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Inicio > REVISTA > Opinión > ![]() La lucha continúa en el Camerún anglófono a pesar de la COVID-19
26/06/2020 -
Para cada región y sociedad que ha afectado, la COVID-19 ha presentado una miríada de exigentes desafíos. En las zonas en guerra los peligros son quizás más complejos y agudos. Esta es la situación que enfrentan las dos regiones de habla inglesa de Camerún. Desde 2017, una guerra de secesión ha visto batallas mortales entre fuerzas gubernamentales y los separatistas. Ambas partes han cometido atrocidades generalizadas que han provocado miles de muertes y el desplazamiento de aproximadamente medio millón de personas. ¿Cómo ha afectado el coronavirus a estas regiones? ¿Cómo han respondido el gobierno, los secesionistas y las poblaciones locales a la pandemia? El Gobierno Camerún confirmó su primer caso de COVID-19 a principios de marzo. Dos semanas después, el gobierno emitió pautas para prevenir la transmisión comunitaria. Estas incluían el cierre de fronteras y establecer un toque de queda nocturno. Sin embargo, la mayoría de estas medidas se aplicaron mal. Los propios funcionarios del gobierno ignoraron las medidas de cuarentena, mientras que los locales de bebidas no ubicados en carreteras principales permanecieron abiertos hasta altas horas de la noche. La única excepción está siendo el uso de máscarillas en público, que se aplica estrictamente. Este inconsistente enfoque llevó a una sensación de desconfianza popular sobre la gravedad del virus. Esto ha ocurrido particularmente en las dos regiones anglófonas, donde muchos vieron las medidas como otro medio de extorsión. Antes de que se levantara el toque de queda a principios de mayo, los soldados arrestaban a los que se encontraban afuera por las noches y solo los liberaban después de recibir sobornos. Mientras tanto, el ejército ha continuado operaciones contra militantes separatistas y ha matado a civiles en el proceso. En la primera semana de abril, fuerzas del gobierno allanaron la aldea de Muyenge, en la región Suroeste, y cargaron a más de cien personas en camiones. Los golpearon y los acusaron de esconder secesionistas en sus casas. Unos días después, atacaron una aldea en la División Mezam, en la región Noroeste. El 14 de abril, incendiaron casas en el pueblo de Owe, en el Suroeste. Y a fines de abril, mataron a combatientes secesionistas y civiles por igual en Bafut y Bali, en el Noroeste. Estas operaciones provocaron la huida de muchos civiles a las montañas donde muchos otros han estado escondidos durante años. Este movimiento ha generado temores de que el coronavirus pueda ser introducido en comunidades de personas desplazadas, muchas de las cuales carecen de atención médica formal. El gobierno ha seguido librando la guerra también por otros medios. En marzo, pospuso indefinidamente las audiencias de apelación de líderes separatistas, incluido Sisiku Julius Ayuk Tabe, que habían sido sentenciados a cadena perpetua después de haber sido extraditado desde Nigeria en 2018. En mayo, el gobierno presionó a la Universidad de Buea para que despidiera al prominente abogado anglófono de derechos humanos Nkongho Felix Agbor Balla por incluir en un examen una pregunta sobre el conflicto. Los separatistas El movimiento separatista que exige un estado independiente llamado Ambazonia está compuesto por varios grupos armados. Algunos han advertido a sus seguidores sobre los peligros del coronavirus, hablando incluso en las redes sociales y realizando también entrevistas en directo con médicos. En términos de sus operaciones militares, los enfoques de los grupos son muy diferentes. Por un lado, las Fuerzas Camerunesas de Defensa del Sur, comandadas por Ebenezer Akwanga, anunciaron que cumplirían con el llamamiento de la ONU para un alto el fuego global a fines de marzo. La facción del Gobierno Provisional de Ambazonia, leal a Sisiku Julius Ayuk Tabe, informó, de manera similar, que estaba deteniendo los ataques. Por otro lado, grupos, como la facción del Gobierno Provisional de Ambazonia, liderado por Samuel Sako, y las Fuerzas de Defensa de Ambazonia, al mando de Cho Ayaba, anunciaron que continuarían las operaciones como de costumbre. Y así fue. El 14 de abril, los separatistas ejecutaron a un líder tradicional y su asistente en Bambili, en el Noroeste, por cooperar con el gobierno. En Bamenda, la capital de la región, secuestraron y mataron a un agente de policía. El 10 de mayo, combatientes mataron al recientemente elegido alcalde de Mamfe, Ashu Prisley, una de las más jóvenes y dinámicas figuras del partido gobernante CPDM. Líderes de Ambazonia con sede en Estados Unidos comunicaron que el hombre, de 35 años, fue asesinado a causa de sus conocidos éxitos en desmovilizar a combatientes secesionistas. Grupos separatistas han seguido, también, atacando ocasionalmente la distribución humanitaria. Entre el 10 y el 14 de mayo, por ejemplo, combatientes secesionistas quemaron equipos sanitarios en Mbwengi, en la región Noroeste. Los artículos habían sido donados por una asociación comunitaria y fueron destruidos únicamente porque funcionarios del gobierno habían asistido a la ceremonia en la que fueron entregados. Algunas otras acciones llevadas a cabo por fuerzas de Ambazonia en las últimas semanas han diferido de sus operaciones estándar. Por ejemplo, militantes en Manyeme, en la región Suroeste, detuvieron un automóvil en uno de sus puntos de control y acusaron a sus pasajeros de intentar intruducir el COVID-19 porque llevaban mascarillas. Los soldados golpearon a los pasajeros y exigieron dinero para dejarles libres. Retórica y acción En términos de retórica, tanto el gobierno camerunés como los que luchan por la creación de un nuevo estado han reconocido los peligros del COVID-19. Sus acciones, sin embargo, demuestran lo contrario. Al continuar sus operaciones contra los combatientes secesionistas, los militares han desplazado a grandes grupos de personas, aumentando la probabilidad de que el virus se introduzca en las ya vulnerables comunidades de desplazados internos. Tales ataques aumentan también la profunda desconfianza de la población de habla inglesa hacia cualquier iniciativa del gobierno, incluidas las destinadas a combatir los peligros de salud pública. Líderes secesionistas han mostrado similar desprecio a través de sus acciones, a pesar de residir, muchos de ellos, en países más afectados por la pandemia, como los Estados Unidos y el Reino Unido. Al atacar puestos gubernamentales y centros de distribución humanitaria, los militantes separatistas están dificultando la distribución de asistencia humanitaria. Estas acciones han contribuido a que la población sea menos propensa a aceptar asistencia sanitaria del gobierno debido al temor a represalias. Las acciones de ambas partes en el conflicto que ha devastado el Camerún anglófono durante más de dos años han hecho mucho más preocupante la amenaza de extension de la COVID-19 a las dos regiones. R. Maxwell Bone & Akem Kelvin Nkwain Fuente: African Arguments [Traducción, Jesús Esteibarlanda][Fundación Sur]
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