Algunos aspectos religiosos de la dictadura Nguemista, por Josep Anglada Bigordá

3/11/2011 | Bitácora africana

A primera vista podría sorprender que Obiang Nguema Mbasogo terminara su discurso de apertura de la Cumbre de la Unión Africana el pasado día 28 de junio de 2011 en Malabo con un explícito “Que Dios proteja a África”; o simplemente podría pensarse que la mención de Dios es una mera cuestión protocolaria como en el caso de los discursos del presidente de Estados Unidos o el preámbulo de la propia Constitución guineana que se responsabiliza “ante Dios y la Historia”. Ahora bien, cuando el domingo 4 de septiembre a raíz del mitin en Malabo para explicar las reformas constitucionales se difundió la noticia de que el régimen, en un intento fallido de llenar el estadio en un día lluvioso, puso autobuses a disposición de los feligreses a la salida de la misa dominical, uno ya no sabe dónde empieza lo político y dónde termina lo religioso (1).

Naturalmente, no hace falta retrotraerse a la labor de los presbiterianos, de los jesuitas ni, sobre todo, de los claretianos para explicar la inextricable huella dejada por el cristianismo en la sociedad guineana; basta con seguir algunas obras de la literatura guineana actual –los textos de Donato Ndongo, José Siale o Guillermina Mekuy, por ejemplo– para darse cuenta de que la historia, la sociología y la psicología del guineano no se explican sin esta parte cristiana que le constituye. Influencia absolutamente vigente hoy en día desde el mismo Palacio Presidencial hasta la más recóndita aldea del continente o las islas. Lo sorprendente no es esto, sino el comprobar cómo esta religiosidad teje la estructura misma de la dictadura y puede expresarse a placer con los instrumentos propios del partido único, en el culto al dictador y en la doctrina del pastorado y la salvación.

En la dictadura de Macías esta simbiosis podría tener una explicación en la mímesis que intentó el sanguinario dirigente guineano con su homólogo español Francisco Franco. Ambos acabaron bajo palio en las procesiones y misas apropiándose cada vez más del papel religioso hasta hacerse prácticamente mediadores exclusivos entre el pueblo y Dios.

Curiosamente, mientras en la década de los años cincuenta en España se vive una especie de euforia religiosa que empezó con el Congreso Eucarístico de Barcelona en 1952 , saludado en radiomensaje por el Papa Pio XII con las ampulosas palabras, de “página que ha de contarse entre las más brillantes de su fecunda historia (…) en justo reconocimiento a su catolicismo íntegro, recio, profundo y apostólico”(2), más o menos en los mismos años, a principios de los 50, buena parte de los futuros líderes de la independencia guineana se estaban formando en el Seminario de Banapá, donde llegaron a protagonizar uno de los primeros enfrentamientos organizados contra el colonizador, en la conocida como “Huelga de Banapá” (3). Y mientras en los años sesenta en Guinea se vive el proceso de emancipación –de las provincias a la autonomía y la independencia–, en España este proceso de religiosidad en pocos años se adueñó de todos los estamentos institucionales hasta el punto de llegar a funcionar como uno de los puntales de la ideología del régimen.

No debe extrañar por tanto que el ministro español de Asuntos Exteriores Fernando María Castiella diera la bienvenida a los guineanos asistentes a la Conferencia Constitucional presidida por él mismo en Madrid el 30 de octubre de 1967 con las siguientes palabras: “Franco ha dicho en su mensaje de Fin de Año de 1962 que ’la injusticia social no se encuentra sólo entre los individuos de una nación, sino que existe también entre las naciones y un deber de humanidad es llamar a las más ricas y adelantadas a promover el bienestar y el progreso de las otras’. Coincidía así plenamente con la doctrina expuesta por el Papa Juan XXIII en su Encíclica Mater et Magistra, por el II Concilio Vaticano en su Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual y por su santidad Pablo VI en su Encíclica Populorum Progressio en la que se afirma que ‘para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral’” (4). En otras palabras, Castiella dice que España tutelará el proceso de independencia de Guinea de la misma manera que el Papa tutela a la cristiandad o Franco a los españoles.

No es nada raro, por tanto, que la independencia de 1968 fuera saludada también tanto desde la metrópoli como desde la colonia con un marcado puntillismo religioso. Así, el editorial de la revista La Guinea Ecuatorial encuentra la razón misma de existir del nuevo país en una vía alternativa al marxismo y al liberalismo, una vía naturalmente cristiana, como era de esperar por el origen claretiano de la publicación: “Decididamente Guinea se aparta de la democracia liberal y de la revolución marxista (…) En Guinea parecen actualizarse aquellas palabras de Pio XII: ’No en la revolución sino en una evolución concorde están la salvación y la justicia’. (…) La revista La Guinea Ecuatorial pretende seguir siendo fiel a los Papas para guiar al país en el mejor camino de Unidad, Paz y Justicia”.

Las intervenciones en el mismo número de los obispos de Guinea, van naturalmente en el mismo sentido: desde un lacónico “Que Dios bendiga a la Guinea Ecuatorial” del obispo de Santa Isabel, hasta el expresivo y contundente razonamiento del obispo de Bata: “este parto indoloro es obra maestra de España, madre de tantos pueblos que tienen a gloria la civilización cristiana que recibieron de sus civilizadores y evangelizadores; que rezan a Dios en la hermosa lengua de Cervantes” (5).

Y no con menor fervor cristiano fue saludada la independencia desde la prensa española. Así, por ejemplo, La Vanguardia Española, en su edición del 13 de octubre de 1968, ya en su editorial cita al periódico L´Osservatore Romano, órgano del Vaticano, que augura un buen porvenir al nuevo Estado por tener el 80% de la población bautizada en la religión católica. Asimismo destaca, junto a los mensajes de la ONU y la OUA al nuevo país, el telegrama del Papa Pablo VI al obispo de Bata. Y finalmente tras mencionar el Tedeum de acción de gracias con la asistencia de todas las autoridades en la Catedral, el periódico catalán incluye el discurso de Fraga Iribarne con unas referencias muy en la línea del obispado: “España estableció las primeras escuelas, y nuestros misioneros establecieron entre vosotros la doctrina redentora del Cristianismo. (…) Rezáis al mismo Dios en el mismo idioma. (…) Que Dios proteja a Guinea, a su pueblo, a su Presidente y a su Gobierno”. (6)
Este “nacional-catolicismo” de alguna manera tenía que atravesar el océano hasta Guinea aunque nadie imaginó, supongo, los límites delirantes a los que llegó con la primera dictadura nguemista, proclamándose Macías como Dios mismo y obligando al pueblo a rendir culto a su personalidad.

Más sorprendente es que este modelo siguiera después del Golpe de la Libertad, y no sólo no perdiera fuelle con los años sino que incluso llegara a los niveles de refinamiento actuales donde una vez más Presidente, Líder y Pastor funden sus lazos en una entidad teológico-política que gobierna con la impunidad de saberse, una vez más, interlocutor único con la divinidad.

Al menos eso parece desprenderse del tono con el que es tratado el Presidente por parte de la prensa nacional, por su partido y también por sus acólitos en distintos ámbitos, e incluso, sorprendentemente, por algunas voces críticas e independientes.

El propio Obiang y su entorno suelen usar referencias religiosas en sus discursos y alocuciones. Por ejemplo el pasado julio durante los actos de celebración del 25 aniversario del PDGE, y después de la obligada misa en la catedral de Malabo, se escenificó cínicamente la “reinserción” de 159 nuevos militantes procedentes de otros partidos y el Presidente Fundador exhortó a la militancia a que fueran bien recibidos, siguiendo el ejemplo del evangelio: “A todos estos militantes les damos la bienvenida a casa, y pido a nuestra militancia inamovible que sepa recibir a los hermanos militantes reinsertados. Creo que merecen un buen recibimiento a su vuelta al PDGE, como en aquella parábola del hijo pródigo”. (7)

O en una entrevista realizada a Teodorín, con motivo del Congreso de Jóvenes del PDGE en verano de 2010, donde reflexiona a su modo sobre las circunstancias petrolíferas guineanas y también echa mano del imaginario religioso: “Debemos mirar y fijarnos donde tenemos puestos los pies, y nunca mirar hacia las nubes ni contemplar las estrellas, sino tener la vista atenta en el presente y proyectada hacia el futuro, conscientes de que no volverá a caer el maná del cielo como en el tiempo de la travesía de los Israelitas por el desierto en el camino hacia la tierra prometida.”(8).

Las parábolas y la historia sagrada están siempre a punto en la narrativa de la familia Obiang.

Naturalmente, son los medios de comunicación oficiales los encargados de propagar esa imagen cuasi religiosa del Presidente sin que les tiemble la mano ni se sonrojen sus mejillas. Así, la presentadora de las noticias en televisión tuvo el arrojo de comentar la presencia de Obiang Nguema en una misa en la catedral en el sentido de que ahí estaban representados los tres estamentos: Dios (en la figura del obispo), el Pueblo (en la figura de los feligreses), y el Jefe del Estado como mediador entre ambos. En la misma línea, también en la televisión guineana, en un programa de debate sobre infraestructuras, varios de los intervinientes insistieron en que este programa de inversiones sólo podía tener su justificación en la inspiración divina.

La página oficial de gobierno en internet es más discreta en este sentido, no así la página homóloga del PDGE dónde este tipo de discurso se dispara hasta límites hiperbólicos, no en vano el partido ahí hace las veces de Iglesia para su santificado Pastor.

Más sorprendente, sin embargo, es encontrar este mismo tono en personas que, aunque ligadas al régimen por nombramientos o cargos, en otros ámbitos manifiestan abiertamente su independencia intelectual. Así el ya mencionado otras veces poema de Guillermina Mekuy, quien desde su despacho de la Biblioteca Nacional se refirió a Obiang en términos claramente religiosos: “Qué será de las Ovejas sin su Pastor, (…) Oh Guinea, Guinea Ecuatorial, ¿Serás capaz de seguir adelante sin su Resplandor?”(9). O más recientemente la felicitación del 12 de octubre de Agustín Nze Nfumu, embajador de Guinea en Londres, en las páginas de La Gaceta en calidad de Presidente del Consejo de Administración de la misma, que se refiere al papel de Obiang en el Golpe de la Libertad con las palabras: “LA PROVIDENCIA DIVINA INSPIRO LA ACCIÓN MILITAR CAPITANEADA POR VUESTRA EXCELENCIA”, o “FORMULO MIS VOTOS MÁS SINCEROS PARA QUE DIOS TODO PODEROSO, LE COLME DE SALUD Y FUERZA, QUE LE PERMITAN SEGUIR HACIENDO ESE CAMINO DE EDIFICACIÓN Y CONSTRUCCIÓN”, o aún “QUIERO TERMINAR ESTE MENSAJE ANIMÁNDOLE A SEGUIR ADELANTE CON LA DIFÍCIL TAREA QUE DIOS Y EL DESTINO PUSIERON EN SUS MANOS”, en un texto escrito íntegramente en mayúsculas para mayor gloria del destinatario (10).

Es cierto que Obiang ha intentado también apropiarse de la religiosidad puramente africana, como se desprende de sus recientes entrevistas con los representantes de los reyes tradicionales africanos, donde valiéndose de su condición de presidente de turno de la UA y prometiendo la construcción de una sede permanente para esa asociación en Malabo, consiguió ser admitido en esa especie de club de la realeza religiosa africana (11). Pero donde más empeño ha empleado desde que accedió a la jefatura del Estado ha sido en controlar y disponer a su antojo del poder religioso católico de su propio país, representado en las personas de los obispos de Malabo y Bata, y recientemente en el de Ebibeyín, hasta el punto de que son frecuentes los actos de propaganda del PDGE que se inician en las catedrales respectivas y que luego siguen, como solución de continuidad, en los mítines, arengas o actos públicos plagados del mismo lenguaje religioso. Así, por ejemplo, en la celebración del XXV aniversario del PDGE se pasó de la catedral de Malabo a la sala de conferencias de Sipopo donde a parte de la parábola del hijo pródigo, también se escenificó por parte del Fundador la relación pastoral con los militantes, incluso con una velada amenaza a “aquellos lobos que están entre nosotros disfrazados con piel de cordero” que fue saludada en la sala con atronadores aplausos. En Bata, tal y como informa la página oficial del gobierno, la catedral ha sido el lugar emblemático elegido para comenzar los actos de propaganda del PDGE para apoyar las reformas constitucionales que habrá que refrendar en referéndum el próximo 13 de noviembre. Y por lo que hace al obispo de Ebibeyín ha sido usado como propaganda desde su proclamación en mayo de 2011, con asistencia de Obiang y esposa junto al nuncio vaticano, hasta su presentación en Mongomo una semana después con la presencia del gobierno en pleno. Irradiación del obispado hacia Mongomo que culminará con la inauguración de la nueva e imponente iglesia a principios de diciembre de este año (12).

A pesar de estos claros intentos de apropiación religiosa en beneficio del partido y para mayor gloria suya, Obiang ha tenido a veces que escuchar claras advertencias desde el Vaticano sobre aspectos generales de buena gobernabilidad y respeto a los derechos humanos, como las declaraciones que hizo en junio el Papa Benedicto XVI ante el nuevo embajador guineano en la Santa Sede, donde precisó que “la distribución efectiva de la riqueza es condición indispensable para un verdadero progreso social” (13).

Sin embargo, tanto el Vaticano como la iglesia oficial guineana, otras veces han mirado hacia otro lado como en el caso de la muerte en extrañas circunstancias del joven sacerdote Jorge Bitá, suceso no aclarado ni, al parecer, investigado y que ha abierto un debate no sólo en términos políticos –pues no es el primer sacerdote crítico con el régimen en morir violentamente–, sino también en términos étnicos en el sentido de que se ha favorecido a los sacerdotes afines a la dictadura y preferiblemente fang para acceder a los puestos directivos de la Iglesia guineana (14).

Resumiendo, parece que el discurso religioso ha sido asimilado por el régimen nguemista y por tanto incorporado en todas sus facetas, desde la estructura vertebradora del partido único PDGE hasta el propio lenguaje de los dirigentes y voceros de la dictadura, hasta tal punto de confundirse con la voz oficial y ejercer de pequeña ideología, sancionada por la Iglesia oficial que le rinde pleitesía.
Ahora bien, si alguna cosa nos enseña la evolución histórica de los Estados es que la superación de las viejas estructuras religiosas medievales a través de concepciones laicas, propició a su vez dejar atrás el autoritarismo y avanzar en posiciones democráticas.
Si es cierto, por tanto, que el laicismo es uno de los pilares de la Ilustración, a la vista de los pocos datos manejados, estaríamos tentados de decir que también en este aspecto religioso la República de Guinea Ecuatorial sigue empeñada en permanecer en un estadio premoderno, conservando esas migajas de nacional-catolicismo que nutren de contenido a un PDGE vacío de ideas –“Hacer el Bien, evitar el Mal” es su lema– ayudando así a manejar mejor la dictadura.
Sorprendentemente, en este punto, siguiendo el cínico pragmatismo religioso del régimen, Obiang podría tener un ilustre aliado en la figura del Papa Ratzinger: desde su etapa como cardenal, el actual Papa está cargando contra el laicismo occidental en el sentido de que, además de la democracia ha traído también la falta de valores y el enfrentamiento con otras culturas religiosas. Lo que propone Ratzinger es volver a un Estado de base cristiana que permita superar el nihilismo (15), una especie de tercera vía que se parece mucho a la que la revista claretiana La Guinea Ecuatorial auguraba en octubre de 1968 para el nuevo Estado naciente: ni democracia liberal ni revolución marxista, sino un estado cristiano.
Josep Anglada Bigordà

REFERENCIAS

1) http://www.france-guineeequatoriale.org/News/333.html

2) http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/speeches/1952/documents/hf_p-xii_spe_19520601_congreso-eucaristico_sp.html

3) J.M. Davies, Siete días en Bioko, pag. 49-54, Ed. Acidalia, Barcelona 2007

4) J.M. Davies, La gran escalada, pag. 19, Ed. Mey, Barcelona 2011

5) Revista “La Guinea Ecuatorial” nº 1630, octubre-diciembre 1968, pag.8-13

6) La Vanguardia Española, 13 de octubre de 1968.

7) http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=1725

8) http://www.pdge-ge.org/entrevistas.php

9) http://galiciaconfidencial.com/nova/7004.html

10) http://www.lagacetadeguinea.com/168/02.htm

11) http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=1731

12) http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=1548

http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=1564

http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=2034

13) http://www.que.es/ultimas-noticias/sociedad/201106091722-
papa-insta-distribucion-equitativa-riqueza-efe.html

14) http://www.maib.es/php/index.php?option=com_content&
view=article&id=849:qaclaraciones-a-un-iclerigoq&catid=39:maib&Itemid=61

http://www.maib.es/php/index.php?option=com_content&view=article&id=837:qjorge-bita-caekoq&catid=39:maib&Itemid=61

15) Ratzinger, Joseph, Fe, Razón y Universidad. Recuerdos y reflexiones. Discurso en la Universidad de Ratisbona, 12 de septiembre de 2006, http://www.zenit.org/article-20352?l=spanish

Autor

  • Anglada Bigordá , Josep

    Licenciado en Filosofía , interesado en la política y el pensamiento africano, y particularmente en la literatura de Guinea Ecuatorial. pertenece al grupo de Barcelona de Apoyo a Juan Tomás Ávila Laurel.

Más artículos de Anglada Bigordá , Josep