Lo que debía ser una solemne conmemoración del primer aniversario de las históricas protestas contra la Ley de Finanzas en Kenia se tornó caótico el martes, cuando la policía se enfrentó a manifestantes en varias ciudades. La policía utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua contra manifestantes, mayoritariamente pacíficos, que se habían reunido para honrar a las víctimas de los disturbios del año pasado y para exigir justicia por los recientes casos de brutalidad policial y desapariciones forzadas.
Se confirmó la muerte de al menos 16 personas y cientos de heridos, después de que las fuerzas del orden usaran fuerza excesiva para reprimir las concentraciones.
«Las protestas ahora simbolizan la crítica al propio sistema, un sistema definido por el autoritarismo, la violencia policial, la austeridad, la dominación extranjera y la privatización de todos los bienes públicos. El Estado respondió como se esperaba: no con diálogo, sino con balas«, declaró Rodgers, organizador de base de la sección de Nairobi del Movimiento por la Justicia Social, a Peoples Dispatch.
Protestas contra la Ley de Finanzas de 2024
Las manifestaciones del año pasado, que comenzaron en respuesta a la controvertida Ley de Finanzas de 2024, desembocaron en una brutal represión que dejó más de 60 jóvenes muertos, cientos de heridos y numerosos detenidos. La ley, impulsada por el gobierno del presidente William Ruto, fue ampliamente criticada por introducir impuestos punitivos sobre bienes y servicios esenciales en medio de la crisis del coste de la vida.
Las protestas de este año se organizaron para honrar a quienes perdieron la vida durante las manifestaciones de 2024. Sin embargo, también sirvieron como plataforma para generar alarma sobre los recientes acontecimientos, como el asesinato de un popular bloguero bajo custodia policial y un preocupante aumento de secuestros de activistas y disidentes.
El silencio mediático genera alarma
En lo que muchos han calificado como un flagrante intento de reprimir la libertad de prensa, la Autoridad de Comunicaciones de Kenia (AC) ordenó la suspensión de la cobertura televisiva en directo de las protestas. Varias estaciones locales, como Citizen TV, NTV y KTN, fueron apagadas o restringidas, lo que impidió la cobertura en tiempo real de la respuesta policial y la protesta.
Muchas personas también condenaron la presencia de infiltrados y matones a sueldo entre los manifestantes. Supuestamente, estos individuos fueron utilizados para desacreditar las manifestaciones mediante saqueos y destrucción de propiedad, como parte de una estrategia más amplia para deslegitimar la movilización popular y la participación en las protestas.
A pesar de los violentos disturbios, las protestas del aniversario vieron a miles de kenianos salir a las calles en todo el país. Los manifestantes portaban pancartas con los nombres de los asesinados en 2024 y coreaban consignas exigiendo rendición de cuentas, justicia y reforma policial.
Voces desde las protestas
En diálogo con Peoples Dispatch, Rodgers, organizador de base de la sección de Nairobi del Movimiento por la Justicia Social, reflexionó sobre el significado más profundo de las protestas:
“La protesta del 25 de junio fue más que un simple acto conmemorativo. Fue la continuidad de una declaración política del pueblo: no temerán permanecer desafiantes ante la opresión sistémica. Exactamente un año después de que las revueltas masivas sacudieran el país en oposición al punitivo Proyecto de Ley de Finanzas de 2024 y a la injusticia económica en general, el pueblo volvió a las calles con aún más claridad y unidad”.
Acabamos de llegar al lugar donde el camarada Alex Maasai fue asesinado por matones de Ruto y la Policía de Kenia. Por la mañana, visitamos la comisaría central donde Albert Ojwang fue asesinado por Lagat y sus bandas criminales. #OccupyUntilVictory pic.twitter.com/87b6SI5UiR
— Booker Ngesa Omole ☭ (@BookerBiro) 25 de junio de 2025
Rodgers enfatizó que lo que distinguió a las protestas de este año no fue solo su magnitud (alcanzando 27 de los 47 condados de Kenia), sino también el surgimiento de un programa político claramente articulado desde la base.
Citando informes que confirman entre 8 y 16 personas asesinadas y más de 400 heridas, Rodgers también condenó el intento del régimen de suprimir la verdad mediante el cierre de las transmisiones en vivo, lo cual, según él, «expuso la represión a la libertad de expresión y su miedo a la verdad, la transparencia y la voz del pueblo». La gente ahora es consciente de que la crisis en Kenia es tanto política como sistémica. Es una crisis de legitimidad, donde la clase dominante gobierna mediante la fuerza y el engaño, incumpliendo obligaciones constitucionales como el Artículo 43 sobre derechos económicos y sociales.
Describió el movimiento de protesta como parte de una lucha de clases más amplia, que enfrenta a una élite parasitaria respaldada por el capital global contra una masa creciente de trabajadores pobres y campesinos organizados que exigen tierra, alimento, dignidad, libertad y poder.
“Ayer fue importante porque demostró que este movimiento no es espontáneo. Se está volviendo estratégico, consciente y sin miedo”.
Demandas insatisfechas y creciente ira
En los días previos al aniversario, se había generado un gran ímpetu tanto en línea como fuera de línea. Jóvenes, grupos de la sociedad civil, estudiantes universitarios y artistas realizaron vigilias, campañas digitales y foros en todo el país. Sin embargo, muchos de los principales agravios que desencadenaron las protestas en 2024 siguen sin resolverse:
- Corrupción descontrolada
- Un gobierno desmesurado
- Creciente deuda pública
- Desempleo juvenil
- La erosión del espacio democrático
Mientras el país lidia con las consecuencias de los sucesos de esta semana, la gente exige una investigación independiente sobre los asesinatos, las lesiones y los secuestros. También exigen el restablecimiento inmediato de la libertad de prensa y el enjuiciamiento de los responsables de acciones policiales ilegales.
Las protestas del aniversario lo han dejado claro: la juventud keniana no está dispuesta a permanecer en silencio, y la demanda de justicia social está lejos de terminar.
Fuente: Peoples Dispatch
[CIDAF-UCM]
