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Inicio > REVISTA > Crónicas y reportajes > ![]() El miedo reina en el noroeste de Camerún
30/05/2018 -
En Bamenda, como en las provincias del noroeste, se lleva respirando durante mucho tiempo un aire pesado. Desde la independencia del país (1960), los cameruneses de habla inglesa han acusado a las autoridades francófonas de marginarlos, afirmando que las autoridades de Yaoundé les imponen el idioma y las tradiciones francesas en los tribunales, oficinas públicas y escuelas. Durante años, las provincias anglófonas han pedido más espacio para sus costumbres y hábitos y han exigido una mayor autonomía. Desde 2016 el descontento se ha vuelto constante. El 1 de octubre de 2017, los sectores más extremistas presionaron para declarar la independencia de las dos provincias de habla inglesa de Camerún y el nacimiento de la República de Ambazonia. Esto causó un aumento de la tensión en las dos provincias. Ha habido enfrentamientos, cada vez más sangrientos, entre los separatistas y los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, y que se han saldado con cientos de muertos y heridos. Según las Naciones Unidas, 160.000 cameruneses de habla inglesa han abandonado sus hogares para buscar refugio en otras zonas de Camerún o en el extranjero (especialmente en Nigeria). “La mayoría de ellos, según revela un informe de la ONU, viven en el monte con poco para sobrevivir”. “En Bamenda -explica Gioacchino- no hay peleas en las calles. Pero hay algo más terrible que los enfrentamientos, el miedo. Se siente que en la gente existe el temor a los incidentes. La vida social ha desaparecido. En los últimos meses, muchos negocios han sido atacados e incendiados. Los pequeños empresarios han cerrado sus empresas. Los comerciantes sus tiendas. “Encontrar un saco de cemento, continúa, es casi imposible. Así como herramientas o utensilios. Los panaderos y los comerciantes mantienen las tiendas cerradas y las abren desde la parte trasera sólo a quienes conocen. Para moverse hay muy pocos taxis y mototaxis”. Gioacchino continúa su trabajo en la prisión de Bamenda. Lleva a los más de 800 presos consuelo religioso, comida, ropa. Junto con el equipo de la capellanía de la diócesis, presta apoyo especialmente a los más débiles, sobre todo, a los niños y a las mujeres: “Tratamos de evitar que los junten con los presos comunes. Les ayudamos a estudiar y aprender un oficio”. Los frailes también han comenzado proyectos para llevar electricidad y agua potable a la penitenciaría. Durante años han estado trabajando con presos con SIDA, ofreciéndoles el tratamiento para contener el virus. ¿La revuelta contra el gobierno central ha llevado a la cárcel a presos políticos? “No lo sabemos con exactitud”, concluye el fraile. “Evidentemente hay algunos, pero se cree que la mayoría de los separatistas arrestados han sido transferidos a otro lado” E.C. Fuente: Agencia Fides [Fundación Sur]
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