La gran cagada de occidente, por Rafael Muñoz Abad

28/09/2012 | Bitácora africana

Occidente supo colocar centuriones proclives en los límites del mundo civilizado. Franja que desde la guerra fría comprende las tierras entre el Magreb y el actual Irak. Un colchón que por décadas y gobernado por una generación de títeres, confeccionó políticas amables hacia occidente bajo la eterna y falsa promesa de la modernización del mundo árabe. Utopía inalcanzable que protagonizó su acto cumbre con una representación llamada primavera árabe. Y es que una sociedad anclada en el paternalismo y regida por los curas del islam, poco se diferencia de nuestras antiguas dictaduras pespunteadas con el hilo de la fe. El chapucero derrocamiento de Gadafi podría salir muy caro a los intereses occidentales. Nos guste o no, su figura y la de la françafique, eran elementos estabilizadores en la zona y a la vez diques de contención para el terrorismo itinerante que vaga por Chad, Mali o Níger; así que no seamos hipócritas ni activistas pro derechos humanos de sofá; y mucho menos cuando occidente se ha beneficiado de su represión antiislamista. La jugada no ha salido bien. Las embajadas son asaltadas y aún no se han logrado recolocar líderes ex profeso para lugares capitales. Una gran cagada que podría abrir grietas en el muro de contención ideológica que se extiende desde Rabat a El Cairo y que acelerará las concesiones a Marruecos. Alfil de enorme valor estratégico para occidente como último cortafuego del integrismo y al que EE.UU., no por casualidad, acaba de vender versiones medias del F-16. Marruecos puede ser uno de los avales morales que occidente esgrima ante el mundo árabe a la hora de justificar una intervención militar en Mali; aprovechando este, la ocasión para terminar de sepultar el conflicto saharaui y quizás reclamar lo que todos sabemos. Malos tiempos para los que claman por la independencia del Sahara. Washington jamás va a permitir que un páramo a tiro de piedra de occidente se quede sin control y razones no le faltan. ¿Y Canarias?; ya hablamos la próxima semana.

Rafael Muñoz es miembro del Centro de Estudios Africanos de la ULL

cuadernosdeafrica@gmail.com

Original en : Diario de Avisos

Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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