02/01/2012 Le Monde, por Isabelle Mandreaud
Argelia, confrontada a los grandes movimientos que han acabado, alrededor de sus fronteras, a la caída de los regímenes o a la llegada al poder de los partidos islamistas, va a padecer a su vez la prueba de las urnas con las elecciones legislativas previstas en abril 2012. Este mismo año, el mayor país del Magreb celebrará el 50º aniversario de su independencia. Una cita doble, que debería situarle en el centro de todas las atenciones.
Hasta este momento, a pesar de las explosiones de cólera recurrentes pero dispersos, Argelia ha logrado contener el viento de revolución que sopla en el mundo árabe. Después de las violentas revueltas de enero 2011 en todo el territorio, provocados por la subida de los precios de los alimentos y que se saldaron con la muerte de 5 personas, el Presidente Buteflika, elegido tres veces desde 1999, ha anulado el estado de alerta en vigor desde hace 18 años.
Una parte de la renta del petróleo ha sido redistribuida, bajo la forma sobre todo del aumento de los salarios, y algunas reformas políticas han sido anunciadas: apertura del audiovisual al sector privado y reforma del código de la prensa, instauración de cuota para las mujeres en las elecciones, lucha contra la corrupción – en vísperas de la Jornada mundial de las Naciones Unidas consagrada a este tema, el 9 de diciembre, un decreto firmado por el jefe de Estado ha dado nacimiento a la Oficina central de represión de la corrupción -, ley sobre los partidos…
Unas diez formaciones esperan, a veces desde hace diez años, su legislación. Pero la ley sobre los partidos que acaba de ser adoptada el 6 de diciembre 2011 por la Asamblea nacional argelina, dominada por el Frente de Liberación Nacional (FLN), el ex partido único, proyecta esencialmente cerrar el paso a la vuelta sobre la escena política del Frente islámico de salvación (FIS), disuelto en 1992.
El texto prohíbe a toda persona “responsable de la explotación de la religión habiendo conducido a la tragedia nacional (es así como se nombra en Argelia la guerra civil de los años 1990-2000), de fundar un partido político o participar a su creación”. Cierra el camino a cualquiera que “haya participado en actos terroristas y niega su responsabilidad en la concepción, preconización y ejecución de una política que ensalza la violencia contra las instituciones del Estado”.
Este encadenamiento, denunciado por muchos como el único fin que busca esta ley, en el contexto de la victoria de los partidos islamistas en Túnez, en Egipto o en Marruecos, ¿será eficaz? Divididos y fragilizados por tantos años de violencia, los islamistas argelinos no por eso están menos presentes en la sociedad.
Después de la Concordia civil de 1999, prometida por el Presidente Buteflika, luego la Carta de reconciliación nacional aprobada en 2005 por referéndum, que condujo a una amnistía parcial, muchos se han reinsertado en el comercio. Una parte, entre los radicales, no han renunciado sin embargo a jugar un papel, como Abdelfattah Zeraui Hamadache, gran predicador, que salió de la cárcel en 2003, que envía regularmente comunicados para reclamar reformas, para que sus compañeros puedan ejercer libremente una actividad política.
En su presencia, ya desde el mes de mayo, Hachmi Sahnuni, uno de los cofundadores del FIS, confirmaba al periódico francés Le Monde esta voluntad: “No necesariamente bajo la forma de un partido, subraya, porque lo que veo en las “revoluciones árabes”, es que ninguna ha sido organizada por un partido».
El ex-Fis, que choca con la oposición fuerte del ejército argelino, ha vuelto a reforzar su red a través de toda Europa. Y es desde el extranjero que busca reorganizar la oposición al régimen argelino. En setiembre 2011, después de una tentativa abortada en junio, la cadena por satélite Rachad TV ha comenzado a emitir desde Londres. Dirigida por una coalición de opositores, entre ellos Murad Dhina, antiguo rsponsabledel la oficina ejecutiva del Fis en los comienzos de los años 2000 y residente actualmente en Suiza, el site Internet de Rachad critica vivamente al poder argelino. Publica slogans (“Generales, dejad el poder”),llama a la desobediencia civil y da consejos de comportamientos no-violentos para las manifestaciones, calcados de los comportamientos altermundistas en las grandes cumbres internacionales. “Túnez ha sido el detonador de la primavera árabe”, y esto podría ser un muy buen ejemplo para Argelia”, declaraba el mes de diciembre Abdallah Anas, miembro del Fis, citado por la agencia Reuters.
Abu Yara Soltani, jefe del Movimiento de la sociedad por la paz (MSP), partido islamista moderado y miembro de la alianza presidencial, representado por 4 ministros en el gobierno, ha reaccionado convocando a principios de diciembre a una reunión del movimiento islamista argelino ante la perspectiva de las elecciones de 2012.
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