profesionales.

¿Se sentía usted amenazado?

La verdad es que yo no tengo problema alguno con la gente y no tenía un sistema especial de protección.

¿Usted pide que se investigue y esclarezca todo este asunto?

Le estoy dando muchas vueltas. Si yo he sido agredido en plena ciudad, en un barrio seguro, mi pensamiento va mucho más lejos, va hacia todas esas mujeres que viven en el interior de la región y que sufren todos los días lo que me ha pasado a mí. He podido percatarme de verdad que su situación es muy difícil, mucho más difícil de lo que yo pensaba. Si lo que me ha ocurrido a mí en plena ciudad a las 7 de la tarde, puedo imaginar lo que les sucede a todas esas personas que están sin defensa y sin protección, a merced de las bandas armadas. No podemos asistir impotentemente a las masacres y matanzas de inocentes. Mi seguridad, está muy bien, pero hay que lograr la seguridad de toda la población; la gente tiene derecho a la seguridad y los responsables de la seguridad deben tomárselo en serio.

Precisamente, doctor, el 31 de octubre se organizó en Bukavu una acción llamada “ciudad muerta”, para denunciar esa inseguridad y las violencias. Supongo que usted habrá pensado en esa manifestación de protesta.

Yo creo que su voz debe ser escuchada por las autoridades nacionales y por la comunidad internacional. Resulta impensable que durante 16 años todo un pueblo esté martirizado de ese modo, ante la mirada y conocimiento del todo el mundo, que permanece en completo silencio.

Supongo que usted desea enviar un mensaje a todo el personal del hospital de Panza, a su hospital.

Se trata de un personal que se entrega en cuerpo y alma y que realiza su trabajo con amor. El mensaje que envío es que sigan respondiendo al odio con el amor. Sólo el amor puede vencer al odio. Creo que no hay que rendirse y que no hay que propagar el mensaje del odio. Más bien, hay que seguir amando en este combate contra el odio y la violencia.

¿Espera usted regresar y retomar sus actividades en Bukavu, lo antes posible?

Cuando salía, vinieron varios enfermos a verme. Ha sido muy duro haberlos abandonado. Vi que lloraban y lloré con ellos. Tengo que decir que estoy con ellos. Necesito alejarme un poco pero estoy plenamente con ellos. En cuanto sea posible, estaré con ellos.

Por Guillaume Thibault

Traducción: Ramón Arozarena.

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