Los líderes africanos deben aprovechar este momento para garantizar que su potencial y recursos de energía renovable fomenten la industria local, la equidad y el empleo verde.
La reelección de Donald Trump en EE. UU., con la revocación de las políticas de energía limpia de la era Biden, la retirada del Acuerdo de París y el enfoque en los combustibles fósiles, ha sumido en la incertidumbre el liderazgo climático global. No obstante, este momento ofrece a África una oportunidad crucial para fortalecer su alianza con Europa en pos de la industrialización verde. Los responsables africanos de políticas deben aprovechar esta oportunidad para posicionar al continente como líder en la economía verde global, yendo más allá de la extracción de recursos hacia la creación de valor industrial.
África y Europa reconocen desde hace tiempo la necesidad de una alianza industrial mutuamente beneficiosa para alcanzar las ambiciones de cero emisiones netas. Sin embargo, hasta ahora, las medidas prácticas han sido insuficientes. El nuevo Pacto Industrial Limpio de la Unión Europea (UE), cuya presentación fue prevista para finales de febrero, ha ofrecido una oportunidad para replantear esta alianza. Si bien el Informe Draghi de 2024 se centró en mejorar la competitividad de la UE, también reconoció la necesidad de alianzas externas más sólidas, en particular con África. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado nuevas alianzas para el comercio y la inversión limpios, pero aún no está claro en qué se diferenciarán de iniciativas anteriores.
La competitividad climática de África es un activo clave en esta alianza. El vasto potencial de energía renovable del continente, sumado a sus importantes reservas de materias primas, posiciona al continente como un actor clave en la economía verde global. África subsahariana posee el 30 % de las reservas mundiales de materias primas esenciales. Líderes africanos, como el presidente de Kenia, Ruto, ya han enfatizado la necesidad de industrializarse mientras se descarboniza, reduciendo el costo de la energía sostenible y desarrollando habilidades y empleos verdes a través de iniciativas como la Iniciativa de Industrialización Verde de África (AGII). Estas prioridades se alinean con los objetivos de Europa, pero los puntos de partida y los medios para alcanzarlos difieren. África debe nivelar estas diferencias para forjar alianzas complementarias con Europa, garantizando que el valor añadido y los empleos industriales permanezcan en el continente.
Sin embargo, las actuales narrativas suelen reducir a África a un simple proveedor de materias primas, evocando patrones poscoloniales que históricamente han beneficiado a élites y a empresas extranjeras, dejando escaso valor añadido para las poblaciones locales. Este enfoque erosiona la confianza y no reconoce el potencial de África como futuro mercado para productos intermedios o finales. Por ejemplo, en lugar de exportar litio en bruto, los países africanos podrían desarrollar capacidades locales de fabricación de baterías, aprovechando el creciente potencial global. Del mismo modo, las importaciones de hierro verde de países como Namibia y Sudáfrica, basadas en sus ventajas en materia de energías renovables, no solo son técnicamente viables, sino también económicamente viables. Estas alianzas podrían transformar las cadenas de valor, con África suministrando insumos procesados a Europa, mejorando la competitividad de industrias como la siderúrgica, a la vez que creando empleos y valor en el continente.
La escasez energética de Europa refuerza aún más la necesidad de colaboración con África. Muchos países africanos, con sus abundantes recursos de energía renovable, pueden ofrecer la competitividad climática de la que Europa carece. Las industrias con uso de energía intensivo, como la producción de acero, podrían ubicarse de forma más eficiente en África, donde la energía renovable es más barata y abundante. Las innovaciones tecnológicas, como los hornos de hierro de reducción directa con hidrógeno (HDRI), ofrecen oportunidades para ubicar la producción en países con energía verde competitiva, como los del sur de África. Esto no solo reduciría los costos para las industrias europeas, sino que también aceleraría los esfuerzos globales de descarbonización.
Sin embargo, es necesario reconocer que persisten desafíos. Los países africanos deben negociar alianzas de inversión que garanticen condiciones justas y captura de valor local. Los acuerdos anteriores a menudo han favorecido a los compradores, dejando a las naciones africanas con beneficios limitados. Para atraer inversiones de la UE, los gobiernos africanos deben desarrollar vías de industrialización claras, lideradas por país, y Planes de Inversión para la Transición Energética Justa (JETIP). Estos planes deben centrarse no solo en los mercados de exportación, sino también en los mercados nacionales y regionales, impulsando industrias como la de procesamiento de alimentos, electro movilidad y textil. África puede obtener el apoyo de la UE para esto invirtiendo en habilidades, innovación y transferencia de tecnología, garantizando que las economías africanas no solo sean receptoras de tecnología, sino participantes activas en la economía verde global. Hay muchas oportunidades, potenciales y concretas, para el diálogo y los acuerdos de asociación, con la inauguración de la Iniciativa de Industrialización Verde en el lado africano, una próxima nueva presidencia de la Unión Africana y una nueva comisión de la UE centrada en la industrialización verde y la competitividad.
La próxima Cumbre UA-UE en 2025 crea un espacio crucial para que los líderes africanos marquen la pauta para el futuro de las alianzas entre África y Europa. Los responsables africanos de políticas pueden garantizar que la industrialización verde genere beneficios tangibles para sus ciudadanos promoviendo condiciones justas, añadido valor local e integración regional. Tal colaboración permitiría a ambos continentes alcanzar con mayor eficacia sus objetivos industriales y climáticos, garantizando un progreso estable ante los cambios en las políticas estadounidenses y reforzando beneficios mutuos en materia de desarrollo sostenible, mercados competitivos y seguridad energética.
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
Fuente: African Arguments


