La Fundación Sur ha participado hoy, a través de su director, Lázaro Bustince, en la tertulia del programa de RTVE Para Todos la 2, sobre los 20 años del genocidio de Ruanda. Gerardo González Calvo, ex redactor jefe de Mundo Negro y referente periodístico sobre África, ha completado el plantel de tertulianos. Previo a las intervenciones se emitió un informativo sucinto que pretendía situar a los espectadores en el contexto de la tragedia, pero que ahondaba en la visión de un genocidio unilateral hutus vs tutsis, sin mencionar la violencia sistemática desarrollada en el otro sentido.
Lázaro Bustince comenzó su participación realizando una semblanza de la sociedad tradicional ruandesa y de la confrontación natural agrícola-ganadera que se ha producido, al igual que en otras tantas latitudes. Además, señaló la exacerbación interesada de las tensiones de carácter étnico y político que se dieron por motivos espurios. González añadió, sobre lo mencionado anteriormente, las limitaciones geográficas del país y la gran densidad de población que promocionó una conquista del espacio y del poder.
González Calvo puso a debate la tesis que establece la responsabilidad del Frente Patriótico Ruandés (FPR), liderado por Paul Kagame, presidente de Ruanda, en el magnicidio y en el genocidio, como medios para acometer el asalto a un poder que no hubiera obtenido por medios democráticos. Bustince señaló la actitud de Occidente, que sólo actuó movido por sus propios intereses, aprovechándose de la desestabilización de la región de los Grandes Lagos. Gerardo insistió en este sentido, reseñando la inactividad forzada de las fuerzas de las Naciones Unidas durante las masacres, debido a que los EE.UU. necesitaban los recursos de la República Democrática del Congo “no me explico lo que pasó en Ruanda, sin lo que sucedió en el Congo”.
Lázaro Bustince quiso destacar el papel de la sociedad ruandesa, que pese a la violencia ejercida por los radicales tutsis y hutus, ofreció ejemplos heroicos de solidaridad que han sido silenciados. En la actualidad, según Bustince, la sociedad ruandesa sigue deseando una normalización democrática pese a un Gobierno que, como señalan diferentes instituciones de ámbito global como Amnistía Internacional, conculca de forma sistemática los derechos humanos.
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