Que los gendarmes marroquíes son algo brutos es de todos conocido y si alguien lo duda, que se lo pregunte a los subsaharianos sin papeles que transitan por nuestro vecino del sur, camino del soñado y falso paraíso que es en su imaginación la Unión Europea, de la que una de sus puertas de acceso, la más próxima es España, en su costa andaluza.
Pero hoy no vamos a hablar de esa violencia “manu militari”, sino de una violencia inmanente, que se ejerce entre los propios marroquíes, de los hombres contra las mujeres.
LA SITUACIÓN DE LAS MUJERES
Que las mujeres son víctimas de la violencia masculina en los países musulmanes, aunque no sean fanáticamente islamistas, es cosa conocida.
Desde niñas son discriminadas frente a sus hermanos en su derecho a la enseñanza y en cuanto tienen sus primeras “reglas” son consideradas “objeto frágil”, que hay que proteger de cualquier pérdida de la virginidad y sobretodo de cualquier gestación que no sea dentro del matrimonio. ¡Pobres madres solteras! Ésta es la causa de la enclaustración y de deber salir de casa siempre acompañadas por un hombre de la familia: padre, hermano o tío y poco más, pues hay desconfía de los primos. Ellos son su “ángel de la guarda”.
¿QUÉ PASA EN MARRUECOS?
Lo dice la propia Ministra de Asuntos de la Mujer, de la Familia y del Desarrollo Social, Bassima Hakkadui, que ha dado la voz de alarma frente a la violencia que sufren las mujeres. Además insiste, que en más de la mitad de los casos, esta violencia machista surge en el entorno conyugal.
“La mujer en Marruecos continúa sufriendo violencia, tanto en público como en privado,” constata la ministra, que pertenece al partido “Justicia y Desarrollo” (PJD) que desde enero 2012 dirige el islamista Abdelil-lah Benkirane, que es el Primer Ministro del gobierno desde las últimas elecciones.
Según la misma ministra, seis millones de mujeres sufren violencia, lo que quiere decir, que en un país con 18 millones de mujeres, una de cada tres es víctima de violencia machista.
¿DE DONDE VIENE LA PRÁCTICA DE ESTA VIOLENCIA?
Aicha Lekhmas, abogada y militante activista marroquí de los Derechos Humanos, afirma que “la violencia contra las mujeres de Marruecos está en el imaginario colectivo, en las mentalidades y en los ritos.”
Según ella: “mientras haya jóvenes que se suiciden por ser forzadas al matrimonio, el camino a recorrer será largo.”
Con ocasión de los Juegos Olímpicos de Londres, hemos visto a las atletas musulmanas correr, saltar y practicar deportes cubiertas con el chandal y el pañuelo a la cabeza…Algunas se desplazan a países mediterráneos del sur de Europa: Italia, España y Francia, para entrenarse libremente.
UN RAYO DE ESPERANZA
Desde 2010, fue presentado en el parlamento marroquí un proyecto de ley, que define las diversas formas de violencias conyugales, físicas o morales.
Como los diputados, en su gran mayoría hombres, saben donde les aprieta el zapato, aún no lo han sacado a debate.
¿Lo aprobará el parlamento? Luego vendrá aquello de que “hecha la ley, hecha la trampa”.
¿Cómo van a condenar los jueces con severidad a otros conciudadanos, cuando ellos mismos tienen “ropa sucia que lavar en casa”?
Por eso ante las denuncias de violencia machista, la policía actúa a paso de tortuga. Raras son las mujeres, que consiguen llevar a sus maridos ante los tribunales, pues el entorno familiar ejerce presiones, para evitar una tal vergüenza. Me decía un amigo, que vive en Marruecos: “Mira el calendario musulmán va por el año 1433 (era de la Hégira), pues bien, los hombres andan como estaban en Europa ¡en el siglo XV!”
CONCLUSIÓN
Hace años que Mohamed VI promulgó la Mundwana, el código de la familia, pero parece que se quedó corto y sobretodo no se han realizado campañas contra la violencia de género, con castigos ejemplares para los transgresores.
Es en las zonas rurales, donde las tradiciones ancestrales están más arraigadas, que es necesaria este cambio de mentalidades.