Piénseselo bien antes de decidir ser racista, por Nse Ramón

16/10/2012 | Bitácora africana

¡He tú!… Sí, tú… ¿Has decidido que lo mejor a día de hoy, y visto lo visto con la historia, es mejor ser racista, verdad?. ¿Sí?. Pues vale, tiene todo el derecho del mundo de serlo. Si es lo que ha usted le gusta, y cree que le viene bien para sus intereses privados, colectivos y humanos, pues entonces ¡adelante con su elección!. Faltaría mas. Nosotros no nos oponemos a que sea así. Es mas, le agradecemos que lo reconozca y que responda claramente que así lo tiene pensado hacer, y así lo hará.

Pero, mire usted, ¿Qué le parece si antes de lanzarse usted a serlo oficialmente, nos acepta un pequeño e inocente consejo?. ¿Le parece bien?, ¿Seguro?… ¡Ah, pues bien!. Se lo damos encantados.

Mire, el racismo es visto por nosotros como un problema que acompaña a mucha gente que no ha sabido encontrar nada mejor que hacer en la vida que coleccionar colores. Pero como no podemos, para nuestra colección, tener todos los colores para nosotros, lo que suele pasar es de que odiamos a los que tienen el único color que jamás tendremos nosotros. Varios son los colores, pero siempre hay uno que uno no puede tener. Y para un buen coleccionista, decirle que jamás, en su vida, tendrá la suerte de contar con el único color que le faltará para completar su obra de coleccionista, es provocarle cosas que aveces, si uno es débil de espíritu, le llevan a cometer atropellos contra los que tienen ese único color. En serio, un buen coleccionista es capaz de tener acceso a todo lo que tenga que ver con su colección. Tardan años en crear una buena colección, mucho dinero en lograr algunas piezas claves. Tiempo y energías en sus piezas a coleccionar, y en algunos casos, tienen que negociar con gente que aparte de poner muy alto el precio de la pieza que el coleccionista busca, también saben manejarse para ponerlo nervioso hasta tal punto que acaba por comprar la pieza a un precio extraordinario. Breve, cuando un coleccionista se pone en serio a no poder vivir sin lo que quiere, se emplea a fondo. Tan a fondo que algunos suelen llegar a «matar» para alcanzar su pieza de colección.

Por eso, los que coleccionan colores, en éste caso racistas, suelen encontrarse con esa barrera que les impide contar para su colección con un único color que no les será concedido ni aun matando a los portadores, o dueños de dichos colores.

Suena un poco a cachondeo. Pero no es así. Los racistas de repente no saben explicar con cierta inteligencia del porqué deciden fomentarse ellos mismos el sentimiento de odio por otros que no tiene el mismo color que ellos. Y no es que sean tontos. Es que una cosa es ser inteligente, otra es que la inteligencia te sirva de algo. Si la inteligencia no te sirve para nada provechoso para tus propios intereses, ¿Para qué entonces quieres ser inteligente?. Si uno se levanta por la mañana para ir por la vida despreciando a los demás por su color de piel, ¿Acaso espera que se le considere inteligente?. Se le consideraría, como mínimo, como un verdadero idiota en caso de que actuase como es su pretensión racista, en público, para con los demás. La inteligencia que pudiera atesorar, se quedaría en un plano inferior, y sólo saldría a relucir, de vez en cuando, cuando al racista se le da por hacer su trabajo dentro de un espacio laboral, privado o público, y que dicho trabajo repercuta en todos los seres humanos del mundo, de manera beneficiosa, ya sean del color que sean. Así es como un racista, inteligente, pierde para su propia existencia el respeto que podría tener por su propia personalidad, y también pierde mucho cuando se mira al espejo y ve a un idiota trabajando para el bien de todos los seres vivos del planeta.

Por eso, antes de ser racista oficialmente, debería uno preguntarse aquello de «¿Qué es lo que espero lograr si tomo como modus operandi el desprecio al color de piel de los demás?». No es fácil hacerse esa pregunta cuando el futuro racista, o racista experimentado, es incapaz de hacer uso de su humanidad. Como tampoco es fácil hallar una respuesta que satisfaga la idiotez de considerarse racista por arte de magia. ¿Ya que es magia lo que lleva al ser humano a creerse idiota sin ayuda de nadie, verdad?.

¿Cómo ganan su dinero los racistas?, por ejemplo. Suponemos que todas las estructuras en las que los humanos se meten para hacer dinero, tienen su raíz en cualquier cosa producida en ésta tierra de hombres y mujeres de diferentes tintes en su pelaje. Así es como un declarado racista se mete en un supermercado para comprar productos, y va escogiendo los productos producidos por gente a la que no le daría la mano, o a la que no permitiría que sus hijos trajeran a casa como parejas sexo sentimentales. Eso, pagando con un dinero que a lo mejor, desde su emisión por le tesoro nacional, hasta llegar a sus limpias manos de racista, ha pasado por varias manos, algunas incluso se fueron a cagar y no se las lavaron. ¿O es que los racistas no pierden su tiempo en pensar en ese entramado mundial que obliga a todo el mundo ha hacer uso de lo que producen todos? ¡Es un mundo globalizado!. Y en realidad, siempre fue así. No, no lo creo. Cuando uno es racista, o cree serlo, lo más normal es de que no quiera tener contacto alguno con nadie que tenga un color diferente al suyo. Y así, no es posible vivir. Si es la cabeza la que marca el ritmo de la humanidad, de los racistas, entonces, los racistas deberían haber ya optado por crear una especie de comuna, hacer caja, fabricar un cohete bien grande (son muchos los racistas que hay…), propulsarlo hacia el espacio espacial con todos ellos dentro, y ver si pueden encontrar un sitio en el que no tengan que pensar que cada cosa que hacen, consumen, tocan, participan, es algo que puede haber sido tocado con sucias manos con los que les provocan ese sentimiento de «asco». Pero igual, ¡SEGUIRÍAN EN LAS MISMAS!. ¿Que por qué seguirían en las mismas?. Pues porque en el cohete no sólo viajarían racistas blancos odia negros. También viajarían racistas negros odia blancos. Y también racistas amarillos odia… Y así sucesivamente. Todos los racistas, al menos los que tienen claro que no pueden compartir espacio con otros seres humanos provistos de un color de pelaje diferente al suyo, deberían entrar en ese cohete y largarse a hacer puñetas a otra parte. Aquí, en la tierra, no hay cabida para someter la inteligencia privada a un sentimiento que no tiene ni píes ni cabeza por lo idiota que resulta ver a un racista, por ejemplo, comerse una hamburguesa que podría haber sido tratada por uno que le da «yuyu».

Igual, si en el cohete no viajan todos los colores racistas, entonces se hacen cohetes para cada color, y siguen su ruta hacia un mundo perfecto en el que ninguno de los que nos quedemos aquí, y que preferimos no ser estúpidos contra nuestra propia inteligencia, iremos a molestarles. ¿Para qué ir a molestarlos en sus vidas alejadas de nosotros?, ¿Para qué?, si al final, haciendo uso de su inteligencia, usarán los conocimientos que adquirieron aquí con nosotros. Tratarán de instaurar en su nuevo mundo una civilización que se basará sobre todo en lo que aprendieron aquí, como la lengua, la comida, las ideas de defensa, de justicia, y esas cosas. Usarán los medios de comunicación que tenemos para empezar a desarrollar los suyos. Su historia siempre empezará con «humanos que salieron de la tierra, para ir a crear…», y finalmente, y como nosotros a los extraterrestres que no existen, les contarán a sus generaciones durante siglos, lo mucho que aprendieron de los «inteligentes y tolerantes humanos». Y ya ni les contamos de cuando empiecen a tratar de organizarse políticamente. O cuando el nuevo planeta de los racistas negros decida invadir el planeta de los racistas blancos (y viceversa…), al considerarlos «inferiores», o «demasiado superiores». Los habrá que serán muy espabilados, ganarán mucho dinero, comprarán voluntades, y acabarán por considerar «INFERIORES» a otros racistas, ¿Quién sabe?, ¿A lo mejor porque esos lleven un ombligo un poco más hinchado que ellos que lo llevan menos hinchado e incrustado en la panza?. Osea, cosas al más puro estilo del humano débil, idiota en la tierra, y que cree que ser racista es una cosa inteligente. En definitiva, los racistas se volverán extraños, y morirán con la sensación de que en la tierra, todos juntos sin importar el color que sea, era mucho mejor vivir. Porque en la tierra no se trata de ir despreciando a la gente, ni de humillarla. como tampoco se trata de que uno se crea en el derecho de odiar a los demás ya sea por la nefasta historia universal, o sea por la actualidad infernal a nivel socio político. En la tierra, aquí, en casa, se trata de que cada uno aporte algo nuevo para que los errores que cometieron aquellos que iban montados en caballos, y no en ferraris, no nos impidan a día de hoy entender que es cero (0) dañino para el medio ambiente el uso del caballo (sin abusar del pobre animal…), que el uso de un coche que escupe aires contaminantes. La RESPONSABILIDAD, diplomática, hipócrita, es la que hace que nos soportemos. Si haces tu parte del trabajo para el bien mundial, lo más normal es de que pienses que si eliges ser racista, has elegido ser un completo idiota. Y como verás, aquí en nuestra tierra, hasta los idiotas tienen su ración de DD.HH.

No hay sentido alguno para ser racista. No hay razón alguna para odiar a nadie por el color de piel. No existe explicación lógica que puedas dar a nadie para que crea de que ser racista es una opción inteligente. Por eso puedes encontrarte con los racistas, por ejemplo, que van a los campos de fútbol. La mayoría suele ir vestidos del odioso color negro, cuando es racismo anti negros… O cuando es racismo de negros anti blancos, los ves animando al Real Madrid, por ejemplo, que aparte de estar petado de blancos sobre el terreno, van de un blanco pulcro. Es así de idiota ser alguien con ganas de andarse por la vida pregonando, en silencio (para más inri…) y escondido como una sabandija, un sentimiento que sólo sirve para los estúpidos. Ya sean estúpidos trajeados y con cuentas bancarias saludables. O ya sean estúpidos ataviados con harapos, y que comen en los cubos de basura lo que tira en ellos un restaurante que ha decidido no guardar las sobras de uno con el color de piel que se desprecia. Al menos aquí, en la tierra, los racistas se sienten ofendidos por su propia incapacidad, ya que al formar parte de algo que prefiere el cerebro que el color de piel, ven como su mundo se va reduciendo a lo que es: El mundo interno del idiota.

¿Que no le ha parecido a usted bueno nuestro consejo para que se lo piense antes de declararse racista?.

Vale, ok. Prefiere serlo a toda costa y asume la idiotez que conlleva para usted y para los que lo hacen posible. Pero ya que es esa su decisión, debemos decirle que a partir del momento que ya lo ha decidido, empiece por acostumbrarse a los fuertes dolores de cabeza que ello aporta. Evite irse a África, si es usted blanco, ya que hay demasiados negros a los que usted no soportará. Evite irse a Europa, si es usted negro, ya que hay demasiados blancos a los que usted no soportará. Evite irse a esos lugares, no vaya a ser que se de cuenta de que está rodeado de «gentuza de color», y eso le provoque un infarto tan grande que a su muerte, la minúscula (en público…) comunidad racista (en número, se esconden porque nadie inteligente les soporta…) se quede sin un elemento para abultar en número. Pero jamás para tener importancia alguna. Usted viva como si no existiera nadie más que usted con un color diferente. Deje de visitar Etiopía, y no sabrá la belleza natural que se perderá por estúpido. Deje de visitar Dakota del Sur, y jamás sabrá de las lindeces de esa zona del mundo. Haga como si a su alrededor todo funcionase como si usted fuese de esa supremacía que un idiota como Hitler propuso una vez, o hágase sinvergüenza como esos negros que hablan de «neocolonialismo» en pleno siglo XXI, mientras no dudan en equiparse de productos occidentales para que se les considere modernos.

Puede usted ser perfectamente racista y venderlo a sus hijos, a su comunidad, a su cerebro. Verá que nadie se lo vendrá a impedir. Lo que le impedirán, será que no se salga con la suya. Porque sus hijos se educarán fuera de casa. Y si usted no ha sabido hacer su trabajo en sus mentes, acabarán por no decidir ser idiotas como usted. Los de su comunidad, si le hacen caso a usted, en poco tiempo ya no serán una comunidad. Sino más bien un descomunal idiotez. Y qué decirle de su propio cerebro. Su propio, le recordará lo idiota que se hace uno mismo cuando pudiendo elegir cientos y miles de maneras de vivir, va uno y elige tratar de no hacer los demás vivir. Más idiota no se puede ser. Porque si se supera ese nivel de idiotez en un ser humano, entonces se convierte, para su desgracia, en un apestado social. En un miserable con la inteligencia suficiente como para darse cuenta de que ser idiota no es la mejor opción para nadie.

Nosotros ya le hemos dado nuestro consejo. Usted puede hacer como los que dejan una oreja en «enter» y otra de «exit». Usted haga lo que salga de los hue … ¡Coño!. O péguese un tiro.

.

Nsé, antiracista de cualquier color.

MI FRASE DE LA SEMANA: «La verdadera ciencia está muy por encima de los apasionamientos políticos, de las diferencias de raza e idioma y de los sectarismos religiosos»

DEDICADA A LOS PANAFRICANISTAS RESPONSABLES.

Autor

  • Nse, Ramón

    Nse Ramón o Ramón Esono Ebalé (alias Jamón y Queso) es un artista guineoecuatoriano nacido en Nkoa-Nen Yebekuan (Mikomeseng-Kie Ntem) en 1977 y residente en Malabo desde 1982. Dibujante e ilustrador autodidacta, compagina su pasión por el dibujo y el cómic con su trabajo de grafista. Actualmente es el grafista titular del Centro Cultural de España en Malabo y como dibujante de cómics ha ganado varios premios y certámenes internacionales como el concurso "Regarde 9", en el Festival Internacional de BD de Angulema (Francia), el premio obtenido en Cocobulles, Costa de Marfil con el trabajo "Le réveil d'Akoyo". Ha expuesto en los Centros Culturales Francés y Español en Malabo y Bata, en el Feshcary (Camerún) y en diversas galerías de Europa, América y Estados Unidos. El artista ha iniciado diferentes proyectos para organismos internacionales que operan en Guinea Ecuatorial realizando carteles e ilustraciones para la campaña de la Unión Africana en fomento de la Juventud y sus Derechos de la Organización de la Unión Africana.

    Participó en ARCO2010 con dos series ácidas y corrosivas sobre las dictaduras y la corrupción

Más artículos de Nse, Ramón