El escándalo de las condiciones de producción de azúcar en Camerún

3/02/2012 | Crónicas y reportajes

El escándalo de las condiciones de producción de azúcar en Camerún

Toupouri, Moudang, Guiziga, Massa, Mafa, Sara, Mousgoum, Baya, Koma, Haoussa (de la familia lingüística afro-asiática), Kapsiki, Kotokoque que a menudo han sido presentados como los hombres más grandes del planeta, Mbororo (pueblo de pastores y nómadas) y otros árabes Choa… Todos se caracterizan por su robustez, su docilidad y su analfabetismo: la mano de obra soñada para nueve mil hectáreas de tierra agrícola. Fuertemente caracterizados, se distinguen fácilmente por su piel particularmente oscura. Si se proviene de ellos, se tiene plaza propia en los campos de cañas de la Sosucam, fábrica de azúcar y de esclavos a cielo abierto. Se está haciendo algo peor que matarlos, ¡Se les esclaviza! ¿Y qué dicen al respecto las élites del Norte?

Un universo vagamente concentracionario

A modo de lectura, en tanto sepan leer, las maniobras agrícolas tienen la triste evocación de su indigencia, de su eterna condenación: informes médicos sobrecargados, nóminas negativas o a deber. La plaza que esos pobres cameruneses ocupan es la de temporarios, temporarios permanentes, que viven cubiertos de tierra en los campos. Existen dos Nkoteng. Norte y Sur. La Ciudad Alta, el Nkoteng rico, con su Campo Martin y su Ciudad de los Ejecutivos, rodeada de un amplio vergel y grandes acacias que depuran el aire. La Ciudad Alta está protegida por feroces agentes de seguridad situados en garitas o detrás de setos de mangos. Sus chalés climatizados ofrecen todas las comodidades de las viviendas más modernas. Hasta hay hogares de chimenea en algunos de estos chalés. Sólo Dios sabe qué utilidad pueden tener en pleno corazón de los trópicos. Carretera privada. Prohibido circular a más de 30 km/h. Como para dar tiempo para admirar todas las diferencias con la Ciudad Baja: Campo Nanga.

Situadas río abajo, a un centenar de metros de la Sosucam, las viviendas del Campo Nanga están dispuestas de cualquier modo, sin orden ni belleza, recorridas a lo largo por las aguas contaminadas que la fábrica vierte a raudales. Estas aguas sirvieron para el lavado de las cañas de azúcar y atraen a los niños de la vecindad que no vacilan en bañarse ahí, sin tener en cuenta el cieno y todos los agentes químicos que contienen. Un ejército de insectos voladores y rastreros tan variados como las distintas especies de caña de azúcar existentes en las plantaciones de la azucarera, o sea un centenar, zumba constantemente. El Nkoteng pobre es sórdido, negro de sus habitantes, de su suciedad fétida y de su indigencia, y está inmerso en el aire contaminado ventilado por la Sosucam.

Finalmente, los ojos de los ribereños están totalmente enrojecidos por el humo y el bagazo del ambiente. En esta parte de la ciudad, incluso los árboles ofrecen un espectáculo de desolación. El “valle del azúcar” designa por lo tanto dos localidades obreras (Mbandjock y Nkoteng) que apestan a miseria de los tugurios (a poto-poto, a rastrojos, a madera tallada con hoces, a chapas oxidadas), y bares que atufan a cerveza, a humo, a ruido y a placeres fugaces. Esta descripción es válida para los dos municipios mencionados.

Un modo de “mala fe”

Con unas infraestructuras cuasi-prehistóricas y métodos de gestión que se remontan al Diluvio Universal, la Sosucam cristaliza asquerosamente todos los males de la sociedad camerunesa. La finalidad es únicamente la búsqueda del beneficio, las especies contantes y sonantes pasan por encima de la especie humana. ¿Cómo entender que una sociedad tan poderosa no disponga de despachos dignos de ese nombre en la República? ¿Qué incluso lo que pomposamente se llama Dirección General en Yaoundé (Montée Lido, Mvog-Ada) más que otra cosa es un cobertizo encalado? ¿Cómo entender que, por el contrario, una simple representación de la propia Sosucam sita en París en la calle J.J. Rousseau, rivalice en confort con las firmas parisinas del CAC 40? Existen unas ganas deliberadas de si no perjudicar al pueblo camerunés, al menos de no ayudarlo.

Como anécdota, en cierta época Europa Occidental enviaba asistentes técnicos a Europa del Este con la misión expresa de retrasar el desarrollo y el acceso o la mejora de las tecnologías. Verdadero o falso, poco importa. ¡Cuán lamentable sería si ello se demostrase en el caso de África! Los negros podrían pasar de buena gana sin el peso y la malevolencia de una mano extranjera que les hunda con todo su peso, como una masa. Ya lo logran ellos solos. La Sosucam nunca ha realizado un solo acto en favor del desarrollo. En su momento, el grupo Vilgrain fue incluso sancionado con la prohibición de ejercer en ciertos países africanos del Oeste: Burkina-Fasso (el país de los hombres íntegros) y Senegal (el crisol de gran parte de los más orgullosos representantes del África subsahariana).

Un monopolio perjudicial para la economía nacional

No satisfecha con su monopolio, la Sosucam también se dedica al contrabando: entre el 23 de Agosto de 2.008 y el 17 de Mayo de 2.009, la Sosucam importó sin autorización 26.500 toneladas de azúcar granulado provenientes del Congo (11.500 toneladas) y de Brasil (15.000 toneladas), con absoluto desprecio por los requerimientos del Ministerio de Finanzas y del Ministerio de Comercio. Con regularidad, los responsables de la Sosucam han preferido eludir la ley. La filial de la multinacional francesa SOMDIAA (Sociedad de organización y gestión de las industrias agroalimentarias en África) es desleal vis a vis de los otros importadores de azúcar cameruneses, principalmente MM. ABBO (NOSUCA) y NGAMO (SUMOCAM). El grupo Jean Louis Vilgrain (JLV), propietario de SARIS-Congo y de la CST (compañía azucarera del Chad) sólo piensa en monopolizar el mercado del azúcar en África central, sin jamás mejorar las condiciones de vida de sus empleados que a la menor huelga son habitualmente reprimidos en sangre y lágrimas.

He aquí lo que explica la degradación de la imagen de marca de esta sociedad para el consumidor camerunés. Desde hace cuatro años, la operación de marketing, apoyada por una ofensiva jurídica de la Sosucam, ha consistido en la creación de una marca, “Princesa Tati”, bajo la cual de aquí en adelante serán comercializados sus productos (azúcar cande, azúcar blanco, azúcar moreno). A modo de recordatorio, desde la privatización de Camsuco en beneficio propio, la Sosucam es la única sociedad “camerunesa” que fabrica azúcar; NOSUCA y SUMOCAM tan sólo envasan azúcar que a veces compran a Sosucam.

Louis Yinda, monarca en su reino

La Iglesia católica supo regocijarse con el baño de millones del ilustre mecenas y constructor de catedrales, sin preocuparse si provenían de la sangre que este hombre literalmente vertía sobre sus empleados. En la Sosucam incluso los directivos conviven con el terror. Mientras tanto, los hombres de Dios lo distinguen (Comendador de la Orden Ecuestre de San Silvestre), a puntito de beatificarlo en vida.

El pasado domingo 29 de Enero a las 13:39, Canal 2 emitía la sentada del señor Nkeuda, un antiguo empleado que fue mutilado por esa sociedad. El señor Nkeuda lleva actualmente una vida de perro, como consecuencia de un accidente laboral que le dejó mutilado. San Luis Yinda está ahí, observa el espectáculo pero reserva su generosidad para las iglesias que mejor aboguen por su entrada en el Cielo.

Aquí en la tierra, su activa militancia jamás ha sido recompensada con el puesto de ministro que ambiciona desde hace tiempo. Los cameruneses sobre los cuales hizo carrera no se dejarán menospreciar, explotar y esclavizar hasta el final sin decir ni hacer nada. Tampoco podrá evitar indefinidamente el justo y kármico regreso de sus derivas: en Abril de 2.011 se pudo prohibir el rodaje de un documental sobre la Sosucam… En 2.012, podrían ocurrir muchas cosas, ya que cuando el barco se hunde, ¡todo el mundo huye!

Desde hace algunas semanas, el grupo Castel, que recordamos haber fracasado en recuperar el ex-Camsuco frente al grupo Vilgrain, tuvo un acercamiento a este último hasta el punto de adquirir participaciones mayoritarias en sus actividades azucareras. ¡Una luz de esperanza por lo tanto para los cortadores de caña de azúcar!

Éric Essono Tsimi

“L´autre afrik”, martes 31 de Enero de 2.012

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglésias.

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