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Inicio > REVISTA > Crónicas y reportajes > ![]() ![]() Ngozi Chukura Artista, escritora y trabajadora cultural residente en Gaborone, Botsuana. Fuente: African Arguments ¿“Totalmente aceptados”? Las luchas queer de Botsuana desde la despenalización
08/07/2022 - Ha sido confirmado el histórico fallo de 2019, pero la comunidad LGBTQ de Botsuana enfrenta aún numerosos desafíos. En noviembre de 2021, el Tribunal de Apelación de Botsuana confirmó un histórico fallo de 2019 que había despenalizado el sexo gay. Antes del original veredicto la actividad sexual entre personas del mismo sexo era castigada con hasta siete años de prisión. A raíz de la decisión de 2019, el gobierno presentó una apelación, supuestamente para apaciguar a los votantes conservadores. “Era una carta política la que estaban jugando”, dice Bradley Fortuin, un activista de derechos humanos. “Le correspondía al gobierno y al partido gobernante volverse hacia sus electores y decir ’lo intentamos’”. Cuando la apelación fracasó el año pasado, el presidente Mokgweetsi Masisi cambió de rumbo. En un discurso a Lesbians, Gays and Bisexuals of Botsuana (LEGABIBO), la organización que encabezó el desafío legal, declaró:
Cambio lento En un país donde el sexo gay ha sido recientemente ilegal y donde la homofobia sigue siendo moneda corriente, estos desarrollos legales y políticos son enormemente significativos. Pero, como señalan los miembros de la comunidad queer de Botsuana, queda aún mucho por hacer antes de que sean tratados como iguales. La amenaza de violencia, ridículo público y ostracismo, por ejemplo, sigue siendo una realidad diaria para muchos. “No puedes salir de tu casa y ser tú mismo”, dice Fortuin. "Tienes que pensar ’¿qué me puedo poner que no ponga en peligro mi vida?’"
Algunos activistas sugieren que también existen importantes diferencias en cómo algunas personas son tratadas dentro de la comunidad queer. Katlego Kolanyane Kesupile, arquitecta cultural y de arte, comenta que el debate sobre la despenalización se centró en hombres homosexuales, dejando a los otros grupos marginados:
En Botsuana, las personas trans permanecen clasificadas según el género que se les asignó al nacer. Esto desalienta a muchos para acceder a ciertos servicios. Hay excepciones. En 2017, un hombre trans, catalogado como ND, y una mujer trans, Tshepo Ricki Kgositau-Kanzaa, ganaron sendas batallas judiciales para cambiar la definición de género en sus documentos oficiales. Pero estos casos emblemáticos no sentaron un precedente para las personas transgénero en general en Botsuana. Luchas continuas El camino hacia los derechos queer en Botsuana es largo, pero los activistas ya han recorrido una buena parte. El caso de ND tomó diez años de lucha, y LEGABIBO tuvo que esforzarse durante 18 años solo para registrarse como una entidad legal. La campaña para despenalizar el sexo gay y luego derrotar la apelación del gobierno tendrá impacto para los movimientos queer no solo en Botsuana sino más allá. Los activistas tienen muchos logros de los que enorgullecerse, pero como explica la feminista queer Lame Olebile, quedan todavía muchas batallas por ganar. “El litigio estratégico no es solo sobre un problema”, dice ella. “Hay tantas intersecciones y oportunidades para dar forma y cambiar el mundo a lo que queremos que se parezca”. Una de las actuales campañas de LEGABIBO, por ejemplo, es garantizar que los derechos y preocupaciones queer sean incluidos en el proceso de revisión constitucional en curso de Botsuana. Los medios legales, sin embargo, son solo una forma de lograr una vida más justa para las personas queer. Como señala Olebile, otra vía es a través de orientaciones culturales que pueden cambiar la comprensión y percepciones de la gente sobre la comunidad queer:
Algunos activistas, como Fortuin, ven este ámbito como el más crítico y concentran sus energías en cambiar las historias que la gente escucha sobre comunidad queer de Botsuana. “Durante mucho tiempo, cuando los principales medios de comunicación informaban sobre historias sobre personas queer, lo hacían de manera negativa”, comenta. “Cuando cofundé el Festival de Cine de Batho Ba Lorato, era una plataforma para decir ’contemos nuestras historias de la forma en que queremos que nuestras historias sean contadas’... Queríamos mostrar que una puede ser una mujer bisexual, tener éxito y sentirte cómoda en tu propia piel yendo a la iglesia. Uno puede ser un predicador gay y ser aceptado por tu congregación”. El escritor y artista multimedia Tanlume Enyatseng ha creado también un espacio seguro para que personas queer compartan historias. En Banana Club, los participantes abordan apremiantes problemas sociales a través de creativas aplicaciones que inspiran la acción ciudadana y promueven la visibilidad e inclusión de las personas queer. “Cuando compartimos nuestras historias fomentamos la visibilidad y eliminamos mitos”, dice Enyatseng. “La visibilidad que proviene de diferentes personas que comparten experiencias, visiones queer y disruptivas del mundo, es una celebración de pluralidad… Cuando esta narración se hace correctamente, ofrece a la gente una mejor comprensión de las experiencias de otras personas y lo que significa para ellos ocupar el mundo”. Ngozi Chukura Fuente: African Arguments [Traducción, Jesús Esteibarlanda][CIDAF-UCM]
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