La Organización Internacional para las Migraciones acaba de publicar su informe Fatal Journeys: Tracking Lives Lost During Migration (Viajes fatales: seguimiento a las vidas perdidas durante la migración), un completísimo cálculo sobre el número de migrantes muertos en su intento por buscar un futuro mejor.
Muertos, sobre todo, a las puertas de Europa (3.072 personas tan sólo entre enero y septiembre de 2014) y Estados Unidos, las dos zonas donde más fallecimientos se han registrado en los últimos años. Y digo ‘registrado’ porque me temo que tanto aquí como en otras partes del mundo se han producido muchas muertes más que no han aparecido en los periódicos ni en los informes. Muertos sin rastro, una simple ausencia en sus aldeas natales.
El informe comenzó a gestarse en octubre de 2013, tras la segunda gran tragedia registrada en Lampedusa (la primera de la que tuvimos noticia fue ésta ) en la que perdieron la vida 400 personas, y se ha presentado ahora como parte del proyecto #MissingMigrants
Una iniciativa que va más allá del mero hecho de registrar fallecidos: “Es hora de hacer algo más que contar el número de víctimas; es hora de involucrar al mundo para poner fin a esta violencia contra los migrantes desesperados”, ha declarado William Lacy Swing, director General de la OIM.
El objetivo de #MissingMigrants es, además de visibilizar esta realidad, evitar que los futuros migrantes conozcan la realidad del viaje y los riesgos a los que se enfrentan, así como lanzar un llamamiento a los gobiernos del mundo para hacer frente a lo que la propia organización denomina como “una epidemia del crimen y la victimización”.
Original en:Por Fin en África