Cuando se trata de proteger sus intereses, Europa no escatima en medios. La operación Atalanta, iniciada en diciembre de 2008 contra la piratería en el Océano Índico, participa de esta determinación de la Unión Europea en erradicar una plaga peligrosa para sus buques mercantes. Frente a la amenaza de la parálisis del comercio marítimo que transita mayoritariamente por las costas somalíes, se han desplegado buques de guerra con resultados valorados positivamente. En efecto, la piratería en el Golfo de Adén está conociendo un retroceso.
Y esperando detener el mal de forma definitiva, la Unión Europea no sólo ha renovado la operación Atalanta hasta 2014, sino que además ha ampliado su mandato. De ahora en adelante, las bases piratas situadas en tierra pueden ser atacadas. Más allá de los aspectos jurídicos que implican tal decisión, como la violación de la integridad territorial de un país –pero Somalia hace tiempo que ha dejado de ser un Estado– persisten otros interrogantes. Se trata sobre todo de los lazos entre la piratería y la guerra en Somalia. Efectivamente, la piratería es consubstancial con la quiebra del Estado somalí. Por lo tanto un Estado vacío, donde cada potencia regional interviene según sus intereses. De ese modo, Etiopía y Kenia enviaron allí tropas sin consultar a absolutamente con nadie.
El objetivo de aplastar a Al Shabaab [rebeldes somalíes] les otorga de hecho cierta legitimidad. Pero en medio de este embrollo político-militar nos preguntamos si todos persiguen el mismo objetivo, el más noble de todos, a saber el regreso de la paz y la democracia a Somalia. ¿No tendrá cada potencia regional una agenda oculta? Mientras Occidente actúa por mar, tropas africanas intentan acorralar por tierra a los rebeldes de Al Shabaab. Dos operaciones aparentemente complementarias. El esquema actual es muy claro: Europa lucha contra los piratas y África contra los miembros de Al Shabaab.
¿Es la estrategia ganadora? Nos lo estamos preguntando. En cualquier caso, mientras Somalia no halle la paz, vemos difícil que el terrorismo marítimo concluya. El mar no volverá a estar en calma hasta que Somalia no logre una organización mínima. Europa y África, cada una por su lado, intentan hacer frente a ese reto. A pesar de los éxitos de la operación Atalanta y las victorias de las tropas africanas, nada se ha conseguido todavía. La cultura de la guerra está tan anclada en las costumbres y es tan lucrativa para tantos jefes tribales que serán necesarias muchas batallas para acabar con ella.
Hay una economía de la guerra de la cual muchos se benefician. También hay rivalidades regionales con expresión en Somalia. Etiopía y Eritrea se enfrentan de este modo por poderes, haciendo de Somalia el escenario de su confrontación. Suponiendo que los Shabaab sean vencidos, nada prueba que no emergerán otros grupos armados. La paz en Somalia y la erradicación de la piratería pasan por lo tanto por una solución global que implique a todos los Estados de la región. Pero frente a las tergiversaciones africanas, Europa intenta apagar el incendio de la piratería que amenaza directamente sus intereses. Para ello, ha encontrado la que considera su arma definitiva: la operación Atalanta.
Mahorou Kanazoe
Tomado de Camer.be, Camerún, 26 de marzo de 2012
Traducido por Juan Carlos Figueira Iglesias.
