Acuerdos de paz en la República Centroafricana, ¿un disco rayado?

15/06/2012 | Opinión

Para poner fin a la violencia e infamias creadas en el norte del país por los primeros grupos armados que se han rebelado, el gobierno toma la vía de los acuerdos parcelarios.

Las autoridades supremas del país eran conscientes de que la opción militar o la vía judicial no podían desembocar en resultados satisfactorios. Los juicios y otras fórmulas de encarcelamiento no podían engendrar más que odio, acritud y rencor. Y además la opción militar habría vertido inútilmente la sangre de los centroafricanos ya que la brutalidad en una situación que parecía tan tensa era susceptible de abocar en una guerra civil que el país no necesitaba.

La opción del diálogo de paz

De esta manera, al principio el gobierno centroafricano, dando prioridad a la opción de la paz que no tiene precio, entabló negociaciones de forma muy discreta con los dirigentes de los grupos rebeldes. Estas negociaciones se llevaron a cabo con mucha sensatez y secretismo para que no transcendiesen públicamente. Se entablaron con los dos grupos rebeldes más ilustres que hacían estragos al norte del país. Al estar fuera del país Martin Koumtamadji, alias Abdoulaye Miskine, las negociaciones tuvieron lugar en Syrte [Libia]. Para sorpresa general, el Frente Democrático del Pueblo Centroafricano (FDPC), movimiento fundado y dirigido por Abdoulaye, anunció en su página web la firma de un acuerdo de alto el fuego con el gobierno centroafricano. El comunicado tenía fecha del 2 de febrero de 2007. Abdoulaye Miskine y el FDPC aceptaron de este modo deponer las armas. Los combatientes del FDPC siguiendo las disposiciones del Acuerdo de Syrte fueron reagrupados y llevados a Bouar, al Centro de Instrucción militar. Pero esta gente padeció una situación calamitosa que no les permitió soportar los duros sacrificios que les fueron impuestos. En diversas ocasiones intentaron sublevarse y muchos optaron por trabajos menores incluso de empleados domésticos. Otros, atenazados por unas condiciones de vida que jamás se habían imaginado, se dedicaron a robar. Desanimados por el incumplimiento de los Acuerdos por parte del gobierno, muchos ex-combatientes del FDPC prefirieron regresar a sus territorios de origen. Esta situación fue consecuencia del enfado de Abdoulaye Miskine que tras el Acuerdo de Syrte había ido a Bangui [capital de la República Centroafricana] en compañía del presidente François Bozizé. El jefe del FDPC no soportó el trato al que fue sometido y prefirió regresar a Libia con ocasión de una estancia del jefe de Estado en ese país.

La calma tras la tempestad

Después del FDPC, el gobierno tuvo que hacer frente a una llamarada de violencia al noreste del país, sobre todo en Birao, y se aplicó con el dossier de la Unión de las Fuerzas Democráticas para la Agrupación (UFDR). Este movimiento rebelde dirigido en aquella época por Michel Am Ndroko, refugiado en Benín, atacó por sorpresa la ciudad de Birao el 10 de octubre de 2006. Los combatientes de la UFDR avanzaron después hasta el Alto-Kotto. A pesar de que fueron rechazados por las Fuerzas Armadas Centroafricanas con el apoyo de fuerzas francesas de la “operación Boali”, los combatientes de la UFDR volvieron a la carga el 3 y el 4 de marzo de 2007. Esta vez no pudieron hacer nada ya que tras el primer ataque, les esperaba un comité de bienvenida. Tras el segundo ataque, el gobierno centroafricano sintió la imperiosa necesidad de negociar con la UFDR para un acuerdo de alto el fuego y de paz. Las negociaciones adquirieron entonces la velocidad de un tren de alta velocidad y el 13 de abril de 2007, se firmó el llamado Acuerdo de Birao entre el gobierno y la UFDR. Este movimiento político-militar es uno de los pocos que realmente respetaron sus compromisos ya que apoyó a las Fuerzas Armadas Centroafricanas en dar seguridad a la prefectura de Vakaga. Como prueba, fue la UFDR quien puso fuera de combate a los granujas del Ejército de Resistencia del Señor, de Joseph Koni, que querían abrir brecha a través de la Valkaga para una conexión con el Darfur sudanés.

Los acuerdos se multiplicaron

El acuerdo de alto el fuego y de paz con el Ejército Popular para la Restauración de la Democracia (APRD) fue más laborioso, ya que ese movimiento político-militar no confiaba en el régimen en vigor por culpa de la salvaje represión sobre las poblaciones de Paoua, tras los sangrientos acontecimientos del 29 de enero de 2007. Este movimiento político-militar volvió a ser razonable en 2008. Nombró a un dirigente al frente en la persona de Jean-Jacques Démafouth a quien dio el mandato de negociar con el gobierno. El presidente de la APRD enseguida se puso en contacto con el gobierno centroafricano con la mediación del Mediador de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC) para los asuntos centroafricanos, el jefe de Estado gabonés El Adj Omar Bongo-Ondimba. A partir de ese momento los acontecimientos transcurrieron bastante rápidamente y el acuerdo de alto el fuego con el gobierno fue firmado el 8 de mayo de 2008. Este acuerdo fue seguido del Acuerdo de paz global de Libreville el 21 de junio de 2008. Los otros acuerdos con los demás movimientos político-militares fueron firmados a favor del Diálogo Político Inclusivo (DPI). Fue el caso del Movimiento de los Liberadores Centroafricanos para la Justicia (MLCJ), de Abakar Sabone, y de la Unión de las Fuerzas Republicanas (UFR), de Florien Ndjadder- Bedaya. El último movimiento que firmó un acuerdo de alto el fuego con el gobierno fue la Convención de los Patriotas para la Justicia y la Paz (CPJP) el 12 de junio de 2011 en Bangui.

Los centroafricanos, cansados de las infamias del pasado

Estos diferentes acuerdos debían llevar a cada una de las partes a observar las disposiciones que contenían. Pero la realidad es muy distinta. Los ex–movimientos político-militares sin decirlo, señalan con un dedo acusador al gobierno, que para ellos parece derogar la norma del respeto de los compromisos y del honor de la palabra dada. A pesar del segundo Acuerdo de Syrte entre el gobierno centroafricano y el FDPC el 3 de julio de 2009, cuatro oficiales de esta ex-rebelión fueron arrestados en Bangui y encarcelados en la Sección de Búsquedas e Investigación. Abdoulaye Miskine negoció en vano su liberación y acabó denunciando todos los acuerdos que su movimiento realizó con el gobierno centroafricano. Los elementos del FDPC incluso retomaron las hostilidades en los alrededores de Kabo. Mientras que este asunto aún está pendiente y todavía no se ha hallado una solución, el 6 de enero de 2012 Jean-Jacques Démafouth de la APRD, Gontran Djono-Ahaba, un antiguo ministro y Abass diputado por Birao, miembros influyentes de la UFDR, fueron detenidos. Han sido acusados de tentativa de atentado contra la Seguridad interior y exterior del Estado. Pero tras tres meses y seis días de detención han sido puestos en libertad provisional.

La espada de Damocles todavía pende sobre sus cabezas

Recientemente, el capitán Joachim Kokaté, coordinador de la CPJP ha sido detenido en Brazzaville (República del Congo), mientras estaba visitando a su familia en ese país. Según las informaciones disponibles, la detención de Joachim Kokaté se realizó por recomendación de las autoridades centroafricanas para que fuese extraditado a Bangui. Detenido el 9 de mayo de 2012, Joachim Kokaté aún estuvo encerrado en las cárceles congoleñas durante dos semanas. Tras ser liberado, se fue automáticamente para París. Todas estas detenciones preocupan seriamente a los ex–movimientos político-militares. Sus dirigentes se están preguntando si las autoridades de Bangui mantienen su palabra. Estos movimientos dicen que respetan los acuerdos mientras que el gobierno se empeña en una actitud de “echar un pulso”, que ellos evitan al máximo. Si la paz no tiene precio, esta máxima compromete tanto al gobierno como a todos los grupos político-militares ya que una traición puede ser perjudicial para la paz, a la cual aspiran todos los centroafricanos de ahora en adelante cansados de las infamias del pasado.

Redactado el 2 de junio de 2012.

“Le Confident”, República Centroafricana.

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglésias.

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