La primavera árabe frente a los cantos de sirena extranjeros

16/10/2012 | Opinión

A pesar de sus muchos defectos y de un pro occidentalismo libremente asumido, el primer presidente de la primera república tunecina de la historia, Habib Burguiba, se enorgullecía, legítimamente y con razón, de que Túnez nunca hubiera pedido ni obtenido ni un solo cartucho del extranjero para combatir al ocupante francés que la sometía y recuperar su independencia.

Unos sesenta años más tarde el pueblo tunecino sale victorioso de un levantamiento popular sin precedente en la historia humana contra un poder nacional gangrenado por la corrupción y sin perspectivas políticas claras. En 24 días, del 17 de diciembre de 2010 al 14 de enero de 2011, sin el menor recurso a las armas y sin solicitar ningún tipo de ayuda extranjera, el antiguo poder fue derribado a golpe de manifestaciones populares pacíficas.

El modelo tunecino es inmediatamente retomado, de forma integral, el 25 de enero de 2011 por el pueblo egipcio que consiguió, en las mismas condiciones, liberarse de un poder nacional desgastado y corrupto.

Por desgracia, esta contribución árabe a la aceleración del curso de la historia universal se detuvo en ese momento.

Recordamos que siguiendo muy de cerca las revoluciones tunecina y egipcia se produjeron movimientos populares parecidos en muchos lugares del mundo, en Europa, Estados Unidos de América (donde aún continúa el movimiento anticapitalista “Ocupad Wall Street”), en Israel y en otros lugares.

Pero el encanto se rompió con la insurrección libia del 17 de febrero de 2011 cuyos primeros dirigentes, apoyados por la Liga Árabe, pidieron a las potencias occidentales intervenir militarmente en su ayuda para operar el deseado cambio en Libia.

Y a continuación, tras desencadenar su movimiento en marzo de 2011, los insurgentes sirios tratan por todos los medios de aplicar el plan libio en Siria, contando con el apoyo de la Liga Árabe o al menos de alguno de sus miembros.

Respecto a esto, un historiador ha declarado que una revolución popular o es puramente nacional o no es tal.

Una revolución popular que pide el apoyo de intervenciones militares extranjeras para vencer no es tal revolución popular.

Acto fundador

En efecto, una revolución es un acto fundador dirigido a construir un Estado y una sociedad sobre bases nuevas, en función de las condiciones específicas del país de que se trate en los aspectos histórico, geográfico y demográfico y por lo tanto no puede asumir injerencias o intromisiones extranjeras que puedan reducir su independencia de decisión y su margen de maniobra.

La ayuda siempre conlleva una relación, introduciendo consideraciones de amistad y gratitud hacia el donante.

Sin embargo, según nuestro interlocutor, es cierto que la historia árabe está jalonada de ejemplos de solicitud de asistencia extranjera desde los tiempos preislámicos hasta nuestros días (el poeta y conocido príncipe árabe, Imri al Qayès, muerto en el año 545 de la era cristiana en Ankara, Turquía, había solicitado la ayuda del emperador bizantino de aquel momento para recuperar el trono de su padre, perdido tras un levantamiento tribal), pero en nuestros días, en particular, han sido las potencias occidentales desde el siglo XIX las que han creado entre los dirigentes y las masas árabes la necesidad de recurrir a su ayuda y protección, mostrándose dispuestas a intervenir, de todas las maneras posibles, en los asuntos de los países árabes con el pretexto de defender los derechos humanos.

En la segunda mitad del siglo XIX los habitantes de un pueblecito perdido del sur tunecino, concretamente el pueblo de Jemma, sublevados contra el Bey [jefe o gobernador] de Túnez de la época, amenazaron a ese Bey con pedir ayuda y protección de los ingleses y franceses contra su tiranía.

Necesidad que sigue teniendo consecuencias.

SALAH BEN HAMADI

(Le Temps, Túnez, 02-10-12)

Traducido para Fundación Sur por Concha Hidalgo.

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