Rafael Sánchez.: “De cabo a rabo”. Es una narración de vuestro períplo por África ¿Cuánto tiempo duró este recorrido?
Itziar y Pablo.: Un año hemos estado.
R.S. ¿Por qué lo de “De cabo a rabo?”
IT. Porque empezamos en Ciudad de El Cabo y llegamos a Marruecos por la costa atlántica.
P. También era un juego de palabras con la idea inicial que era cruzar todo el continente, en realidad la idea inicial era cruzar desde España y al final le dimos la vuelta por una cuestión del clima.
R.S. También podría ser un juego de palabras de “cabo a rabo”. Llegasteis casi hasta Rabat.
IT. Llegamos hasta Casablanca, la idea era continuar pero yo me sentía mal y decidimos adelantar el regreso.
R.S. Todos nos imaginamos que trabajáis, me imagino. No tenéis la suerte de vivir sin trabajar ¿o sí?
IT. Bueno yo me pedí una excedencia.
P. Yo dejé el trabajo. Lo que si nos fuimos fue con muchos ahorros. Era un viaje soñado y estuvimos un buen tiempo ahorrando dinero y hemos vivido de esos ahorros en el viaje, intentando gastar poco pero sin dejar de disfrutar intensamente en cada uno de los países a los que íbamos.
R.S. Cómo decides dar ese paso de decir: “me voy un año entero a África?”
IT. Teniendo muchas ganas y la posibilidad de haber ahorrado. En este caso, los dos coincidimos en esa necesidad de hacerlo ahora que somos jóvenes y tenemos energía, porque si no lo haces ahora, ¿cuándo?
P. Esa es una cosa que cuando la hablamos mucha gente se sorprende, “Qué valientes habéis sido.” Era una necesidad de ver mundo, podía haber sido cualquier continente, pero elegimos África por ser el continente más exigente y ahora que nos estamos haciendo viejos, cuanto antes lo hiciéramos menos sufriríamos; y efectivamente ha sido un viaje durísimo y hemos llegado muy cansados, como temíamos.
R.S. ¿Hasta qué nivel de planificación se puede llegar en un viaje tan largo? Imagino que es complicado planificar con detalle todos y cada uno de los pasos que se van a dar.
IT. No, la verdad que ha sido bastante poco planificado. Empezamos señalando con un rotulador una línea viendo el clima, qué épocas eran las más complicadas en los países y ya. Cuando llegamos a los sitios buscábamos un lugar donde dormir, comer, por donde movernos, buscando los medios de transporte y lo mismo con los visados, porque normalmente caducan a los tres meses entonces no puedes llevarlos desde aquí, tienes que renovarlos en los propios países.
P. Lo que sí hubo un poco de planificación inicial fue a la hora de decidir los países, y una vez, más o menos, teníamos la ruta hecha, porque tampoco había muchas variables, o subíamos por la costa occidental o por la oriental, por el medio la situación no estaba para disfrutar mucho, al final decidimos ir por la costa atlántica y si hubiéramos planificado un poco más la verdad que no hubiéramos ganado mucho. Hay que improvisar todo el rato en África.
IT. Sí, de hecho estábamos en Namibia, solicitamos el visado de Angola y no nos lo quisieron dar y en ese momento decidimos irnos a la otra costa, a la costa oriental. Pero llegando casi a la frontera de Angola, al país de los himba, preguntamos en un consulado de allí y nos lo dieron, así que volvimos a la ruta original. Yo creo que hemos aprendido mucho en la flexibilidad y a improvisar.
R.S. En Angola se fueron parte de los ahorros que teníais previstos para ese tramo del viaje
P. Sólo el visado por persona nos costó 160 euros y luego, en el país, en Angola, todo es mucho más caro que en los países de alrededor, casi a nivel europeo en cuanto a alojamiento, comida y transporte.
R.S. La capital, dicen que ahora es una de las ciudades más caras del mundo.
P. Ha habido un boom, Angola lleva años creciendo a un 10% con petróleo, diamantes, oro, es decir hay mucha riqueza en ese país.
R.S. Mucha riqueza y mal repartida.
P. Bueno, ésa yo creo que es la constante en estos países, pero la gente que va es a hacer negocios y se aprovechan de esa situación.
R.S. Si contamos desde El Cabo hasta Angola, ¿qué señalaríais que os llamara la atención?
IT. A mí Lesotho. Me sorprendió porque creí que era un país que casi ni existía, un país diminuto. En Lesotho disfrutamos mucho con los paisajes, con una gente acogedora, con muchas ganas de hablar de conocer a ése que viene a visitarlos.
P. A mi Angola y especialmente la provincia de Huambo. Tal vez esperábamos un país difícil tras una guerra civil, que iba a ver un clima enrarecido, difícil, pero todo lo contrario, la gente se volcó con nosotros. También como hablan portugués nos ayudó el chapurrearlo un poco, un portuñol muy malo pero muy eficaz. Además, a la gente le gustaba hablar y sentirte en un país diferente y que la gente te ayude se agradece muchísimo.
R.S. También pasasteis por Madagascar
IT. Sí, Madagascar es un país enorme. Nosotros estuvimos dos meses y apenas pudimos recorrer ni la mitad, porque las infraestructuras son bastante malas. Esas furgonetas que aquí estarían en el desguace allí circulan no se sabe cómo. Pero es un país muy rico en gente y en paisajes, hay bosques húmedos, hay bosques espinosos con cactus, baobabs y demás. Y unas playas como de postales, y la gente, sobre todo en la franja central, es de origen asiático así como la comida. Es muy inesperado también.
P. Una de las cosas que le gustaba a Itziar era aprender los idiomas locales, a mí se me dan muy mal pero a ella bastante bien y el malgache es uno de los pocos idiomas que es común a todo el país. El malgache nos servía en todo el país y eso hizo que ella aprendiera bastante. En zonas, por ejemplo del sur, que se hablaba muy poco el francés, pues hizo que pudiéramos defendernos.
R.S. ¿Qué tal por Nigeria, Gabón, Camerún…?
IT. Después de Angola vino Santo Tomé y Príncipe que es un pequeño paraíso, muy pobre pero un pequeño paraíso Y nosotros íbamos a estar una semana, diez días como mucho, y estuvimos un mes y medio, no solo porque nos gustara el país sino porque encontramos un proyecto, una escuela de artes y oficios que había montado una mujer que estaba viviendo allí; que daba la oportunidad de aprender algo de agricultura, de artesanía, de informática. Un poco para que los chavales fueran autosuficientes, y nos quedamos como voluntarios, tres semanas, que no da tiempo para mucho, pero es un experiencia bonita estar ahí cerca.
P. Bueno, el convivir con ellos, qué es lo que comen, cómo viven, cómo se relacionan, las dificultades de entendimiento porque aunque hables el mismo idioma, ese portuñol, lo que ellos entienden no es lo que tú estas diciendo y viceversa. Hay un salto complicado.
IT. Nos permitió vivirlo desde dentro no solo como turistas, aunque solo fuera por tres semanas como residentes.
P. Lo que era muy impactante de toda esa zona era que los últimos meses estábamos viajando por regiones eminentemente muy secas: Namibia, norte de Sudáfrica, Botswana; de repente era el vergel, llegamos a la zona ecuatorial y santo Tomé y Príncipe era muy fértil pero también Gabón y el sur de Camerún. Es la imagen que teníamos de África de jungla verde, bosques densos y pistas rojas que se meten atravesando ríos broncos que bajan. Esa era la imagen que tenía de África y la encontré en Gabón… y bueno, lo contamos de milagro porque tuvimos un accidente en una de esas pistas tan bonitas en mitad de la jungla, en un sitio tan remoto.
R.S. Las pistas rojas de laterita.
P. Esas, ahí volcó. Habíamos hecho autoestop en un camión que volcó, afortunadamente lo hizo en una parte de la carretera donde había un rellano en el lateral y no fue a más, y tampoco explotó una de las bombonas de butano que llevábamos de cargamento. Fue una situación en que puedo haber pasado algo más grave pero que solo fueron unos golpes y cortes, poca cosa.
R.S. Una de las características de vuestro viaje fue que hacíais todo en transporte público.
IT. Sí, excepto una vez que tuvimos que alquilar un todoterreno en Madagascar, porque no se podía llegar en transporte público, y después en Namibia, que también alquilamos un vehículo para visitar un parque, el parque de Tosha, pero el resto ha sido en furgonetas, en camello, a caballo…
R.S. ¿Esto era por una vocación social?
P. Creo que es fundamental para comprender el continente un poquito mejor viajar como viaja la gente, sufrir lo que sufre la gente, esperas de horas y horas, averías infinitas, hacinamiento en algunos países. Si vas en tu 4×4 es fantástico porque llegas a zonas muy remotas, pero una parte importante es viajar con la gente, comer lo que come la gente, en fin yo creo que eso lo mantuvimos al pie de la letra.
IT. Sí, te acerca mucho a la gente porque ellos también te perciben no tanto como el blanquito que viene aquí, sí, pero el blanquito que se sube con nosotros en la furgoneta.
P. En Nigeria conocimos a una señora bastante rica y muy educada y tuvimos una conversación muy interesante con ella. Además, hablaba en inglés perfectamente con lo cual era más cómodo para nosotros y lo que más le sorprendía era que este viaje lo estuviéramos haciendo en transporte público, decía: “yo no he cogido nunca un autobús en Lagos y vosotros os estáis atravesando África en transporte público”. Yo creo que es algo imprescindible.
R.S. Lo habéis mencionado en vuestra narración: la paciencia en África es una virtud. Sabes que un autobús sale cuando se llena y un taxi igual, no tienen horario. También aprendes a fijarte en pequeños detalles, como mencionáis en el blog, como son las frases escritas en los taxis.
P. Sí, mira una de las muchas esperas que hemos tenido ha sido en Senegal, uno de los países más preparados y desarrollados en materia de turismo, y lo que tú decías, aprendes a desarrollar una paz interna de espera y muchas veces de contemplación y de observación, y así charlas con unos le compras lo que sea… Empiezas a relacionarte un poco con lo gente, aparte del fastidio de esperar es una buena oportunidad de charlar con la gente, de ver cómo preparan el té, aprender del contacto humano. Este viaje lo iniciamos por la costa atlántica buscando el contacto humano porque creíamos que por la costa oriental iba a ser distinto por haber más zonas de parques naturales, y eso fue lo que encontramos, mucho contacto humano.
R.S. ¿Qué recordáis del último trayecto?
IT. Mauritania. El desierto de Mauritania es espectacular. Fuimos un poco con dudas porque recomendaban no visitarlo (el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia y el de España), pero fuimos allí, al corazón del Sáhara, en Atar, y creo que fue un acierto porque descubrimos un desierto de dunas, con oasis en medio del desierto.
P. Apenas estuvimos unos días, cuatro, en Chinguetti, en Atar, pero nos quedamos con ganas de más porque era para estar haciendo excursiones con los camellos días y días, era una maravilla, pero ya estábamos muy cansados.
R.S. En una entrada del blog decís “Cosas que nos hacen sentirnos como en casa” y “Cosas que echaremos de menos de África”. ¿Qué cosas os hacen sentiros como en casa y que cosas echabais de menos de África?
IT. En el blog casi todo lo escribimos con mucho humor, con tono irónico y transmitiendo nuestras sensaciones. Nos hace sentir en casa entender lo que pasa alrededor.
P. A mí me encantaba, por ejemplo, la posibilidad de comprar. Si necesitas un diente de ajo, te dan un diente, si necesitas un tomate, un tomate y si necesitabas un huevo, un huevo. Esta cosa que tenemos aquí de comprar todo por docenas y por kilos o así es magnífico, entiendo que es por una cuestión económica o sea que tan magnífico no es, pero a efecto de la frescura, de usar lo que utilizas y no derrochar es perfecto, claro.
R.S. En África muchas de las cosas que compras son importadas por lo cual los precios son altos, los africanos son los primeros que los sufren.
IT. En general procurábamos hacer la vida de la calle, comiendo en la calle, alguna vez comíamos en un restaurante, pero en general hacíamos la vida de la calle, de los locales. No íbamos a hoteles de lujo, desde luego. Utilizábamos el transporte que usaban ellos, pero a pesar de esto el viaje no ha sido barato.
P. Tú les puedes decír cuánto quieres comer, cuánto hambre tienes en función de lo que quieres pagar, esa manera de darle la vuelta a las cosas me gustaba mucho.
R.S. En una de las entradas del blog comentáis que una de las cosas que echáis de menos de África es el llevar más de tres días seguidos la misma ropa.
P. Y que no pase nada y que a nadie le importe. Era una de las cosas para no derrochar agua lavando. Allí las mujeres bajaban al río pero nosotros intentábamos lavarlas con una palangana en el hotel o se la dejábamos a alguien para que nos las lavara.
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