El último informe de la Fundación Mo Ibrahim presenta un retrato poco halagador del progreso logrado en el continente durante los últimos diez años: pocos avances en materia de gobernanza, una inseguridad creciente y un estado de derecho en declive en muchos países.
¿Qué es el índice Mo Ibrahim?
Es una Fundación que evalúa periódicamente el comportamiento de los países africanos. Esta fundación elabora el Índice quizás más valioso de los publicados sobre África. Con una rica base de datos de 322 criterios, divididos en cuatro categorías, permite describir la evolución de las políticas en todos sus matices. Aunque también tiene su cuota de contradicciones.
¿Qué conclusiones saca la edición de 2024?
En diez años, el progreso en materia de gobernanza se ha “desacelerado”. Para casi la mitad de los países del continente, el nivel de gobernanza general es incluso inferior, en 2023, al que mostraron en 2014. A esto se suma la inseguridad y el deterioro del Estado de derecho.
¿Cómo podemos explicar tal “estancamiento” del continente?
En primer lugar, por el deterioro de los indicadores vinculados a la seguridad y al Estado de derecho (-1,6 puntos desde 2014), que lastra las cifras globales; mientras que, en muchos otros criterios estudiados, se han registrado avances notables. En la gran mayoría de los países –donde vive más del 90% de la población del continente– se han observado mejoras reales en las infraestructuras, avances en la paridad de género y en el ámbito de la salud.
¿Qué otros avances se deberían mencionar?
Los avances más notables se han observado en la mejora del acceso a las comunicaciones móviles y en el desarrollo positivo de la legislación sobre violencia contra las mujeres. La igualdad de género ha mejorado para el 95% de la población en todo el continente, y se han observado avances en 47 de 54 países. Cabo Verde, Ghana y Mauricio son los más avanzados en estas cuestiones de paridad. En cuanto a las infraestructuras, son Senegal y Benín los que registraron las dos mayores mejoras en la “percepción pública”
Este informe: revela una brecha significativa entre lo que muestran los datos agregados sobre la situación real y la percepción que los ciudadanos tienen de ella. Esta brecha se debe en parte a la prensa, que por naturaleza habla más a menudo de cosas que no funcionan que de cosas que “funcionan”. Pero esto no es una mala noticia: al mejorar la calidad de vida, al ver progresar, aunque sea con dificultad, la libertad de expresión y de prensa, las sociedades africanas se han hecho más exigentes.
Bartolomé Burgos
CIDAF-UCM


