Usted piense lo que quiera. yo pienso lo que digo…, por Nse Ramón

17/07/2012 | Bitácora africana

Para muchos es el nuevo Ministro Secretario General de la Presidencia del Gobierno Dictatorial o No de Obiang. Para mi y mis hermanos es Tomás Esono Ava. Para muchos es «Excelencia». Para mis hermanos y yo es «Papá». Para muchos es todo un caballero. Para mis hermanos y yo es además todo un señor. Para muchos es una persona respetada. Para mis hermanos y yo es la humildad que le hace ser respetado. Para muchos trabaja para la dictadura. Para mi, y ésta vez no incluyo a mis hermanos por razones obvias y de respeto en algunos casos, esa afirmación es cierta en un 100%.

Mi padre, Tomás Esono Ava, trabaja para una de las dictaduras más obsoletas del mundo.

Me gusta decir «Mi padre», porque así lo he sentido siempre pese a las diferencias que por mi entrada en la mayoría de edad empezamos a experimentar los dos. Diferencias en el modo de entender ciertas cosas. Diferencias en el modo de enfrentarnos a otras cosas. Diferencias en la concepción de todo y también diferencias en la personalidad. Mi padre no necesita carta de presentación en un país tan pequeño. Así que no puedo ni ensanchar su figura, ni encogerla. No sería justo hacerlo, sobre todo si tengo en cuenta de que todo lo que ha hecho en la vida de cara a sus hijos siempre fue con la cabeza bien alta y sin mostrar miedo alguno. Recuerdo que le he visto llorar, pero fue en un especial momento duro para todos, ya desde entonces entendí que el «búmbam» también lo llevaba por dentro y que también le azotaba en sus ratos más personales de los cuales jamás tuvimos acceso porque su enorme figura le hacía estar presente como ejemplo de cómo se puede ser uno mismo sin tener que mostrar siempre el lado débil. Está claro, todo el mundo puede hablar de su padre encontrando palabras mejores que las que sacaré hoy en la carta de LOCO dedicada al mío. Pero nadie podrá hablar de mi padre, ni ninguno de mis muchos hermanos, como yo tengo claro que hablo de él «Porque así siento su figura paternal desde que me hice adulto y mucho antes». Así que, si no es mucha molestia para usted, vamos a explicar una cosa muy sencilla sobre mi padre.

Y antes de hablar sobre mi padre, debo intentar aclarar una cosa. Cuando yo empezaba a apuntar maneras con el dibujo, o mejor digamos que cuando yo ya empezaba a estudiar menos y dibujar mas, y estaba logrando desquiciar a mi padre, él me llevó una tarde al taller que tenía el CCHG en Malabo para que Ricardo Madana me iniciase en el arte. ¿Por qué recuerdo esa anécdota siempre que intento ligar mi obi con mi familia?. Pues lo hago porque creo que fue la única incursión de mi padre en mis ganas de dibujar mas y estudiar menos. Duré muy poco tiempo con el maestro Madana, y continué mi camino solo, como en la vida he tenido que hacerlo todo. Luego me hice mayor y aquí me tienen. Soy dibujante, tengo poca formación académica y tengo un padre que lo dio todo por mi hasta que luego decidí usar mi cerebro para dedicarle mi vida artística para «labores puramente humanitarias». Las llamo así porque nací y crecí en una dictadura que ahora muchos que le dicen «Excelencia» a mi padre quieren que se crea que «pudimos haberlo sido hace años. Pero la realidad actual es de que ha cambiado…». Supongo que querrán decirnos que están de acuerdo de que fue una dictadura, pero que ahora no es una dictadura pese a que son los mismos de hace 43 años los que siguen llevando las riendas de lo que hasta nuestros días yo sigo diciendo que es una dictadura y que tiene de empleado a mi padre. Y yo nací en esa dictadura. Crecí rodeado de la figura paterna y la materna, y no recuerdo que en casa nos faltase absolutamente nada. Debería estar agradecido por mi infancia. Debería estar agradecido por mi juventud. Pero digo bien «debería» porque cuando uno alcanza la edad adulta, y su mundo está ligado al arte, entonces vive en un mundo en donde surgen palabras como las que dice mi «otro yo», y que citan:

«Antes no hablaban los artistas de la dictadura. No criticaban abiertamente la dictadura. O en el peor de los casos, ligaron su fracaso al constante adulamiento a las figuras que la sostenían, y en algunos casos llegaban incluso a defenderla en lo más preciado que la naturaleza puede otorgarle al ser humano: El Don de la VOZ de los SIN VOZ. Los artistas de Guinea Ecuatorial no hablaban de política, ya que además era una pérdida de tiempo vista la cantidad de gente, artista o no, que se emborrachaban con cualquier falsedad, cualquier contenido vació, cualquier atroz divulgación y distorsión de la palabra que contenía honor y respeto para el pueblo, que les llegaba de los que siempre han sido los verdugos de todos. Los artistas no hablaban de política, ni en casa, ni en la calle. Los artistas jamás en otros tiempos se inmiscuyeron en actos que se pudieran entender como una especie de llamada a la desobediencia en la situación que normalmente suelen provocar que ese colectivo lleve a cabo su enorme labor de reponer cerebros donde otros estaban rellenando con serrín. Los artistas no hablaban de política, o al menos yo que siempre viví rodeado de algunos que podrían haber sido, y son, los mejores, no les escuché más palabra que la que limitaba su enorme talento y por lo tanto hundía más en el fango a aquellos que jamás recibieron de la naturaleza el Don. Pero ahora han entendido el mensaje. Han entendido el gran poder de su obra para que, debidamente, usada contra la dictadura, podría darle el suficiente aire al pueblo llano y lograr así que entiendan la importancia de sentirse en un futuro libre. Posiblemente no lo veamos en los artistas nacionales como se ven en otras partes del mundo. Pero los artistas de Guinea Ecuatorial, todavía viviendo separados y no en un colectivo sólido, han empezado hace ya bien poco a colocar el mensaje que suaviza el panorama y envuelve en las dudas de si «esto es vida o no». Los artistas, entre los que me incluyo siempre como pionero en mi elección, ya hemos aprendido a no obedecerlo todo a ciegas…»

Eso dice siempre mi otro yo cuando necesita entender que su labor no es en vano. Eso necesito saber cuando quieren algunos entrelazar mi vida privada con la de mi padre. Mezclar mi trabajo con el de mi padre. Unir mi visión de la realidad nacional con la de mi padre. Yo sólo me debo a mis dibujos. No tengo otra cosa. Yo sólo me debo a mi padre, y no al que muchos llaman, con respeto o no «Excelencia». Serían muchas horas para intentar explicar quién soy y quién es mi padre. Por eso debemos resumir esto de esta manera tan simple:

Mi padre y yo somos dos seres humanos cuyo único lazo es el respeto que se profesan los que tienen claro que el amor forma parte de la realidad para la buena convivencia. Pretender que yo sea una figura despreciable sólo porque mi padre forma parte de lo que yo he decidido criticar demuestra que muy pocas ganas tienen algunos en entender de que el aprecio hacía él por mi parte no me llega de mi visión del panorama político existente. Me llega de los años que he compartido a su lado como persona y que siempre acaba por estar justo donde se le necesita. Al criticar al régimen dictatorial para el que trabaja mi padre, lo que le transmito a él es que tenga claro que si lo que hacemos los que criticamos eso logra tener «éxito», su figura pública se deberá enfrentar a lo que él fue fuera de percepción de su figura, ya que sólo me aseguraría, y siempre con mis armas que son el lápiz y los teclados, de que a ellos, los que forman parte de la dictadura de forma íntegra, se les «juzgue» por esa barbarie en la que está sometido el país entero teniendo como base los derechos y libertades que están citados en la democracia que aseguramos hoy querer implantar. Por lo que nada más fácil de entender: A mi padre lo adoro. Al personaje público lo condeno desde mi panorama de artista que ha descubierto que ya bastante nos han engañado para que encima ahora tengamos que callarnos sólo porque «dentro tenemos a una persona a la que queremos sobre todas las cosas».

Mi padre es del Real Madrid. Yo soy del FC Barcelona. Mi padre cree en Dios. Yo creo en él, en mi y en todos ustedes. Mi padre no bebe ni fuma. Yo bebo, y desde que dejé el tabaco, alguna vez me fumo un porro. Mi padre jamás me habló en fang (al menos no hasta mi edad adulta, y seguimos casi sin hablar en fang…), pero yo hablo fang. Mi padre es polígamo, yo soy «unígamo». Mi padre es abogado, entre otras cosas, yo soy dibujante, entre otras cosas. Mi padre es respetado, yo empiezo a ser odiado. Mi padre es de constitución fuerte, yo soy de constitución débil. Mi padre es «Amigo de Obiang», yo soy «¡Obiang vete ya!». Mi padre es del PDGE, yo soy de «PDGE… Nuevas Políticas, Nuevos Horizontes». Mi padre es Ministro, yo soy el «Maldito Bocazas del Hijo de Ministro». Mi padre jamás me ha facilitado las cosas, yo siempre se lo agradecí. Mi padre es como todos los padres de Guinea Ecuatorial, yo soy hijo del pensamiento de la Guinea Ecuatorial del futuro junto con otros hijos de sus padres. En fin, mi padre es mi padre y yo soy yo en esto que es encontrarnos en un mundo diferente, en un mundo que empezó a girar para los estáticos, en el que cada cual debe saber qué es exactamente lo que quiere aportar a la sociedad… Al mundo.

Por eso yo tengo claro de que la figura de mi padre es la que siempre estuve orgullos de tener. Siempre a mi lado. Siempre dispuesto a escuchar, a arreglar, a proponer, a ayudar y a educar. Mi otro padre, el del título de «Excelencia» decidió emplearse a fondo para lo que él cree que es políticamente correcto. De ese no se mucho más que algunos le han llegado a decir cosas que en el fondo me siguen haciendo estar más orgulloso de su figura, imagino que como los padres de todos aquellos que somos «hijo de…» y que aunque sin mucha claridad, estamos intentando cambiar el país haciendo cada cual lo que mejor se le da. Obiang Nguema Mbasogo entiende la política como la entendieron otros como él que se las dieron de dioses menores que hacen dinero en vez de hacer valores, y que siempre acaban siendo recordados como lo que ya sabemos, como lo que ya sabe hasta una persona como mi padre. En las políticas de una dictadura, prima mucho el efecto «todos deben trabajar para mi y así repartimos las culpas». En esa tendencia entran todos sin presión alguna, y se disponen a dejarse la piel para que todo funcione como hasta ahora funciona. Y funciona de tal manera que muchos hijos, muchos padres y madres aseguran de que «No ven ustedes la realidad actual. Están siendo muy injustos con el régimen». Siempre pensaremos que podría ser verdad que no vemos lo que ellos ven. Pero siendo yo hijo de quién soy, siendo yo nacido y crecido en Guinea Ecuatorial, siendo yo un pionero en mi Don, debo decir que desde casa, y con la figura de mi padre trabajando para la dictadura presente, entendí que la democracia empezaba desde el momento en el que mi padre me dejaba decir las cosas como las pensaba, y en ningún momento influyó en lo que hoy en día soy, y que ahora tanto critica al régimen en el que él ejerce. Por lo que dudo mucho de que yo esté viendo «nada de cambio» que afirman los que o son hijos de «Excelencias» que han tenido la suerte de que «papá nos ha dicho que este país es nuestro…» o son pardillos que para tener acceso a la desgracia nacional dictatorial, quieren vender su alma por un puñado de «francos». Yo si he visto cómo se puede entender la democracia. Mi padre jamás me habló de política porque habían cosas más interesantes de las que hablar. Mi padre jamás tuvo nada que ver con mi indignación, y hasta ahora, lo único que he recibido de él es un rotundo «¿Cómo están mis nietos y tu mujer…?». Crecí con la democracia pura y al mismo tiempo, entendí porque la dictadura lleva tantos años jodiendo las vidas de todos los hijos de Guinea Ecuatorial.

Dicho esto, decirles que esta será la última vez que tenga que hablar de mi padre. No se lo que harán ustedes, pero si alguno tiene alguna queja de aquél al que le dicen «Excelencia» que lo busque a él, seguro que le atiende y sale de alguna duda si en el fondo la tienen. Yo ya no volveré a hablar de una de las personas más íntegras que he conocido desde dentro y que me ha sabido respetar lo que hago porque estoy seguro que la democracia para él es tan importante como para todos.

Nsé, hijo de, como dicen mi hermano menor (y no los hijos de otros hombres…), del «Santo que que trabaja en el infierno»

P.D: Critico a Obiang. Es padre de gente que diría lo que acabo de escribir, y a lo mejor mas. Le critico porque puedo hacerlo.

MI FRASE DE LA SEMANA: «La sociedad es en todos los sitios una conspiración contra la personalidad de cada uno de sus miembros»

Autor

  • Nse, Ramón

    Nse Ramón o Ramón Esono Ebalé (alias Jamón y Queso) es un artista guineoecuatoriano nacido en Nkoa-Nen Yebekuan (Mikomeseng-Kie Ntem) en 1977 y residente en Malabo desde 1982. Dibujante e ilustrador autodidacta, compagina su pasión por el dibujo y el cómic con su trabajo de grafista. Actualmente es el grafista titular del Centro Cultural de España en Malabo y como dibujante de cómics ha ganado varios premios y certámenes internacionales como el concurso "Regarde 9", en el Festival Internacional de BD de Angulema (Francia), el premio obtenido en Cocobulles, Costa de Marfil con el trabajo "Le réveil d'Akoyo". Ha expuesto en los Centros Culturales Francés y Español en Malabo y Bata, en el Feshcary (Camerún) y en diversas galerías de Europa, América y Estados Unidos. El artista ha iniciado diferentes proyectos para organismos internacionales que operan en Guinea Ecuatorial realizando carteles e ilustraciones para la campaña de la Unión Africana en fomento de la Juventud y sus Derechos de la Organización de la Unión Africana.

    Participó en ARCO2010 con dos series ácidas y corrosivas sobre las dictaduras y la corrupción

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