El islamismo, ideología por defecto de la primavera árabe

7/12/2011 | Crónicas y reportajes

Las Revoluciones se fundan en una ideología. La primavera árabe no escapa a esta regla. El objetivo inicial, la caída de los tiranos y de sus regímenes va a desembocar necesariamente en la elección de una ideología.

La victoria del partido islamista En-Nahda, en Túnez se inscribe en una lógica histórica, política e ideológica. No ha sorprendido más que a aquellos que no tienen un conocimiento serio y realista de los pueblos árabe-musulmanes.

Los que forjan opiniones evocan “una contrarrevolución”, “un pueblo que se equivoca” “la perspectiva de una democracia a la manera occidental totalmente alejada”.

Esta victoria no ha sorprendido a los especialistas para los que “las fuerzas políticas mejor organizadas en el mundo árabe son desde hace mucho tiempo, los movimientos islamistas”.

El movimiento de los Hermanos Musulmanes del que siguen tomando su origen varios partidos islamistas actuales, no fue sumergido y vencido más que por los nacionalismos árabes y tercermundistas fundados en el socialismo revolucionario anti colonial y anti-imperialista.

Después de la caída del muro de Berlín en 1989, la ideología socialista ha sido abandonada por los países que la vieron nacer. Sin embargo hay partidos árabes que, fijados en su dogma, continúan a utilizar el vocablo en su nombre.

Esta ideología obsoleta, vencida por el liberalismo, no tiene ninguna posibilidad de oponerse a los islamistas. Los que se dicen demócratas, republicanos o modernistas, no hacen más que esconder detrás de esas palabras su concepción masónica de la laicidad, incluso del ateísmo o de la islamo- fobia.

El elector musulmán no tiene más elección que votar por la ideología más explícitamente anclada en su historia y que se acerca más de su identidad, sus convicciones y sus creencias.

Sin embargo, no hay ninguna razón para alarmarse de una eventual re-edición de la experiencia de Argelia, cuando bajo el efecto del pánico, los generales anularon sin razón las elecciones legislativas ganadas por el FIS en 1991. Las estadísticas electorales de Túnez hoy y las de Argelia en 1991 son parecidas.

Menos del 50 % del cuerpo electoral ha participado a estas elecciones y miles de boletines no han sido validados (analfabetismo, indecisión, modo de escrutinio…). Los resultados definitivos, mencionando el número de votos en blanco o invalidados no han sido publicados todavía.

En-Nahda ha recogido el 37% de los votos que le dan el 41 % de los puestos, según el modo de escrutinio proporcional.

Miles de votantes no tienen representante en la Asamblea por la dispersión de los votos.14 partidos y listas independientes entre los 25 que están representados en la Asamblea no han conseguido un solo escaño.

En-Nahda ha recogido pues más de 1.5 millón de votos, es decir el 20% de los 7.5 millones de electores potenciales. En 1991, el FIS recogió 25% de los votos del cuerpo electoral. Por lo tanto nos quedamos en conjunto en las mismas proporciones.

A pesar de la represión que habían sufrido Rashed Ghanouchi y sus militantes con el régimen de Ben Ali, nunca hicieron llamamiento a la yihad y Túnez no ha olvidado el terrorismo que ensangrentó Argelia.

Una escisión histórica tuvo lugar en los años de 1990, entre los salafistas como Ali Benhadj partidarios de la violencia política y los islamistas moderados que se ponen a ello como Ghanouchi y Mahfoud Nahnah partidarios de una lógica de compromiso.

La tendencia pacifista es la que ha dominado siempre en una Turquía autoritaria hasta el desenlace de la victoria del AKP, Turquía se ha convertido hoy en la referencia y el modelo del movimiento islamista árabe.

Las verdaderas interrogaciones de hoy no conciernen la victoria del islamismo sobre otras ideologías, conciernen las tendencias dominantes al interior mismo de los partidos islamistas entre moderados y radicales, según las escuelas de pensamiento, los líderes y las fuentes de financiamiento.

Los saudís continúan a financiar y sostener a los salafistas radicales, para poner en relieve su propio wahhabismo ultra conservador como moderado.

Hace ya varios siglos que los países árabes no han conocido una evolución autónoma de su vida política. A la dominación del imperio otomano sucedió el colonialismo que ahogó la expresión política. La descolonización fue enseguida reemplazada por el neo colonialismo que descarto la generación de nacionalistas revolucionarios en beneficio de dictadores que han reprimido duramente sus pueblos durante varias generaciones.

Los retrasos políticos, económicos y culturales del mundo árabe no vienen ni de sus pueblos ni de su religión, sino que vienen de la tiranía occidental judeocristiana cuya ideología de dominación data de la época de las cruzadas y ha continuado con el colonialismo. La mayoría de los pueblos musulmanes, que votan hoy islamista, no lo ha olvidado.

Por Saad Lounes

Publicado en Free Algérie, el 13 de noviembre de 2011.

Traducido por Inmaculada Estremera, H.m.n.s.d.a.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster