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Inicio > REVISTA > Cultura > Cuentos y relatos africanos > ![]() Moan Ntómá ya Moan Nzeé (El corderito y el Leoncito), por Baron ya Bùk-Lu
22/12/2014 - Érase una vez, en las orillas del río sahá, vivía un pequeño rebaño de ovejas. El más pequeño de la familia tenía poco meses de vida y, como cualquier corderito, acostumbraba a salir todas las tardes a jugar con los demás en las calles del pequeño poblado. Una mañana, los padres del corderito, antes de salir a pastar, le dijeron:
Pasaron varios días y el corderito parecía cumplir aquella importante promesa. Una tarde, después de pastar, los padres del corderito no lograban dar con él. Incluso después de dar unas vueltas por el pueblo, el jovencito no aparecía por ningún lado. Asustados, fueron preguntando a sus amiguitos.
Muy preocupados, siguieron buscando, pero ante la imposibilidad de encontrarlo regresaron a casa para retomar fuerzas y reemprender otra vez la búsqueda. Había pasado ya otra hora de angustia y búsqueda, cuando por fin apareció el corderito ante los ojos de sus padres.
Esa misma tarde se repetía una escena similar en la casa del leoncito. Su padre después de echarle la bronca le dijo.
Así, pasó una media hora y ninguno de los dos cachorritos daba el primer paso. Los padres del leoncito se empezaron a poner impacientes y sin poder aguantar más el padre rugió:
El corderito ya desconfiado, miró hacia donde estaban escondidos sus padres, para comentarles, con algo de miedo, que acababa de descubrir a alguien escondido detrás de un árbol, en la otra orilla del sahá.
Mientras todavía eran pronunciadas estas palabras, salió rugiendo de forma feroz el padre del leoncito, con intención de cruzar el río a nado. El corderito y sus padres salieron a toda hostia, corriendo hacia el poblado, mientras detrás de ellos les venían persiguiendo los leones, frustrados y furiosos. Cuando los corderos llegaron al poblado, fueron a encontrarse con el resto del rebaño que se encontraban en la casa de la palabra. Éstos, al verlos llegar, les preguntaron:
Los leones asustados y nerviosos, dieron la media vuelta y regresaron a la selva. El corderito, cuando se vio a salvo, pidió perdón repetidas veces a sus progenitores “Móngó aáve biñ ebibiñ, k’ étéré ñ’ atúb” (El niño no puede atrapar al “coco”, si no se le escapa antes. De los errores se aprende) Por Baron ya BÚK-LU - [Edición y revisión, Rafael Sánchez]
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