Colin Turnbull: el niño que quería que lo robaran, por Jesús Ortiz

17/04/2012 | Bitácora africana

A Helen Dorothy Wellesley Chapman le mataron un novio en la guerra del 14. Años después, convertida ya en la señora Turnbull, le puso el nombre de ese novio, Colin, al segundo de sus hijos, y quién sabe si ese amor difunto lo protegió durante la siguiente guerra, la del 39, porque Colin Turnbull sobrevivió a ella sirviendo en la Marina; su único hermano, Ian, pereció combatiendo en la Aviación.

Siendo Colin pequeño, su madre le dijo un día que no se acercara a unos gitanos acampados en las proximidades porque los gitanos robaban niños. Al chiquillo le faltó tiempo, en cuanto su madre se dio la vuelta, para acudir al campamento a pedir que lo robaran. Los intentos de Colin de vivir entre gente de piel morena tuvieron un éxito continuado el resto de su vida, pero en aquel entonces no le quedó más remedio que seguir las disposiciones de sus padres. Así, a los seis años empezó su educación en un colegio «donde aprendió latín, matemáticas y crueldad con los chicos», según su biógrafo, y «nada útil, excepto a mentir con éxito más bien moderado, a hacer trampas y a no tener ninguna confianza ni en los adultos ni en los compañeros», según él mismo.

Nacer entre la clase media-alta de Gran Bretaña en 1924 conllevaba obligaciones y aprendizajes estrictos: los imperios no se construyen ni se mantienen con gente compasiva. Y las instituciones de enseñanza no se limitan a instruir en las materias que oficialmente configuran el currículo, como se sabe, sino que forman al individuo en todos los campos de la personalidad. La iniciación de Colin en el sexo consistió en presenciar la violación en grupo a un amigo íntimo. «No gritaba pidiendo socorro ni aullaba, que es lo que yo hubiera hecho. Mientras luchaba en silencio, simplemente lloraba. Fueron sus lágrimas, y las mías al mirar, lo que nos unió y aportó a nuestra adolescencia un destello de belleza y el significado verdadero del amor, precisamente por su ausencia».

Estudió en Oxford, combatió en la guerra mundial y marchó a India a estudiar religión en la Universidad de Benarés. Aparte de las enseñanzas formales, atendió las de varios gurús, como Sri Aurobindo y su compañera francesa Mirra Alfassa («estar con cualquiera de ellos durante más de un minuto me daba un violento dolor de cabeza») y muy especialmente las de Anandamayi Ma. La más famosa de las mujeres gurús lo acogió y le dedicó gran atención; para Colin fue una influencia beneficiosa que le afectó el resto de su vida.

De India viaja a África oriental con un compañero estadounidense, Newton Beal, a finales de febrero de 1951. En Mombasa, Kenia, compran una moto y van a ver a Patrick Putnam, otro estadounidense radicado en el Congo Belga desde 1927. Putnam es el primer blanco que vive entre los aldeanos negros (babira) y los pigmeos bambuti, y ha montado lo que se conoce como «el campamento de Putnam», unas chozas de barro que alquila a turistas occidentales para financiar la asistencia médica que presta a los nativos. De vez en cuando tiene que abandonar el campamento para ir a Estados Unidos a buscarse una nueva esposa…, cada vez que la anterior se harta de vivir allí. Anne es la última de ellas, la que vive con Putnam a la llegada de Colin y la que acoge muy amigablemente a los dos viajeros. Colin siempre ha tenido facilidad para entablar relaciones amistosas con todo el mundo: blancos, aldeanos o pigmeos. Putman ayuda a ambos y es quien les consigue el contrato temporal con Sam Spiegel, productor de La reina de África, que estaba entonces rodándose. Spiegel necesitaba que transportaran a través de la selva, y que luego armaran, los trozos del barco del mismo nombre. Colin y Newton se encargaron de ello. En el viaje se les cayó la caldera, que quedó abollada, como puede verse en la película y para su gran disgusto; por suerte, a Spiegel le pareció que con el golpe mejoraba su aspecto.

Esta primera estancia entre los pigmeos sellaría la suerte de Colin Turnbull, que será para siempre el autor de La gente de la selva, el libro que le hizo famoso en los años 60, convirtiéndose en un clásico de la literatura antropológica, y que la editorial milrazones está a punto de publicar en castellano. No era el primer blanco que hablaba de los pigmeos (para ser justos, el primero fue Homero… muchos cientos de años después de los egipcios), pero sí fue quien los trató como individuos, cada uno de ellos con su historia personal. Por eso su libro no es un tratado científico, o al menos no solo eso, sino un cálido relato de la vida en el centro de África de un pueblo que, en 1950, no sabía encender fuego.

Este post es el primero de una serie sobre la vida y la obra de Colin Turnbull. Los siguientes posts, por ahora, son:
Colin Turnbull: compartir la selva con los pigmeos

Colin Turnbull: ¿Alguien ha visto mi cerveza?

Colin Turnbull: el hombre que murió dos veces

original en : Blog Mil Razones

Autor

  • Ortiz, Jesús

    La Fundación para estudios parlamentarios y del Derecho autonómico “Manuel Giménez Abad” tiene como fecha de referencia el 6 de mayo de 2001, día en el que caía asesinado por la banda terrorista ETA Manuel Giménez Abad en una calle zaragozana .

    Destacó Manuel Giménez Abad como un eminente jurista y buen conocedor de la Administración Pública, tanto en los puestos profesionales que desempeñó como en su faceta de profesor universitario, ponente en cursos y jornadas y autor de importantes trabajos de carácter jurídico.

    El día 18 de abril de 2002, e se constituyó en Zaragoza, mediante escritura pública notarial, la Fundación para Estudios Parlamentarios y del Estado Autonómico “Manuel Giménez Abad”, siendo sus fundadores las Cortes de Aragón, el Ayuntamiento de Jaca, la Caja de Ahorros y Montes de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja y la Caja de Ahorros de la Inmaculada.

    Recogiendo el testimonio de Manuel Giménez Abad y los valores que impulsaron su quehacer público, la Fundación realizará sus actividades de acuerdo con los valores de libertad, igualdad y respeto a la libre convivencia y pluralismo ideológico, sirviendo así de homenaje constante a su persona.

    Jesús Ortiz Pérez del Molino ha estado casi siempre vinculado al mundo de la edición, trabajó en revistas como Ajoblanco , periódicos como Informaciones, El país, en 1995 adqurió con otros socios la editorial Icaria donde dirige la colección de poesía y en 2008 funda la editorial mil razones asentada en Santander.

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