Argelia cumple los servicios mínimos en la crisis del norte de Mali

26/06/2012 | Opinión

Argelia no deja de sorprender con sus posiciones sobre la resolución de la crisis en el norte de Mali. Después de haber notificado a la comunidad internacional que no enviaría soldados a Mali para combatir a los rebeldes tuareg, ahora acaba de unirse al bando de los que creen que la negociación es la mejor vía para poner fin a la crisis. En efecto, su ministro de Asuntos Africanos y Magrebíes, Abdelkader Messahel, ha reaformado el pasado 24 de junio, su compromiso con una solución política negociada de la crisis del norte de Mali.

Entenderíamos esta postura si viniera de un estado que nunca ha tenido trato alguno con grupos rebeldes o terroristas, y que no forma parte de los países centrales. Pero de Argelia, como sabemos, es uno de esos países. Es más, luchó a hierro y fuego contra los terroristas y los ha empujado a irse hacia otros países como Mali. Es decir que conoce suficientemente la peligrosidad de estos grupos y los métodos a emplear para neutralizarlos. ¿Por qué entonces frenar todo lo posible, mientras que constituye la potencia regional que tiene, no solo los hombres, sino también los medios, para reducir al silencio a estos islamistas que siguen atemorizando a las poblaciones del norte de Mali? El hecho de que estos terroristas retengan como rehén a su cónsul y a su personal, puede, ciertamente, frenar el impulso de Argelia. Sin embargo esto no debería justificar esta debilidad que ha mostrado el país de Buteflika. Es sabido igualmente que los argelinos nunca han tolerado la presencia de una potencia extranjera, principalmente francesa, en la sub-región. Pero una vez más, estas razones no deberían explicar de ningún modo la actitud de Argelia. Más allá de la obligación de ayudar a un pueblo en peligro, Argelia debería saber que tiene el deber de implicarse activamente en la resolución de la crisis en el norte de Mali. En verdad, esta reticencia es contraria a sus métodos internos de lucha contra los grupos armados. Porque ella sigue usando el método de la fuerza para impedir que cualquier veleidad tome las armas para reivindicar sea lo que sea. Los que controlan mal sus descargas de adrenalina son enviados a pacer a algún lugar donde, en el mejor de los casos, son encerrados en prisión sin ningún proceso.

¿Cómo es posible comprender que después de haber puesto freno al terrorismo en su propia casa por la fuerza, Argelia sea reacia hoy a combatir los mismos terroristas por las armas? Un proverbio africano dice que cuando arde la casa del vecino, hay que prestarle socorro. Manifiestamente, el país de Abdelaziz Buteflika no parece apoyar esta enseñanza. Después de haberse negado a asegurar las fronteras, se preocupa poco por la suerte de sus vecinos. ¿Qué ha ocurrido para que Argelia adopte una postura tan en contra de sus hábitos?

No es ningún secreto que, durante el mandato del presidente maliense depuesto, Amadou Toumani Toure, Argelia estaba a la vanguardia de la lucha antiterrorista. Es conocida igualmente la postura cerrada que adoptó con Mauritania, sobre la toma de rehenes. Sin negociación, sin recates, sugirió Argelia. Los jefes de estado mayor de los ejércitos de los países centrales se reúnen periódicamente en Argel para elaborar estrategias militares con el fin de aniquilar las ambiciones de estos grupos terroristas. Pero, he aquí, de repente, Argelia se contenta hoy con unos servicios mínimos. En todo caso, la posición de Argel refuerza la del mediador y la de Bamako, que no apuestan más que por el diálogo ¿hasta cuándo?

Dabadi ZOUMBARA

(Le Pays, Burkina Faso, 26-06-12)

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