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Inicio > REVISTA > Opinión > ![]() Revisión de la constitución en Burundi: la democracia se deshace en pedazos
05/04/2018 -
Un proyecto de constitución antidemocrática La constitución futura debe, en primer lugar romper el cerrojo del Artículo 96 que limita los mandatos a dos quinquenios, de conformidad con el Acuerdo de Paz de Arusha del 28 de agosto de 2000. El levantamiento de esta disposición permite al Presidente de la República un cuarto mandato de siete (7) años renovable. Esta medida, de facto, coloca al actual presidente como su propio sucesor y cierra cualquier posibilidad de que la oposición pueda postularse para el cargo antes de 2034.
Una violencia estructural perjudicial al régimen. Las operaciones de alistamiento de electores son dignas de un régimen autoritario. De hecho, varios analistas informan de prácticas surrealistas cuyo propósito es obligar a los votantes a inscribirse en las listas electorales. Entre estas prácticas se incluyen la intimidación y mayores presiones sobre la población, el chantaje y las amenazas, la presión del aparato estatal de represión, el alistamiento forzado de votantes menores de 18 años. Estas prácticas antidemocráticas presagian escrutinios próximos que no son creíbles e ilegítimos. De hecho, las maniobras surrealistas del régimen que pisotea los principios democráticos básicos podrían volverse contra él. Estas elecciones, organizadas en ausencia de la oposición, en el exilio, tienen como objetivo dar legitimidad al régimen a los ojos de la población y la comunidad internacional, pero los métodos que utiliza para lograr sus objetivos lo desacreditarán. Peor aún, estos métodos contribuirán a radicalizar a parte de la oposición que se verá obligada a pasar a una forma de lucha armada. Recordemos el terror que prevaleció en el punto álgido de la última crisis. Individuos no identificados atacaron las casas de figuras políticas cercanas al régimen y / o los eliminaron según un enfoque de guerrilla urbana. Otros arrojaban granadas en lugares públicos causando bajas civiles. El uso de Imbonerakure, miembros de la juventud del partido en el poder, calificados por la ONU de “milicia", es un signo preocupante. Ciertamente, sus miembros no son homogéneos, pero cuando se los coloque en una situación en la que tendrán que elegir su lado, la mayoría se inclinara hacia su origen étnico. Los métodos de estos jóvenes son criticados por su brutalidad y violencia y no está excluido ver, en respuesta, a las poblaciones establecer comités de autodefensa. Así, seríamos testigos de una escalada de la violencia étnico-tribal. Un riesgo de deslizamiento de la crisis hacia un conflicto étnico-tribal. Recordemos que los Acuerdos de Arusha se obtuvieron después de una guerra civil. Los principales puntos obtenidos fueron: la representatividad de los grupos minoritarios dentro del aparato estatal a través de un sistema de cuotas, la limitación del número de mandatos, la constitución de un gobierno de unidad nacional y la búsqueda de un consenso nacional para decisiones importantes. Sin embargo, el proyecto de constitución entierra la esperanza de una alternancia cercana. La dimensión étnica y tribal que prevalecía en la crisis de los 90 corre riesgo de resurgir, especialmente en un contexto en el que los extremistas de ambas partes (hutu y tutsi) se preparan para la batalla. La oposición no se dejará hacer. Jugará a todas las cartas, incluido el extremismo violento. Parafraseaando a François-Xavier Verschave: cuando el camino de las urnas está obstruido, el único camino que queda es el de las armas. Un golpe de estado es difícilmente evitable En una situación donde la alternancia está bloqueada por las maniobras antidemocráticas de Nkurinziza, el riesgo de resistencia armada es alto. Además, el régimen de Bujumbura acusa continuamente a sus vecinos, especialmente Ruanda, de injerencia y apoyo a la oposición armada. Por lo tanto, un golpe militar es una gran posibilidad en ese contexto. Cuando uno se agarra al poder, la única salida para los otros pretendientes es la fuerza con un impacto nocivo sobre la agonizante democracia en un gobierno militar. Dado que existe una continuación etnolingüística entre Burundi y Ruanda, ambos muy relacionados, es necesario evitar a toda costa un resbalón en el terreno étnico-tribal. Una situación de crisis en un país afectará necesariamente al otro, especialmente dado que ambos países han experimentado la guerra en el pasado. Además, un conflicto abierto en Burundi incendiaría toda la región de los Grandes Lagos. Adoumadji Madjastan Magloire * Adoumadji Madjastan Magloire, consultor, especialista en temas de paz y seguridad. Fuente: Afriki Press - Artículo publicado en colaboración con Libre Afrique. [Fundación Sur]
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