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Inicio > REVISTA > Cultura > Cuentos y relatos africanos > ![]() ![]() Puncel Reparaz, María Nace en Madrid y se educa en un colegio de religiosas de la Compañía de maría. Es la mayor de siete hermanos y empieza muy pronto a inventar cuentos para sus hermanos y hermanas pequeños. Al dejar el colegio estudia francés e inglés en la Escuela Central de Idiomas en madrid. Ha trabajado en Editorial Santillana como editora en el departamento de libros infantiles y juveniles. Ha escrito más de 80 libros y traducido alrrededor de los 200. Ha escrito guiones de TV para programas infantiles y colabora en las revistas misionales GESTO y SUPEGESTO . Algunos de sus libros más conocidos: "Operación pata de oso", premio lazarillo 1971 "Abuelita Opalina" . SM,1981 Un duende a rayas", SM, 1982 "Barquichuelo de papel, Bruño, 1996 Los dos conejos, traducido por María Puncel
15/12/2010 - Aquellos dos, cuando la camada se dispersó, siguieron juntos. De gazapos se convirtieron muy pronto en conejos. Se llevaban muy bien. -Ya terminaré el trabajo más tarde -se dijo-, total ¿qué queda? Era bastante tontorrón, el agujero era tan poco profundo que desde el cercano lindero del bosque, se veía sobresalir la cola de nuestro perezoso camarada. Con la nariz metida en la madriguera, se creía completamente a salvo. Su hermano le dijo: -Se te ve, hermanito, no cabes entero en tu agujero...-, pero no le hizo caso, le oyó como quien oye llover. Él, sin embargo, que era más listo, se excavó un escondrijo seguro y profundo y, además, previendo posibles peligros...(uno no sabe nunca a qué pueden exponernos las vicisitudes de la existen-cia), había, incluso, pensado en prepararse una especie de salida trasera de emergencia, disimulada entre un montón de piedras y unos cuantos hierbajos. Y ocurrió que estas precauciones no le fueron inútiles. Dos hombres, que habían salido de caza, cruzaron el bosque. El azar quiso que pasaran cerca del lugar en que los dos conejos habían excavado sus madrigueras. -¡Shhh...! -dijo, de repente, uno de ellos-.¡Silencio...! Veo desde aquí, la cola de un conejo que sobresale de un agujero. Me va a ser fácil atraparlo. Dicho y hecho. Cuando menos lo esperaba, el conejo tonto recibió en mitad de la espalda un bastonazo que le dejó medió muerto y sin más perspectiva que acabar en la cazuela del cazador. Él se lo había buscado, su pereza le había hecho mantenerse regordete. -¡Mira qué suerte! -exclamó el hombre-. ¡Cógelo a peso! Está gordo y rollizo. El segundo cazador, que había visto la buena suerte de su compañero, se puso a rebuscar por los alrededores y pronto descubrió la entrada de la madriguera del conejo listo y metió el brazo pensando que iba a poder apoderarse enseguida de su ocupante. Pero no consiguió nada. El hombre se esforzó por buscar a ciegas palpando bien todos los rincones del túnel, pero no encontró nada. La galería parecía prolongarse al infinito. Completamente decepcionado y furioso de pensar que iba a volver con el morral vacío, intentó hacer salir al conejo con la ayuda de un largo bastón. -Te escondas donde te escondas -gruñía-, acabaré por atraparte. Hacía ya rato que el conejo listo, previendo que su refugio subterráneo no era absolutamente seguro, se había escapado por allí, había huído lo más lejos que pudo y se había ocultado en lo más espeso del bosque. -"Nos aconsejabas siempre no dejar nunca un trabajo sin terminar"- recordaba él ahora en su escondrijo-."¡Eras una sabia madre entre las madres sabias de los conejos! ¡Pobre hermanito, si te hubiera hecho caso, como he hecho yo, no estaría ahora camino de ser tristemente guisado con salsa de aceite de palma en la cazuela de un hombre...!" Todo lo que merece la pena de ser hecho, En la lengua de los conejos también rima y es una aleluya que suena muy bien, pero nos ha parecido bien traducirla; ¡tan poca gente conoce el idioma conejil! (tomado del libro "Ce que content les Noirs texto original: Olivier de Bouveignes traducción del francés: María Puncel
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